El muro de Trump: problema ajeno para Europa

Estrasburgo, Francia (apro).- Salvo el gobierno de España y algunos diputados del Parlamento Europeo, principalmente españoles, ni las instituciones de la Unión Europea (UE) ni sus Estados miembros han querido asumir directamente la defensa del gobierno de Enrique Peña Nieto –o al menos expresar su solidaridad– frente a la orden ejecutiva del presidente estadounidense Donald Trump para construir el muro fronterizo y que firmó el 25 de enero.

Es cierto que este martes 20 el presidente francés François Hollande atacó durante una rueda de prensa conjunta con el jefe del ejecutivo español, Mariano Rajoy, la política migratoria de Trump.

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“¿Qué debemos hacer? ¿Que nuestros vecinos paguen un muro? Gracias a Marruecos y a Turquía somos capaces de hacer frente a los flujos migratorios”, comentó Hollande en Málaga a los periodistas. Su respuesta, sin embargo, tenía más el propósito de revirar a las críticas vertidas por Trump respecto de la gestión europea de su propia crisis de refugiados que brindar un apoyo de Francia o la UE a México.

Ya lo dijo el pasado 11 de febrero en Madrid el nuevo presidente del Parlamento Europeo, el conservador italiano Antonio Tajani: “Para nosotros México es un país súper importante”, pero el del muro “es un problema bilateral entre México y Estados Unidos”.

La misma postura ya había expresado la primera ministra británica, Theresa May, en una rueda de prensa conjunta con Trump en Washington realizada el 27 de enero, apenas 48 horas después de que su huésped decidiera edificar el muro.

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De acuerdo con las crónicas, cuando a May se le solicitó que hiciera algún comentario sobre el muro fronterizo con México, Trump se adelantó planteando que ese asunto no le incumbía al Reino Unido. Dándole la razón a su anfitrión, la británica respondió que se trataba de un diferendo que debían arreglar ambos países y se rehusó a opinar al respecto.

Otra muestra, ocurrida el 9 de febrero: en una conferencia de prensa en Washington, tras una visita oficial, se le preguntó específicamente sobre el muro a la italiana Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea. La alta funcionaria reconoció que la UE y Estados Unidos tenían diferentes ópticas migratorias… pero aclaró que a ella no le correspondía “determinar o comentar las políticas estadounidenses o sus acciones internas”.

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Queda entendido que la UE no considera el muro de Trump un tema de preocupación para la comunidad internacional. Y es que México está pagando con aislamiento no haber ejercido mayor activismo diplomático no sólo en Latinoamérica sino también con Europa, centralizando en este caso su interés en España por razones históricas, pero igualmente por falta de visión geopolítica.
Varios europarlamentarios han declarado verbalmente su apoyo a México, pero pocos de manera escrita, y aun en estos casos no dejan claro si sus mensajes a título personal son compartidos oficialmente por otros colegas.

Por ejemplo, la eurodiputada española Teresa Jiménez-Becerril emitió de inmediato una declaración que firma como presidenta de la Delegación para México del Parlamento Europeo, en la que declara su “solidaridad” con el país “tras las recientes decisiones del nuevo presidente de Estados Unidos”.

En su extensa declaración, la eurodiputada acusa que el levantamiento de un muro divisor es una acción “inaceptable por su carácter arbitrario, unilateral y humillante”, y afirma que la delegación que preside “siempre apoyará al pueblo mexicano ante ataques injustificados”.

Sin embargo, en dicha delegación coexisten distintos puntos de vista entre sus 14 miembros provenientes de siete grupos políticos.

Apenas la semana pasada este corresponsal escuchó en una reunión del Parlamento Europeo la forma en que la eurodiputada francesa Marie-Christine Arnautu –integrante de la delegación para México– tomaba la defensa de las posiciones de Trump, siguiendo la línea del Frente Nacional al que pertenece y el que aboga por la restauración de las fronteras en la UE.

Lo mismo pasa con otros miembros de ideología ultraderechista o nacionalista en la delegación. Y los eurodiputados de izquierda no socialdemócrata, críticos del gobierno mexicano por temas de derechos humanos y corrupción, también se sienten incómodos con el discurso de los partidos de mayoría.

El propio grupo político de Jiménez-Becerril, el del Partido Popular Europeo –el más grande del Parlamento Europeo–, está constituido por ciertos miembros de partidos de gobierno que han impulsado fuertes medidas contra los inmigrantes, como el del primer ministro húngaro Viktor Orban, que en 2015 mandó construir un alambrado en la frontera con Serbia y posteriormente introdujo un recurso en la Corte Europea de Justicia para que Hungría no reciba cuotas de refugiados.

El segundo grupo mayoritario, la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, igualmente integra a eurodiputados del partido gubernamental antimigración de Eslovaquia (Dirección-Socialdemocracia), que interpuso un proceso legal semejante al de Hungría para no acoger refugiados y en el pasado ha formado coalición de gobierno con la ultraderecha.

Eso no impidió que Ramón Jáuregui, eurodiputado español de tal agrupación socialista, divulgara el 26 de enero pasado un comunicado de prensa en el que dice que él “defiende a México y su dignidad frente a quien quiere atrincherar su insolidaridad y sus prejuicios tras un muro”.

En ese boletín –que suscribe como copresidente de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana–, Jáuregui menciona que “cree hablar por todos sus colegas parlamentarios”.

Fue Gianni Pittella, el coordinador de la bancada socialista, quien refiere en una carta dirigida el 7 de febrero al presidente de la institución, su paisano Antonio Tajani, que su grupo “considera importante expresar la solidaridad y el apoyo del Parlamento Europeo a México”. Y le pide extender una invitación oficial a Peña Nieto para que se dirija a los eurodiputados en una sesión plenaria.

Pero esa comunicación es de carácter interno: hasta la fecha ni el grupo de Jiménez-Becerril ni el de Jáuregui han expresado pública e institucionalmente como bloques una condena en torno al muro; únicamente lo ha hecho el grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa, la cuarta fuerza del Parlamento Europeo.

El que ha permanecido al margen es el organismo diplomático común de los 28 Estados miembros de la UE, el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE): ni quien dirige tal servicio, la citada Alta Representante para Asuntos Exteriores Federica Mogherini, o algún funcionario de nivel superior en Bruselas, y tampoco su delegación en México a través de una declaración local –como ha ocurrido en casos pasados y recientes de graves violaciones a los derechos humanos–, han expresado una posición en la materia.

El 26 de enero fueron invitados a participar en una reunión de la delegación para México del Parlamento Europeo Aldo Dell’Ariccia, jefe de la División para México del mencionado SEAE, y Matthias Jorgensen, jefe de la Unidad para Latinoamérica de la Dirección General de Comercio de la Comisión Europea.

Ninguno se pronunció sobre el muro fronterizo durante sus intervenciones.
Quien sí lanzó una inusual confesión fue la directora ejecutiva para Latinoamérica del SEAE, Edita Hrda, el pasado 15 de febrero, en una reunión con los eurodiputados de la asamblea euro-latinoamericana celebrada en la sede de Estrasburgo del Parlamento Europeo.

La funcionaria dejó desconcertados a los asistentes cuando soltó que durante su encuentro con el secretario de Estado estadunidense Rex Tillerson en Washington, el 9 de febrero último, Mogherini no tocó el tema del muro con México y ninguno que se relacionara con Latinoamérica porque, dijo, la región “no es prioritaria en las relaciones de la UE con Estados Unidos”.

Aunque con mucha cautela y sentimentalismo, el gobierno español de Mariano Rajoy fue el único que expresó sus simpatías con México frente al caso específico del muro. En declaraciones, el ministro de Economía Luis de Guindos dijo que su país “siempre va a estar del lado del gobierno mexicano”; el portavoz de gobierno, Iñigo Méndez de Vigo, comentó que los mexicanos “saben que cuentan siempre con el cariño sincero del pueblo español”, y el propio Rajoy evocó en alguna ocasión “la relación muy estrecha” que une a México con España.

Transcurrió una semana antes de que el gobierno de Madrid publicara un boletín oficial donde informó que Rajoy había llamado por teléfono al presidente Peña para expresar “la solidaridad de España con México frente a la nueva posición adoptada por el gobierno de Estados Unidos”.

Hasta el momento ningún gobierno nacional de la UE se ha manifestado de modo tan firme como, por ejemplo, el alcalde de Berlín, Michael Müller: “Los berlineses –señaló dirigiéndose a Trump– sabemos bien cuánto sufrimiento fue causado por la división de un continente entero con alambrada y concreto. No tome ese camino equivocado de aislamiento y exclusión. Lo exhorto a no construir un muro que destruirá millones de vidas”.