Oposición colombiana al acuerdo de paz se alimenta de repercusión sobre derechos gay

Susan Abad contribuyó con información.

Para los muchos oponentes del presidente, nunca fue solo sobre descarrilar el acuerdo de paz.

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A medida que Colombia debatía cómo ponerle fin a 52 años de guerra con el mayor grupo rebelde de la nación, hubo el futbolista de la amada selección nacional que condenó el acuerdo, señaló al Presidente Juan Manuel Santos y lo acusó de prácticas que “no eran de Dios”.

Después estuvieron las iracundas marchas a lo largo de Colombia en este verano en contra de un ministro de Educación homosexual, que al poco tiempo crecieron hasta volverse un manantial de oposición al gobierno de Santos y el trato de paz que él estaba defendiendo.

“Mis compatriotas marchan en defensa de los valores familiares”, declaró Álvaro Uribe, el conservador ex presidente estuvo a la cabeza del ataque en contra del acuerdo de paz y reunió a los votantes religiosos de Colombia en su contra.

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El impulso de Santos para ponerle fin a la guerra le ha granjeado enorme reconocimiento en el ámbito internacional, culminando en el Premio Nobel de la Paz este viernes. Sin embargo, él ha enfrentado dura resistencia en Colombia, donde es enfrentado directamente por un creciente cisma cultural.

Cuando los colombianos rechazaron el fin de semana pasado el acuerdo de paz entre el gobierno de Santos y las Fuerzas Armadas y Revolucionarias de Colombia, o FARC, la decisión dejó en estado de choque a la región y expuso generaciones de de ira hacia los rebeldes. Muchos colombianos sintieron que los guerrilleros se habrían librado con demasiada facilidad en un acuerdo que hubiera permitido que una gran mayoría de ellos evitaran la cárcel.

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Sin embargo, todo parece indicar que detractores del acuerdo también han empleado algo más: un movimiento conservador que va resurgiendo, enojado por la inclinación liberal de Colombia en lo social en meses recientes.

“La oposición usó ese argumento con respecto al matrimonio homosexual, aborto, religión para atraer y convocar en contra de los acuerdos de paz”, dijo Juan Carlos Garzón, investigador en la Fundación Ideas por la Paz, grupo de investigación en Colombia. “Fue una estrategia eficaz para conducir a los electores más conservadores en contra del acuerdo de paz”.

Colombia ha sido largamente uno de los países más conservadores de la región. Sin embargo, el tono estuvo empezando a cambiar durante el año pasado.

En abril, la máxima corte de Colombia legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo y el año pasado eliminó barreras para la adopción de menores para individuos y parejas gay. El país, desgarrado por larga guerras drogas, legalizó la marihuana con fines médicos a finales del año pasado. Un impulso por levantar restricciones sobre abortos también surgió este año, a medida que se propagaba el virus del zika.

Entonces llegó el trato con las FARC. Para algunos conservadores, fue un puente demasiado largo: un pacto con una organización de guerrilleros marxistas que había aterrorizado a Colombia durante varias décadas.

“La gente ha usado la reacción a la agenda de paz para hablar sobre una retirada mayor de los conservadores en Colombia, una guerra cultural ampliada”, dijo Winifred Tate, profesor de antropología en el Colby College, en Maine, quien estudia a Colombia.

La derrota del acuerdo – ala cual le ayudó la baja concurrencia en regiones que votaron por el trato de paz – permitió que conservadores sociales dejaran sentir su fuerza, al tiempo que Santos era obligado a cortejar a sus oponentes en un intento por salvaguardar lo que restaba del acuerdo. Dos días después de la votación, Santos llevó a sus negociadores a reunirse con un gran grupo de pastores cristianos evangélicos para discutir sus inquietudes.

Susana Correa, legisladora en el Partido del Centro Democrático al que pertenece Uribe, dijo creer que el acuerdo contenía el tipo de subtexto que socavaba valores familiares y apoyaba perspectivas no-tradicionales sobre género y orientación sexual.

A las pocas horas de que Santos ganara el premio de la paz, Correa dijo que su partido seguiría usando esta “nueva era de modificaciones y correcciones para buscar un texto más conservador socialmente para el acuerdo.

“Las iglesias católica y evangélica se nos han unido para quejarse de que Dios no es siquiera mencionado en parte alguna de los acuerdos”, dijo.

La lucha entre conservadores sociales y el gobierno de Santos llegó al punto de ebullición este verano en torno a la educación. Gina Parody, la ministra de Educación del país, quien es gay, propuso baños mixtos y cambios a uniformes para darle menos énfasis al género. Ella también propuso la creación de un manual para estudiantes relacionado con la orientación sexual, siguiendo una orden de los tribunales del país para así hacerlo.

Los cambios propuestos generaron la ira de la extrema derecha del país. Un político acusó a Parody de “colonización gay”. Para mediados de agosto, miles de manifestantes – apoyados por Uribe – se reunieron a lo largo de Colombia, ondeando pancartas en las que denunciaron el matrimonio entre personas del mismo sexo y exhortando al país que defender la familia tradicional.

A medida que continuó la polémica en torno a los manuales, Parody renunció temporalmente a su puesto, asumiendo un trabajo como una de las figuras centrales en la campaña para apoyar el acuerdo de paz en el referendo nacional.

Al poco tiempo los dos temas – el acuerdo de paz y la lucha sobre orientación sexual y género – se volvieron lo mismo a los ojos de muchos.

En un video de YouTube publicado el mes pasado, Johan Molina, popular ministro, se queja de que el acuerdo no había sido “redactado en lenguaje común”, confundiendo su intención. Dijo que un grupo de pastores y otros expertos habían estudiado las condiciones y encontraron que el trato entraba en conflicto con la Biblia, debido a su indulgencia hacia los rebeldes.

“No ha habido arrepentimiento alguno de cualquiera de los líderes de las FARC, y la gente no puede darle el perdón a aquellos que no lo hayan pedido”, le dice Molina a su congregación en el video.

El mensaje religioso en contra del voto estuvo ganando tracción más allá de líderes cristianos. Antes de la votación, Daniel Torres, futbolista colombiano, presentó un video en línea en el que exhortaba a los cristianos a que votaran en contra del acuerdo.

“Quiero decirles que lo que han ideado, y las prácticas que están haciendo, no son de Dios ni vienen de Dios”, dijo Torres, hablándole a Santos mientras el video mostraba una foto del presidente inclinado ante una limpia indígena. “Esto no traerá nada bueno para nuestro país”.

Nicholas Casey
© The New York Times 2016