Meryl Streep, encantadora, en “Florence: la mejor peor de todas”

MONTERREY, 6 de enero (apro).- Florence Foster Jenkins es una mujer patéticamente encantadora.

Es una socialité neoyorquina de la década de los 40, millonaria excéntrica y reservada, contagiada por la cosquilla del arte. Evidencia un entusiasmo desbordado por la ópera, y, repentinamente, es acosada por el cosquilleo de la interpretación. Por eso decide que será una cantante, pese a que tiene una terrible voz.

- Publicidad-

“Pasajeros”: amor en el espacio (Trailer)
Con el extraño título en español de “Florence: la mejor peor de todas” (Florence Foster Jenkins), se estrena esta producción de época agridulce, que muestra los momentos que definieron la vida de la madame, todo un caso en la historia del arte.

Meryl Streep, en otra de sus interpretaciones de excelencia, se involucra en un típico proyecto oscareable. Su rol es el de una mujer llena de matices que se mueve entre el ridículo y el esplendor, afectada por un deseo vehemente por darle sentido a su vida vacía, ocupada por un marido amoroso, interpretado por un deteriorado Hugh Grant, el otrora galán juvenil quien, en esta ocasión revela, por vez primera, el paso inclemente del tiempo.

La historia, que ya había sido llevada a la pantalla en su versión francesa de Marguerite (Madame Marguerite, 2015), encuentra aquí una temática que, pese a su reedición, no pierde frescura.

- Publicidad -

La dama es vetusta y decadente, pero extremadamente generosa e ingenua. Tiene un mal gusto y, pese a que todos ríen a sus espaldas, vive su propio drama personal. El marido solícito lleva una doble vida. Las personas que la rodean la buscan como mecenas. Le queda poco tiempo para el amor y la amistad. Marcada por una enfermedad juvenil, que contrajo sin culpa, por una jugarreta cruel del destino y la estupidez de su primer marido, está condenada a carecer de una anhelada descendencia.