Partido laborista en GB enfrenta su peor crisis en décadas

© 2016 New York Times News Service

LONDRES – Paul Flynn, integrante de la izquierda de mentalidad independiente, ha servido como miembro del Parlamento durante casi tres décadas, pero hasta hace poco no había tenido un puesto de liderazgo en el Partido Laborista desde finales de los años 80. Mantenerse en las filas posteriores no era solo su decisión, dijo, sino también “la decisión de los últimos cinco líderes”.

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Es una señal de la desorganización en el opositor Partido Laborista que Flynn, de 81 años de edad, terminó no solo recibiendo una alta posición hace unas cuantas semanas, sino dos. Con la mayoría de los legisladores en busca de desbancar a su polarizador líder, Jeremy Corbyn, prevalece tal escasez de miembros del Parlamento dispuestos a servir bajo él que ha estado teniendo problemas meramente para mantener lleno su equipo.

Más que en cualquier momento desde la cúspide de la era Thatcher en los años 80, el Laborista está dividido, desmoralizado y en busca de una identidad. Responsable de algunos de los mayores progresos sociales de Gran Bretaña de Posguerra, incluyendo la creación de un sistema de cuidado de salud sin costo, el Laborista ganó elecciones en los años 60 y 70 y después mantuvo el poder durante 13 años hasta 2010. Pero desde entonces, ha registrado un descenso en su representación en el Parlamento y actualmente está enredado en una feroz lucha entre centristas y aquellos que quieren impulsar el partido en una dirección más ideológica.

Corbyn, integrante de la izquierda inflexible que llegó al poder con una plataforma de austeridad, ha ganado la lealtad de activistas del partido de las bases populares de manera muy similar a como hizo Bernie Sanders durante las primarias presidenciales de los demócratas en Estados Unidos. Sus detractores dicen que, como Sanders, Corbyn y sus partidarios a menudo parecen más cómodos peleando batallas perdedoras en torno a principios que en alcanzar un punto medio al servicio del progreso incremental. Muchos legisladores electos de los laboristas ven a Corbyn como inelegible en una elección general, llevando a un amargo desafío de liderazgo que prácticamente ha paralizado al partido y encendido especulación en cuanto a que pudiera dividirse.

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Los problemas del partido son mucho más notorios dado que fueron los gobernantes conservadores quienes desataron la agitación actual en política británica al pronunciarse por un referendo sobre la membrecía de la nación en la Unión Europea. La votación por salir le costó el cargo al Primer Ministro David Cameron, desató un espectáculo de una pelea por reemplazarlo y dejó a conservadores para llevar a cabo la división de Europa entre señales de debilitamiento económico.

Pero, aunque los conservadores se habían formado alrededor de su nuevo líder, la Primera Ministra Theresa May, las divisiones del Laborista solo se han vuelto más pronunciadas. Además, el drama secundario – incluyendo renuncias en masa del Gabinete alterno de Corbyn, así como un voto de no-confianza en el que cuatro quintos de sus legisladores votaron en contra de él y ahora, un desafío a la dirigencia – sugiere que no habrá una resolución rápida o fácil.

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En efecto, Corbyn está resistiendo, confiado de que los miembros y partidarios de las bases populares que lo eligieron a él como líder de manera contundente el año pasado desdeñarán las objeciones de legisladores laboristas y lo apoyarán de nuevo en una votación programada para septiembre.

Eric Shaw, historiador y autor de varios libros sobre el Partido Laborista, describió su apuro como “extraordinariamente serio”, y equiparó la crisis con la de 1931, el año de una derrota electoral aplastante e histórica.

Si Corbyn sobrevive, la dirigencia seguirá en guerra con la mayoría de los legisladores del Laborista, y las consecuencias electorales pudieran ser “bastante devastadoras”, destacó Shaw.

En el fondo andan al asecho serios problemas, quizá existenciales, para los laboristas. En la elección general del año pasado, el partido perdió todos menos uno de su escaños en Escocia – en otra época uno de los núcleos – y ha sufrido una hemorragia de respaldo en algunos bastiones tradicionales en el norte de Inglaterra ante el populista Partido Independencia de RU.

“Existe un cambio sociológico que es crucial y ha ocurrido con el deterioro en la conciencia de clases, cohesión e identidad”, dijo Shaw, agregando que la gente ya no tiende a pensar: “‘Aquí todos somos de clase trabajadora, votaremos por el Laborista'”.

Al mismo tiempo, dijo Shaw los sindicatos ya no están jugando un papel tan vital para impedir que el Laborista gire demasiado a la derecha o a la izquierda.

Sin embargo, el catalizador para la combustión más reciente fue el referendo en junio sobre la relación de Gran Bretaña con Europa. Corbyn fue responsabilizado por detractores de la desabrida campaña de los laboristas por permanecer en la Unión Europea, y muchos de sus legisladores temen que, con él al mando, el Laborista sería aplastado si May llegara a pronunciarse por una elección general anticipada.

Los detractores de Corbyn lo acusan de liderazgo deficiente, desempeños ordinarios en el Parlamento, el fracaso para acercarse más allá de comprometidos integrantes de la izquierda y estar más preocupado por controlar el partido que por ganar el poder.

Los seguidores de Corbyn ven al hombre como una persona de principios e integridad, inmaculado por los acuerdos y errores de los gobiernos encabezados por Tony Blair.

La atmósfera en el Parlamento pudiera ser venenosa, pero las coas afuera son peores, con partidarios de Corbyn acusados de intolerancia e intimidación. Un ladrillo fue arrojado a través de la ventana de la oficina de Ángela Eagle, la legisladora que desató el desafío de liderazgo en contra de Corbyn pero se retiró más tarde la contienda por sucederlo.

Eagle le dijo a la BBC que ella había estado siendo objeto de “ingentes cantidades de ‘bullying’, amenazas y mensajes desagradables”, que ella había desconectado el teléfono de su oficina debido al volumen de telefonemas abusivos, y que la policía estaba investigando una amenaza de muerte.

Legisladores laboristas opuestos a Corbyn se quejan que son blanco de ataques por parte de un grupo de las bases, que apoya a Corbyn, llamado Momentum. Las reuniones del partido fueron suspendidas hasta septiembre.

Sin embargo James Schneider, organizador nacional de Momentum, le dijo a la BBC que los legisladores no habían logrado entender el grado hasta el cual el Laborista, tras dos derrotas electorales, necesitaba transformarse en un partido que use “la membrecía masiva y que se organice en comunidades”.

Stephen Castle
© The New York Times 2016