Nueve cosas por las cuales será recordado Obama

Mientras Barack Obama se prepara para dejar la Casa Blanca el 20 de enero, aquí van nueve cosas por las cuales su presidencia será recordada:
– Hacer historia –
Si los historiadores debieran escribir sólo una cosa sobre Barack Hussein Obama, destacarían que, 143 años después de la abolición de la esclavitud, un joven senador de Illinois se convirtió en el primer presidente negro de Estados Unidos.
Con 47 años recién cumplidos cuando asumió en 2009, Obama aprovechó la oratoria magistral para unir a una coalición electoral diversa detrás del mensaje de “esperanza y cambio”.
En funciones, Obama a veces luchó para transformar esa poesía en prosa de gobierno. Las tensiones raciales, marcadas por los tiros de la policía contra negros no armados y las teorías de conspiración sobre su lugar de nacimiento, persistieron.
Pero el hecho de haber sido elegido confirma los cambios monumentales de la sociedad estadounidense.

– Demasiado grande para fracasar –
El primer mandato de Obama estuvo dominado por la caída libre de la economía.
Una crisis inmobiliaria que provocó una crisis financiera y que saboteó a bancos y líderes de Wall Street, con metástasis en una crisis económica con proporciones globales.
El saliente presidente George W. Bush y la Reserva Federal habían hecho los primeros esfuerzos de contención, pero Obama afrontó la oposición ideológica con un gran estímulo fiscal, extendiendo el gasto público en 831.000 millones de dólares.
Ahora que deja el gobierno, las consecuencias sociales y políticas de aquel shock aún se sienten, pero la economía sumó nuevos puestos de trabajo durante 75 meses seguidos.

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– “Se hizo justicia” –
“Esta noche puedo anunciar al pueblo estadounidense y al mundo que Estados Unidos ha dirigido una operación que ha causado la muerte de Osama bin Laden”.
Con estas palabras, el 2 de mayo de 2011, Obama exorcizó la cólera y la frustración de millones de estadounidenses: que el país más poderoso del mundo no pudiera castigar al autor de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
La peligrosa operación de las fuerzas especiales también fue ilustrativa de su polémica estrategia de drones y ataques en la lucha contra el terrorismo.
Ahora que deja el gobierno, las filiales y afiliados de Al Qaida siguen siendo poderosos, pero sus cúpulas en Afganistán y Pakistán fueran diezmados.

– Esfuerzo legislativo –
“Es uno de mis pocos remordimientos sobre mi presidencia, que el rencor y la sospecha entre los partidos ha empeorado en vez de mejorado”, dijo Obama en su último discurso sobre el Estado de Unión.
Desde el momento en que Obama fue elegido, los republicanos en el Congreso votaron para oponerse a él con dientes y uñas.
Los esfuerzos para cerrar la prisión de Guantánamo y promulgar el control de armas -incluso después de la masacre de estudiantes en Sandy Hook, el punto emocional más bajo de su presidencia- fracasaron, víctimas del rencor partidista.

– Un acuerdo con Irán –
Durante más de dos décadas, Estados Unidos aplicó sanciones y acciones encubiertas para impedir que Irán obtuviera un arma nuclear. Obama lo intentó de una manera diferente, iniciando un diálogo secreto con la República Islámica.
Esa maniobra finalmente concluyó con un acuerdo que hizo que Irán detuviera su carrera hacia el arma nuclear a cambio de un alivio en las sanciones y una mayor legitimidad internacional.
El pacto debilitó las relaciones de Estados Unidos con los enemigos de Irán, Israel y Arabia Saudí, pero impidió una carrera armamentista en Oriente Medio y desactivó las tensiones entre Irán y Estados Unidos encendidas desde la revolución islámica de 1979.

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– Sin cambios sobre Siria –
Ninguna crisis internacional puso tanto a prueba la política exterior de Obama, o representó la barrera más alta para la intervención militar estadounidense como Siria.
Incluso cuando Bashar al Asad desafió la línea roja contra las armas químicas de Obama y mató a incontables miles de civiles, con el apoyo de las fuerzas rusas e iraníes, el hombre que llegó al gobierno con la promesa de la antiguerra rechazó todos los llamamientos para involucrarse.
Siria estará en crisis durante los próximos años.
Los críticos debatirán mucho tiempo sobre si la política de Obama fue apropiada y hasta qué punto esa decisión dañó la reputación de Estados Unidos, permitió que el grupo yihadista Estado Islámico creciera, incentivó una migración que viajó hasta una inestable Europa y permitió que Rusia e Irán extendieran su influencia en la región.

– Cambiar el clima –
Después del escepticismo climático de Bush, los ocho años de Obama en el poder concluyeron con un maremoto de legislación ambientalista, protección marina y de ecosistemas, freno de las emisiones de carbono y relanzamiento de las energías renovables.
En un intento por meter el ambientalismo en el cuerpo político estadounidense, Obama escaló los glaciares de Alaska, buceó en la isla de Midway y aceleró la ratificación del acuerdo climático de París.
La agenda ambientalista de Obama, sin embargo, se arriesga a caer frente a la agresión sostenida de su sucesor, lo que pone en duda la durabilidad de ese legado.

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– Un gran acuerdo –
Los demócratas intentaron y fracasaron durante décadas para proveer un plan de salud universal a los estadounidenses. Obama no logró hacerlo, pero extendió la cobertura médica a decenas de millones de ciudadanos que antes no tenían nada.
Los republicanos criticaron el ‘Obamacare’ como la encarnación del socialismo. Pero fracasaron en su intento por impedir que el plan fuera aprobado en el Congreso. Todavía pueden tener una grieta para derogarlo bajo la gestión de Donald Trump.

– Conociendo a los vecinos –
El viaje de Obama a Cuba será recordado de la misma manera que la visita de Richard Nixon a China, pero en verdad fue la piedra angular de un esfuerzo mucho mayor para mejorar las relaciones con América Latina.
Los líderes de izquierda que resurgieron en la región habían reavivado los recuerdos de “imperialismo yanqui”: golpes de Estado, escuadrones de la muerte e intervenciones armadas.
Casi 100 días después de su llegada al poder, Obama le dijo a los líderes regionales en la Cumbre de las Américas que Estados Unidos había cambiado.
La estrategia era negarle a presidentes como Hugo Chávez cualquier tipo de excusa que se convirtiera en un espectáculo antiamericano.
Se dio la mano con Chávez, se reunió con el nicaragüense Daniel Ortega y visitó la tumba del arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, asesinado por los escuadrones de la muerte vinculados con Estados Unidos.
Obama aludió “errores” en el golpe que instaló al dictador Augusto Pinochet en Chile, publicó documentos sobre la participación de Washington en la guerra sucia en Argentina y, por supuesto, visitó La Habana.