Mujeres, niños y alambre de cuchillas: dentro de un complejo de familias de Boko Haram

MAIDUGURI, Nigeria _ Más allá de los elevados muros de concreto de un complejo fortificado, las autoridades tienen detenido a un grupo especial: las esposas y los hijos de comandantes de Boko Haram.

Hay guardias listos en el acceso. Los rizos del alambre de cuchillas alinean los muros. Elementos de la milicia civil, con AK 47 colgados de los hombros, deambulan por ahí.

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Las 56 mujeres y niños detenidos dentro han estado allí por meses, después de que los tomó el ejército nigeriano en redadas realizadas en bastiones de Boko Haram. El gobernador del estado, quien opera el centro de detención, los considera a todos partidarios de Boko Haram.

“No los podemos solo dejar libres en la sociedad”, dijo el gobernador Kashim Shettima, sobre el complejo de mujeres y niñas. “Ha habido tanto lavado de cerebro”.

Shettima, cuyo estado de Borno es el centro de la guerra con Boko Haram, hablo del complejo como una casa de seguridad y no como una cárcel. Toda la seguridad no solo mantiene al mundo exterior seguro de los presos, sino también protege a las mujeres dentro de los habitantes enojados que odian a Boko Haram, arguyó.

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En la guerra con Boko Haram, una organización islamista radical que ha aterrorizado a Nigeria durante años, es frecuente que se satanice a cualquiera que ha vivido entre los extremistas _ incluidos los niños a los que han secuestrado y mantenido cautivos _ por considerarlo simpatizante y, por ello, peligroso.

Después de todo, Boko Haram ha utilizado a niños pequeños, de ocho años, a madres y abuelas como terroristas suicidas en ataques en los que han muerto cientos de personas. Así es que las mujeres y los niños bajo custodia de Shettima han atraído suspicacias particulares, aun cuando algunas de ellas dicen que las obligaron a casarse con miembros de Boko Haram, incluida una niña que solo tenía nueve años cuando un combatiente la tomó como su esposa.

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“Matarían a las personas o las lastimarían”, dijo una de las detenidas, la esposa de un comandante de Boko Haram, hablando a condición del anonimato por temor a represalias. “Son muy malos”.

No se puede decir que el gobierno local aquí, en Maiduguri, la ciudad donde surgió Boko Haram, sea la única autoridad que tiene bajo custodia a familias. Para librar a la región de Boko Haram, el ejército nigeriano ha mantenido detenidos a incontables hombres, mujeres y niños durante semanas seguidas.

A menudo, Boko Haram ha tenido cautivas a las familias luego las “libera” solo para que el ejército nigeriano las mantenga detenidas. Otras, solo huían de sus aldeas cuando supieron que Boko Haram se estaba acercando, cuando las atraparon los soldados nigerianos. Personas inocentes, incluso infantes, han estado detenidos por prolongados periodos en tanto que el ejército los examina buscando simpatizantes de Boko Haram.

Las mujeres y los niños en este centro de detención son parte de un programa para convencerlos de que existe otra forma de pensar que no es la violencia y el horror de la organización, sostiene Shettima.

Boko Haram ha incendiado aldeas, decapitado a hombres y mujeres, secuestrado a niños en edad escolar y ha obligado a más de 2.5 millones de personas de cuatro países a huir de sus casas. La guerra ha provocado que 65,000 personas, en su mayoría originarias de aquí, del estado de Borno, a vivir en condiciones de hambruna, según la Unicef.

En el complejo amurallado, los imanes visitan para enseñar a las detenidas el islam moderado para contrarrestar las prédicas radicales de los combatientes de Boko Haram. Los representantes del ministerio de Asuntos de las Mujeres y varias organizaciones de ayuda, locales e internacionales, ofrecen exámenes sanitarios, vacunas y pruebas de sangre y embarazo. Una psicóloga da consulta.

Las mujeres están empezando a aprender inglés y muchas de ellas dicen que les gustaría asistir a una escuela laica.

La noticia del complejo se ha difundido en diversos campamentos formales e informales por todo Maiduguri, a donde ha huido la gente del campo que está amenazada. En los campamentos, los habitantes se quejan de que la comida a veces es escasa y carecen de instalaciones sanitarias. Las tiendas de campaña y las casas de cartón no aguantan las inclemencias de los elementos. Algunos están resentidos porque las mujeres que apoyan a Boko Haram están recibiendo un mejor trato, comentaron los socorristas.

Conocer las verdaderas inclinaciones de las mujeres hacia Boko Haram es una empresa complicada. Los investigadores que han pasado tiempo considerable en el complejo hablando con las mujeres y observándolas, dijeron que varias de ellas expresaron apoyo por los extremistas.

Boko Haram se ha hecho notorio por sus matrimonios forzados de niñas pequeñas y mujeres, a las que violan y a veces paren a los hijos de los combatientes. En muchos casos, sus llamadas esposas vivían en pobreza extrema y tenían pocas esperanzas de un futuro, aun en tiempos de paz.

Boko Haram les dio comida. Algunas de las mujeres hasta obtuvieron dotes más altas de los combatientes de Boko Haram de las que habrían tenido de haberse casado con hombres en sus aldeas de origen.

“Con frecuencia, estas mujeres se unían a Boko Haram para sacar lo mejor de sus circunstancias”, dijo Hilary Matfess, una investigadora adjunta en el Instituto para el Análisis de la Defensa, quien visitó el complejo este verano. “Es duro separar la voluntad del consentimiento”.

En el complejo, la esposa del comandante de Boko Haram ha surgido como dirigente entre las mujeres porque estaba casada con el extremista de rango más elevado.

En repetidas ocasiones, durante los tres años en los que Boko Haram controló su aldea, el comandante le pidió que se casara con él. Ella dijo que no, una y otra vez. Pero estaba cansada de comer solo arroz y estar refugiada en su casita. El comandante la seducía con dátiles y otras frutas, y la posibilidad de deambular por la zona que había tomado Boko Haram. El le ofreció a ella una dote en dinero que era tres veces más la proporción del mercado, contó.

Finalmente, ella cedió y se convirtió en la cuarta esposa en una enorme ceremonia de bodas. Ella cocinaba para los combatientes y les lavaba la ropa, y su esposo la enseñó a usar un arma de fuego. Sin embargo, ella dijo que su apoyo a la organización era una cuestión de circunstancia y no de ideología.

“Se me ocurrió lo de perdonar y olvidar, y solo me estaba quedando con Boko Haram”, dijo ella.

Cuando el ejército nigeriano invadió, los soldados incendiaron su casa. Perdió todo, incluido el dinero de su dote.

Shettima dijo que la mujer era una parte importante del proceso de desradicalización. Como la esposa de una comandante de alto rango, la respetan otras en el campo. El espera que sigan su ejemplo y denuncien a Boko Haram.

Shettima dijo que está criando una manada de cabras que planea darles a las mujeres para que tengan seguridad financiera cuando se considere que ya están desprogramadas y listas para regresar a su casa. Comentó que está tratando de hacer que sea seguro que regresen a sus lugares de origen en zonas donde ya no hay extremistas. Hace poco, cambió temporalmente su oficina a Bama, un pueblo que destruyó Boko Haram, para supervisar su reconstrucción.

Una tarde reciente, las mujeres y los niños estaban sentados en el suelo escuchando a Shettima mientras elementos de una milicia en contra de Boko Haram se alzaban sobre ellos con fusiles que colgaban de sus hombros.

_ ¿Les están dando comida suficiente _ gritó Shettima_. ¿Qué están comiendo?

_ Espagueti _ gritaron las mujeres.

_ ¿Les están dando fruta?

_ ¡No!

_ ¡Denles plátanos! _ grito Shettima ante la alegría_. ¡Denles Coca Cola!

_ ¿Qué tal unos patatas? _ gritó otra mujer.

_ ¡Tráiganles patatas! _ respondió ante más gritería.

Le entregó a una mujer un sobre lleno de dinero, se subió a su picop y se fue.

Dionne Searcey
© 2016 New York Times News Service