Nuevos sabores en la fábrica Wonka

LONDRES _ La puerta gris en el barrio Marylebone en esta ciudad no tiene ninguna marca, salvo por 12 palabras escritas en el riel superior: “Los más grandes secretos siempre están ocultos en los lugares más insólitos”.

Roald Dahl, el enigmáticamente creativo autor de libros infantiles del siglo XX detrás de “Charlie y la fábrica de chocolates”, escribió esa oración y sus herederos la colocaron arriba de la puerta, quienes desde un reducido conjunto de oficinas dentro buscan con empuje las formas de mundializar, digitalizar y monetizar sus extravagantemente maravillosas obras.

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El objetivo es ambicioso en extremo: hacer que cada niño en el mundo se comprometa con una historia de Roald Dahl.

Para llegar a eso, la sucesión, que cuenta con personal al que supervisa el nieto de 30 años de edad del escritor, está yendo más allá de los libros que lo hicieron famoso: se están desarrollando 23 proyectos de televisión, cine y teatro; así como una cocina de inventos con el tema de Dahl y aplicaciones inspiradas en los libros.

En sociedad con la sucesión Dahl, McDonald’s distribuyó selecciones de las historias con las cajitas felices en Gran Bretaña; Persil, un detergente para ropa, unió fuerzas con la sucesión para exhortar a los niños a tener “una aventura desordenada”, y Boden está introduciendo una colección de ropa infantil relacionada a Dahl. También existe un brazo de música clásica. (Un resultado: el compositor Benjamín Wallfisch escribió una adaptación orquestada de “Dirty Beasts”).

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La sucesión está saliendo de la decepción que tuvo con “The BGF”, una película dirigida por Steven Spielberg, que fue un fiasco en las taquillas estadounidenses en el verano, aunque se estrenó con fuerza en Gran Bretaña y hay signos de una mejor recepción en todo el mundo. Avanzan los altos riesgos: una transferencia a Broadway de una versión musical de “Charlie y la fábrica de chocolates”, a la que se le están haciendo modificaciones significativas, con un director nuevo, porque la versión londinense, a pesar de que atrae espectadores, no logró sorprender ni a los críticos estadounidenses, ni a los expertos teatrales.

Las medidas de la sucesión Dahl surgen cuando las sucesiones literarias navegan en la era digital, esperando utilizar las tecnologías y las plataformas narrativas para persuadir a generaciones nuevas de lectores (y espectadores) de que un autor ya fallecido sigue siendo relevante y emocionante, en tanto que están conscientes de que la exageración en los proyectos o una mala selección de ellos podrían dañar el valor y el alcance de largo plazo de las obras.

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A Dahl se le conoce más por cinco libros que incluyen, además de a “Charlie” y “Mi amigo el gigante”, a “Jaime y el durazno gigante”, “Matilda” y “Las brujas”, pero son 18 historias infantiles en total para las que la sucesión busca construir un público.

“Dado que la publicación está cambiando mucho, todavía hay, yo creo, un enorme deseo de llevar este tipo de mundo vívido y travieso a otros medios”, dijo el nieto Luke Kelly, el director administrativo de la Roald Dahl Literary Estate.

“Realmente, estamos cambiando de ser una sucesión literaria a ser más una empresa de historias y eso es un poco atemorizante para algunas personas”, añadió. “Eso no significa que ya no vamos a seguir pensando en los libros como nuestra luz guía. Solo quiere decir que también estamos pensando: ‘¿Cómo hacemos para que estas palabras e historias maravillosas lleguen de muchas formas a las recámaras de los niños, y a sus mentes e imaginaciones?’”.

Kelly dijo que la sucesión dona por lo menos 10 por ciento de sus ganancias a la beneficencia; no quiso hablar de los ingresos específicos y dijo que sus finanzas son privadas. Notó que la sucesión ha estado buscando colaboradores “en la liga de más alto nivel en su campo” con “un toque de sentido del humor negro”, así como “la comprensión del carácter británico de las historias”.

Entre quienes la sucesión escogió en años recientes están: Tim Minchin, un comediante y músico australiano, a quien se pidió que compusiera la partitura para “Matilda, el musical”. Minchin, seguidor de Dahl de tiempo atrás, quien creció con sus libros y se los ha leído a sus propios hijos, dijo que adaptarlo es “un desafío razonablemente grande” que requiere convertir historias episódicas en narrativas dramáticas y añadirles suficiente empuje emocional para hacerlas conmovedoras para los adultos, tanto como entretenidas para los niños.

“Estaba muy claro que entendían que se arruinaría a Dahl si se hacía demasiado al estilo de Disney; demasiado centelleante y empalagoso, pero tampoco quieres ser psicópata al respecto”, dijo Minchin. Agregó: “Tienen la experiencia de saber que si vas directo, la gente que adapta su obra, no captura, necesariamente, ese último 10 por ciento esquivo de lo que Dahl hace que nadie más puede hacer”.

Las adaptaciones, en particular para el teatro y el cine, empezaron en vida de Dahl. Las obras de teatro eran debidamente fieles a los libros; pero era frecuente que los finales en las películas fueran más suaves o más sentimentales. Por ejemplo, en la cinta “The Witches” de 1990, la cual denunció el escritor, se alteró el final para que el niño que es el centro de la historia tenga una larga vida como humano; en el libro, él decide una vida más corta como ratón. Dahl también declaró que no había gustado “Willy Wonka & the Chocolate Factory”, la primera adaptación cinematográfica de “Charlie”. Sin embargo, el musical de 1971, estelarizada por Gene Wilder, quien murió en agosto, fue tan popular, en especial en Estados Unidos, que se está revisando la adaptación teatral para que la refleja mucho más.

En los últimos años, la sucesión ha escogido como colaboradores a artistas más idiosincráticos y, por lo tanto, con mayor riesgo, _ los cineastas Tim Burton y Wes Anderson, por ejemplo, y la dramaturga Enda Walsh _, y ha aceptado permitir cambios en las tramas. Las adaptaciones más aclamadas artísticamente a últimas fechas _ “Fantastic Mr. Fox”, una cinta animada dirigida por Anderson, y “Matilda the Musical”, una obra de teatro de Dennis Kelly y Minchin, introducen nuevos elementos a la tramas de las historias de Dahl.

“Matilda”, que se estrenó en la Royal Shakespeare Company en el 2010, sigue presentándose en Londres y está en Broadway hasta el 1 de enero; también hay producciones en Australia y Toronto, también se reanudará una gira por Norteamérica en enero.

En el frente teatral, lo siguiente es una nueva versión escénica del “Fantastic Mr. Fox”, adaptada por Sam Holcroft con música de Arthur Darvill, cuyo estreno está programado para este otoño en el teatro Nuffield en Southampton, Inglaterra, seguido por las escenificaciones en otros teatros. Hay siete programas de televisión y siete películas en desarrollo, dijo Kelly, que reflejan muchos de los más grandes títulos de Dahl; entre ellos están la versión fílmica de “Matilda the Musical” y, según un artículo en “Deadline Hollywood”, una película de imágenes reales sobre “James y el durazno gigante”, que posiblemente dirigirá Sam Mendes.

También se están discutiendo precuelas o secuelas de los libros existentes, pero bajo el escrutinio particular de la sucesión. Y ésta tiene grandes esperanzas de infundirle nueva vida a títulos menos conocidos. El año pasado, Judi Dench y Dustin Hoffman estelarizaron una popular adaptación para la televisión británica de “Esio Trot”, y la Weinstein Company adquirió los derechos para Estados Unidos.

Por otra parte, con “Charlie y la fábrica de chocolate”, la sucesión tiene un título de grandes ventas, pero debe resolver cómo satisfacer a quienes les encanta la novela; a quienes recuerdan cariñosamente la cinta de 1971 o la nueva versión de Johnny Depp del 2005, y a quienes no conocen nada de lo anterior.

El musical en el teatro, dirigido por Mendes, se estrenó en Londres en el 2013 con críticas mezcladas; Jack O’Brien, quien promete cambios, va a dirigir la producción estadounidense, y se presentará a un colaborador nuevo y más vanguardista: el titiritero Basil Twist.

David Greig, el dramaturgo escocés al que se eligió para escribir el libreto para el musical “Charlie”, dijo que cada adaptación es un momento para que la sucesión le dé forma a cómo continúa vivo Dahl. “En lugar de solo decir que sí a los ofrecimientos de la gente”, comentó, “empiezan por decir: ‘¿Qué quieres? ¿Cuál es el legado que nosotros queremos?’”.

Michael Paulson
© 2016 New York Times News Service