Un niño muerde a un perro…

El periodismo mediocre, lambiscón, adulador, que busca reproducir la declaración oficial como si fuese voz de Dios, acuñó el término en que advertía que la noticia “no era que un perro mordiera a un niño, sino que un niño mordiera a un perro”.

Esa falta de atingencia sobre el concepto noticioso, lo que en realidad le duele a una comunidad, es la que prohijó por lo menos entre los medios de comunicación, el descuido que las autoridades le deben a los sucesos más cotidianos que pueden alterar nuestras vidas.

- Publicidad-

En las calles, las escuelas, las colonias, no es noticia que el alumbrado público no sirva. No es noticia que las tapaderas del drenaje desaparezcan y aparezcan en las recicladoras, mientras que el cadáver de un infante aparece a 3 kilómetros de donde se extravió, ya vida.

No es noticia que un niño muera por los golpes propinados por su padrastro, ni que unas semanas después, otro niño de casi la misma edad sea destrozado por los perros como si nuestra ciudad fuera una sucursal de Burkina Fasso, de Rwanda o del Congo.

Pero esas tragedias cotidianas no le interesan al periodismo del embute, del chayote, al que solo le interesa replicar la Palabra del funcionario que paga para que no le peguen.

- Publicidad -

El periodismo mexicano, se ha dicho, se compone solo del “dijo, aseveró, sostuvo, afirmó, enfatizó, declaró” y juró por su mamacita linda. Un periodismo armado a base de declaracionitis, que solo era publicado si contaba con una fuente que declarara.

Publicar que en el aeropuerto “Abelardo L. Rodríguez” se cocinan secuestros con la complacencia de la Policía Federal, reunirme con los hijos de una señora que confió en mí para difundir este abuso, no era procedente según ciertas mentes mediocres y galvanizadas, si no había una fuente que declarara.

- Publicidad -

Entonces los periodistas mexicanos no somos dignos de crédito. Aunque veamos que a los estudiantes de Tlatelolco los balacearan, o que hoy en día nuestros gobiernos rompan los records en materia de corrupción y nepotismo, no podemos escribirlo si alguien no lo declara.

No podemos seguir siendo testigos de una historia de abusos sin ser la voz de quienes no tienen voz. No podemos dejar que el periodismo se convierta en la caja de resonancia de quienes creen que el poder es eterno y los dineros públicos sirven para hacer entrevistas a modo, tersas y cómodas.

No basta un periodismo que cree que noticia no es que un perro muerda a un niño…