Con ambos partidos en confusión, Gran Bretaña sopesa una elección general

LONDRES _ Los candidatos del Partido Conservador para suceder a David Cameron como primer ministro empezaron a postularse el miércoles. El Partido Laborista estaba deslizándose hacia una guerra civil en torno a si su líder, Jeremy Corbyn, puede mantener su puesto mientras la mayoría de los legisladores laboristas quieren que renuncie.

Dado el caos, se habla cada vez más de que el desenlace para la crisis política de Gran Bretaña pudiera ser otra elección general, quizá tan pronto como este otoño, en un esfuerzo por aportar más claridad al liderazgo y la dirección de la nación tras la votación de la semana pasada para abandonar la Unión Europea.

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Al actual Parlamento, elegido en mayo de 2015, aún le quedan casi cuatro años de su mandato de cinco. Pero una vez que los conservadores se pongan de acuerdo sobre un sucesor para Cameron, un proceso que probablemente se extenderá hasta septiembre, el nuevo primer ministro bien podría querer asegurar su propio mandato electoral, especialmente dado el marcado giro que ha dado Gran Bretaña y los conflictos en torno de cómo y si seguir adelante con el proceso de separarse de Europa.

Pero incluso la cuestión de una elección general adelantada está resultando divisiva.

Boris Johnson, el ex alcalde de Londres y líder de la campaña del “Leave” (salir), ha estado sondeando a otros miembros conservadores del Parlamento, en busca de apoyo para su candidatura y de sus opiniones sobre las ventajas de una elección general adelantada. Pero su principal rival, Theresa May, la secretaria del Interior, quien apoyó permanecer dentro de la UE, es considerada más como una candidata de la continuidad y quizá no quiera regresar ante los votantes tan pronto, una opinión compartida entre aquellos conservadores que fueron elegidos para sus escaños por primera vez hace 13 meses.

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Pero es la perspectiva de una elección rápida la que ha motivado que los parlamentarios laboristas traten de derrocar a su líder partidista, Corbyn, votando abrumadoramente el martes a favor de una moción de no confianza en él que es el preludio necesario para una contienda por el liderazgo.

Los rebeldes temen que bajo el liderazgo de Corbyn, un izquierdista de 67 años de edad que ha repudiado lo que queda del movimiento centrista Nuevo Laborismo de la era de Tony Blair, el partido sea aplastado y ellos pierdan sus escaños con un resultado incluso peor que en la pasada elección general de mayo de 2015, cuando los conservadores ganaron una abrumadora mayoría.

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Alrededor de tres cuartas partes del gabinete sombra de los laboristas, compuesto por legisladores experimentados que hablan sobre política en nombre del partido, han renunciado en lo que va de la semana, tratando de forzar a Corbyn a renunciar también.

Corbyn se ha negado. Ha dicho que buscará otro mandato entre los miembros de las bases y los simpatizantes de los laboristas, quienes lo eligieron por un margen sustancial en primer lugar. Pero es poco claro si sigue siendo tan popular entre las bases después de encabezar una campaña poco entusiasta para mantener a Gran Bretaña en la UE, cuando muchos votantes laboristas tradicionales eligieron quedarse en casa o votar contra la posición del partido.

El resultado de cualquier contienda también dependería de a quién encuentren los legisladores laboristas más centristas para postularlo contra Corbyn. Podría ser Angela Eagle, un personaje destacado de la izquierda más blanda e hija de un impresor, o un personaje más centrista como Tom Watson, quien fue elegido sublíder el año pasado. Otros posibles contendientes incluyen a Dan Jarvis y Chuka Umunna, los cuales decidieron no postularse contra Corbyn el año pasado, o Yvette Cooper, quien lo hizo y perdió.

Corbyn “no tiene planes para una inminente elección general”, dijo Cooper el martes, instándolo a renunciar rápidamente.

“Si prolonga esto mucho tiempo más, Jeremy estaría defraudando a los votantes laboristas y a las comunidades en todo el país que necesitan urgentemente una voz laborista fuerte en este momento, y que necesitan urgentemente un gobierno laborista”, dijo Cooper. “Espero que haga lo correcto en el partido y renuncie rápidamente porque no podemos ir a la deriva y dejar” que los conservadores” den forma al futuro de Gran Bretaña”.

En el Parlamento el miércoles, Cameron entró en la escena, pidiendo a Corbyn que renuncie y atribuyéndole parte de la culpa por el resultado del referendo.

“Podría beneficiarle a mi partido que él siga ahí”, dijo Cameron. “Pero no beneficia al país. Y yo diría: ‘¡Por todos los cielos, hombre, vete!’”

Para los conservadores, hay al menos un camino claro hacia un nuevo líder, y Johnson y May son los claros favoritos. Pero la historia del partido sugiere que los favoritos a veces zozobran. Stephen Crabb, de 43 años de edad, quien recientemente fue designado secretario del Trabajo y Pensiones y es un político prometedor con antecedentes en la clase obrera, también ha anunciado su candidatura, respaldada por el secretario de Empresas, Sajid Javid, de 46 años de edad, hijo de un chofer de autobuses originario de Pakistán.

Es probable que otros se postulen, incluido Jeremy Hunt, el secretario de Salud.

Según el sistema británico, la designación de un nuevo primer ministro del partido gobernante no requiere una nueva elección general. El primer ministro, después de todo, es solo el primero entre sus iguales, un legislador elegido por sus colegas para dirigirlos. La soberanía del Parlamento es suprema.

Pero en la práctica, el sistema británico se ha vuelto mucho más presidencial y se ha enfocado más en la personalidad, así que los mandatos individuales han llegado a parecer más importantes. Casi cuatro años sin uno sería mucho tiempo, especialmente dadas todas las incertidumbres vinculadas al abandono de la UE y las decisiones difíciles por delante.

Algunos dicen que creen que ningún líder nuevo disfrutaría de legitimidad sin una elección adelantada.

“Seguramente no puede ser correcto, como cuestión de principio democrático, que solo los miembros del Partido Conservador, que constituyen 0.003 por ciento del electorado total, debieran tener voz en la elección de un nuevo primer ministro”, dijo Nick Clegg de los liberales demócratas, quien fungió como viceprimer ministro de Cameron en un gobierno de coalición hasta la elección general del año pasado.

Otros argumentan que Gran Bretaña está en una situación especial, tras votar contra la pertenencia a la UE aún teniendo poca idea de qué la reemplazará. Antes de cualquier elección, dicen, el nuevo primer ministro debería negociar primero un acuerdo para sacar a Gran Bretaña del bloque, y luego buscar el apoyo de los votantes para el mismo.

Grahan Brady, presidente del influyente Comité 1922 de legisladores conservadores, dijo que “estas son decisiones difíciles que tomar”, pero añadió: “Tenemos una tarea grande y complicada que cumplir. Pienso que es totalmente razonable esperar que nosotros, el gobierno, nos embarquemos en ella, nos pongamos a trabajar en ello, busquemos negociar un resultado tan bueno como podamos antes de que se le pida a la gente que apruebe o rechace eso en una elección general”.

Pero esa es una opción de alto riesgo para un primer ministro entrante que probablemente encontrará que él o ella no puede cumplir lo que se prometió o los que esperaban los muchos que votaron por una salida británica, o Brexit.

Aun más, si un dañado Corbyn sobrevive al intento de golpe contra él, la tentación entre los conservadores para apresurarse a las urnas mientras los laboristas están tan débiles será casi irresistible.

Pero una lección mayor se ha sacado de la transferencia de poder en junio de 2007, cuando Gordon Brown sucedió a Tony Blair como primer ministro con tanto apoyo en el Partido Laborista que no hubo votación interna.

En el otoño de ese año, Brown parecía encaminado a convocar a una elección general para conseguir su propio mandato democrático, solo para retractarse cuando su ventaja en los sondeos de opinión empezó a reducirse.

Ese momento de indecisión fue visto como un error fatal del cual su gestión como primer ministro nunca se recuperó. Su autoridad disminuyó, y él perdió una elección en 2010.

Aunque esos líderes efectivamente tenían la libertad de convocar a elecciones generales cuando quisieran, la situación cambió con la nueva legislación que entró en vigor en 2011. Esta ley establece un mandato parlamentario de cinco años.

Steven Erlanger Y Stephen Castle
© 2016 New York Times News Service