¿Nerviosismo antes de la boda? Dé un paseo (o tome su manta)

NUEVA YORK ⎯ Para su boda, Hannah Spinrad dio la bienvenida a 250 invitados en Greensboro, Carolina del Norte, su ciudad natal, en un fin de semana de mayo del año pasado. Los invitados se hospedaron en el Grandover Resort de 600 hectáreas y disfrutaron de una serie de actividades, desde un torneo de golf hasta bocadillos en el salón de hospitalidad. La novia estuvo ahí para asegurarse de que los detalles se ejecutaran sin problemas y que los invitados convivieran y disfrutaran.

Por unas horas ese sábado, sin embargo, Spinrad, de 30 años de edad y quien ahora vive en Atlanta con su esposo, Kyle Spinrad, tomó un descanso de interpretar a la anfitriona perfecta para ir a correr ocho kilómetros con su padre.

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Escapar de sus invitados para hacer ejercicio quizá haya parecido extraño puesto que ya estaba llena de actividades y quería estar ahí para todos. Pero esta era su tradición con su papá, algo que siempre hacía cuando estaba en casa, y era una oportunidad de que se conectaran y se relajaran.

En retrospectiva, fue una de las mejores decisiones que tomó. Antes de la carrera, se sentía estresada, preocupada de que todo saliera bien. Después, tuvo la cabeza despejada y una nueva perspectiva.

“Gran parte de ese fin de semana fue borroso para mí, pero realmente recuerdo esa carrera”, dijo. “Fue una sensación de normalidad, una oportunidad de decir: ‘Todos están aquí, todos están contentos, y estamos bien’. Fue mi momento de relajación”. No se molestó siquiera cuando tuvo que trasladar la ceremonia al interior debido a la lluvia.

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La mayoría de las novias y novios se ponen nerviosos, dijo Allison Moir-Smith, una sicoterapeuta con sede en Manchester-by-the-Sea, Massachusetts, quien se especializa en aconsejar a futuras novias.

Las parejas tienen el estrés logístico de preparar una boda y manejar a todas las personas y perspectivas involucradas. También están pasando por una transformación emocional. “La persona está haciendo este profundo cambio de identidad, y lo está haciendo en público, y no sabe cómo va a reaccionar”, dijo Moir-Smith. “Es abrumador, y eso está bien. Debería serlo”.

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En vez de ser tomados por sorpresa por esa tensión, algunos novios están adoptando medidas creativas para calmarse durante el gran fin de semana, algunos no tan alejados de llevar a sus ositos de felpa con ellos durante el recorrido por el pasillo.

Algunos de ellos, como Spinrad, reservan tiempo para ejercitarse.

Ben Oberman, de 32 años de edad, un médico en Durham, Carolina del Norte, estaba particularmente nervioso por su boda porque algunos familiares no aprobaban a su prometida, ahora su esposa, Jacquelyn Scott Oberman. “Sabía que parte de mi familia no estaría ahí”, dijo. “Pensé: ¿estaba distanciándome de mi familia? ¿Todo iba a estar bien?”

Oberman y su padrino de boda salieron a dar un paseo por un bosque petrificado cerca del sitio de la boda en el Condado de Sonoma, California. Compartió sus temores, ensayó sus votos y absorbió la belleza natural que lo rodeaba. Para el final de la excursión, estaba listo para casarse. “Era un ambiente relajante, y yo estaba con alguien en quien podía confiar y quien estaría ahí para mí pasara lo que pasara”, dijo.

Rachael Babington, una instructora de yoga de la Ciudad de Nueva York, ha recibido tantas solicitudes de mujeres que querían asistir a una clase antes de sus bodas que inició la empresa Brides Love Yoga. En el activo verano, tiene dos clientes al día. Llega a los sitios con un tapete de yoga y muestra a las novias posturas que les ayudan a abrir sus corazones y enfocar sus mentes.

Spinrad dijo que pudiera ser extraño hacer algo restaurador en el día de tu boda. “Ya es una experiencia autocomplaciente que se supone gira totalmente en torno a ti, así que no necesariamente piensas que requieres tiempo para ti misma”, dijo. “Pero eso significa que necesitas aún más realizar cosas que te mantengan en perspectiva, porque todo lo demás parece lo más importante”.

Antes de partir para su cena de ensayo en el Atlantic Golf Club en Bridgehampton, Nueva York, en septiembre pasado, Claudia Davidson, de 28 años de edad, quien trabaja para UberEats en Washington, preparó su bolso tipo cartera. Junto con su billetera y su lápiz de labios metió un trozo de su cobertor de la niñez, el cual había hecho su difunta abuela.

“Es algo que llevo conmigo cuando siento que necesito apoyo”, dijo. “Sabía que iba a ser abrumador ser el centro de la atención, así que fue agradable tener un pequeño recuerdo sentimental en mi bolso por si lo necesitaba”. Recurrió a él durante su cena de ensayo, pero se sintió lo bastante confiada para prescindir de él el día de su boda.

Moir-Smith dijo: “Yo le llamaré un objeto de transición. Llevar algo que te da consuelo, ¿por qué no? Te estás sintiendo vulnerable”.

Laurie Mehlman, de 31 años de edad, de Marietta, Georgia, dejó que su madre deslizara en su zapato un listón rojo, un objeto que la tradición judía dice que aleja al mal, antes de la ceremonia de la boda. “Apenas empezaba a ponerme nerviosa, y tener esa pequeña conexión me calmó”, dijo.

Su esposo, Ross Mehlman, de 30 años, tuvo su propia parte de nerviosismo. “Pienso que fue el barullo y todos viéndote y tienes que dar un discurso y todos quieren hablar contigo esa noche”, dijo. Lo manejó a su manera: él y sus padrinos de boda vieron a su equipo universitario jugar fútbol americano en la televisión.

“Rápidamente se transformó de que estuviera sentado en un templo en una sala de conferencias esperando mi boda a estar con mis mejores amigos pasando el rato relajados”, dijo.

Algunas personas piden a profesionales de la salud mental que les ayuden con su ansiedad.

Hillary Evans, una hipnoterapeuta en Charleston, Carolina del Sur, recibe a novias que acuden a ella por muchas razones: quieren perder peso y no pueden, están peleando con familiares o amigos, están obsesionándose con los detalles, les aterroriza dar sus discursos.

Usa la hipnosis tradicional para darles nuevas perspectivas. Les enseña cómo visualizar su éxito y desacelerar los momentos para que no se salgan de control y puedan saborearlos.

Ellyn Gamberg, una sicoterapeuta en Nueva York, alienta a sus clientes a ver las bodas como ensayos de la vida real. “Cómo manejen lo que realizan para preparar la boda y el día de la boda en sí serán los mismos problemas, las mismas preocupaciones, los mismos temores, la misma dinámica con las personas y consigo mismos que tendrán que enfrentar por el resto de su vida”, dijo. “Así que les digo: ‘Háganlo bien durante el proceso para que les vaya bien en la vida’”.

Pasa meses, incluso años, ayudando a sus clientes a desentrañar la raíz de sus ansiedades. Pero en ocasiones incluso eso no es suficiente. Cada año asiste a muchas ceremonias, solo para estar presente para sus clientes en caso de que entren en pánico.

“La gente lleva cosas a las bodas, su cobertor de bebé, su mascota, su dije de la suerte”, dijo Gamberg. “Y algunas personas llevan a su terapeuta. Les hace sentir mejor”.

Alyson Krueger
© 2017 New York Times News Service