Como niño de 5 años se convirtió en símbolo del sufrimiento de Alepo

© 2016 New York Times News Service

BEIRUT – En las imágenes, él se sienta solo, un niñito cubierto de polvo gris y sangre encostrada. Sus diminutos pies a duras penas se extienden más allá de su asiento. Clava la mirada, desconcertado, en estado de shock y, por encima de todo, agotado, como si canalizara el humor de Siria.

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El niño, identificado por trabajadores médicos como Omran Daqneesh, de 5 años, fue sacado de un edificio dañado tras un ataque aéreo del gobierno sirio o los rusos en la ciudad norteña de Alepo. Fue uno de los 12 niños menores de 15 años atendidos este miércoles, lo cual no es una cifra particularmente inusual, en uno de los hospitales en la sección oriental de la ciudad, en manos de rebeldes, según médicos allá.

Sin embargo, algunas imágenes tocan un nervio en particular, por razones tanto obvias como inescrutables, perturbando incluso a una población insensibilizada al desastre. Omran es una de ellas.

A los pocos minutos de que fuera publicada por testigos y periodistas, una fotografía y video de Omran empezaron a propagarse cual cohete alrededor del mundo en medios sociales. Sin saberlo, Omran – como Alan Kurdi, el infante sirio que se ahogó en septiembre y cuyo cuerpo terminó siendo arrojado a una playa turca – está llevando nueva atención a los miles y miles de niños muertos y lesionados durante cinco años de guerra y la incapacidad o renuencia de potencias globales para detener la carnicería.

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Quizá era su corte de cabello, largo y caído de arriba; o su arrugada camiseta mostrando al personaje de CatDog, la caricatura de Nickelodeon; o sus movimientos tentativos y confusos en el video. O el instante y la ineludible pregunta de si cualquiera de sus padres estaban aún vivos.

En cualquier caso, para la mañana del jueves, la imagen de Omran había sido transmitida y publicada por todo el mundo, y los sirios estuvieron compartiendo burlas de su fotografía en memes que tanto clamaban ayuda como se burlaban oscuramente de la futilidad de la repetitividad de esas súplicas.

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Uno, improvisando sobre la silla de Omran similar a una de oficina, lo mostraba ante un escritorio como si representara a su país ante el mundo.

Otro meme era una imagen pegada de él como una acusación silenciosa entre el Presidente Barack Obama y su homólogo ruso, el Presidente Vladimir Putin.

Los bosquejos de Omran como un emblema de la desesperación no son nuevos; imágenes de niños muertos y heridos de Siria son compartidas a diario en medios sociales, muchas de ellas indescriptiblemente más desgarradoras. Pedazos de cuerpos de niños siendo sacados de escombros son fotografiados con espantosa regularidad en una guerra de ataques indiscriminados, en su mayoría de ataques aéreos del gobierno y proyectiles, pero también de morteros rebeldes.

Pero, aunque la mente se rebela a ver esas imágenes durante demasiado tiempo y muchos medios informativos las evitan por considerarlas demasiado horripilantes, pudiera ser la apariencia relativamente familiar de la aflicción de Omran lo que permite que un público mayor se relacione.

En el caso de Alan, el niño sirio que terminó en una playa el año pasado, después de que su familia intentara llegar a Europa en la embarcación de un contrabandista, el niño estaba muerto. Pero su cuerpo estaba intacto, tendido en la arena como si durmiera, vestido pulcramente y con evidente amor de sus padres para su gran travesía.

Omran, mientras es cargado de un edificio dañado en la oscuridad, podría ser Todo niño. Mira a su alrededor, confundido, su regordete antebrazo confiadamente alrededor de la franja reflectora en la espalda de su rescatador, antes que sea dejado caer en la silla de la parte .trasera de una ambulancia, encendida de blanco enceguecedor.

Se instala en una mirada de mil metros, al parecer demasiado aturdido para llorar. Después, pone una mano sobre su sangrienta ceja, ve su palma sorprendido, e intenta limpiarla sobre la silla. Después mira a su alrededor, como si intentara entender dónde está.

La imagen y video de Omran fueron distribuidos por el Centro de Medios de Alepo, grupo de largo tiempo atrás de activistas contrarios al gobierno y periodistas ciudadanos que documentan el conflicto. De igual forma, fueron compartidos con periodistas por médicos del hospital donde fue atendido, lo cual es respaldado por la Sociedad Médica Siria-Estadounidense.

Mohammad al-Ahmad, enfermero de radiología, estaba en la sala de emergencias cuando Omran llegó aproximadamente a las 9 p.m. con hematomas y corte en todo el cuerpo.

“El niño estaba traumatizado”, dijo al-Ahmad. “No estaba hablando cuando llegó. A los pocos minutos, empezó a llorar de dolor”.

Al-Ahmad limpió la cara de Omran y le vendó la cabeza, como mostraron imágenes compartidas por personal médico del hospital. Los médicos dijeron que no habían encontrado señales claras de lesión cerebral.

En el caos, los trabajadores hospitalarios, quienes se comunicaron a través de mensajes en línea, no pudieron precisar de inmediato cuáles de los parientes adultos del niño estaban vivos y si estaban con él.

Eso no es inusual, dicen trabajadores médicos, en una ciudad donde algunos niños muertos y lesionados ni siquiera pueden ser identificados porque son traídos solos. Los bombardeos generan tantos pacientes de golpe que los médicos los atienden en el suelo, y tanto hospitales como trabajadores médicos han sido atacados sistemáticamente en la guerra.

Más tarde, médicos en el hospital dijeron que habían verificado que los padres de Omran hubieran sobrevivido, aunque su hogar había sido destruido. Los parientes se negaron a hablar, diciendo que temían a represalias del gobierno. Los doctores dijeron que la familia pudiera tener parientes viviendo en territorio controlado por el gobierno.

Mahmoud Raslan, quien había tomado una parte del video y fotografías de Omran, dijo en entrevista que el niño vivía con su madre, padre y tres hermanos, y que todos habían acabado heridos.

Casos como el de Omran son una ocurrencia diaria en el oriente de Alepo, dijeron varios médicos, agregando que él había tenido la buena fortuna de haber llegado a un hospital que seguía abierto.

Al-Ahmed, el enfermero, dijo que otros tres niños habían sido hospitalizados con Omran, a la par de un hombre de 22 años de edad que había quedado atorado bajo escombro durante ocho horas. Aseguró que al menos tres personas habían muerto en el ataque.

“Pero, Omran captó toda la atención”, notó.

Raslan, el fotógrafo, quedó sorprendido de que las imágenes de este niño en particular captaran tanta cobertura noticiosa cuando, dijo, él fotografía eventos similares cada día.

Por la mañana del jueves, periodistas de todo el mundo estaban clamando en un grupo de conversación en línea por más información sobre Omran y su familia. Sin embargo, los médicos habían seguido con su trabajo.

Estaban manejando incluso otra afluencia de un bombazo en la mañana, publicando imágenes más tarde. Un niño yacía en el suelo, sin piernas. Angustiada, una mujer de negro se llevó la mano a la boca.

Otro niño yacía en una camilla, empapado de sangre, mientras un médico trabajaba en él. A los pocos minutos llegó otro mensaje de texto: El niño había muerto. Su nombre era Ibrahim Hadiri y había una nueva fotografía de su cara, con los ojos cerrados. No es probable que se vuelva viral.

Anne Barnard
© The New York Times 2016