Peña Nieto, reprobado por los mexicanos

La visión primitiva, esencialmente patrimonialista y ruin de gobernar que tiene Enrique Peña Nieto, lo coloca en el ánimo de la población como el presidente mexicano más impopular de que se tenga memoria.

Esta semana pregunté a través de mi Twitter que si Peña Nieto debería renunciar a su cargo y un contundente 92 por ciento contestó que sí.

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Más aún, una encuesta reciente reveló que el 63 por ciento de la gente reprueba la gestión de Peña. Cifra impensable en una democracia que, en cualquier otro país, hubiera ocasionado la renuncia o destitución del presidente.

Los datos ofrecidos por la encuesta son demoledores. Por un lado muestran que la imagen presidencial ya no la cuida ni la presa tradicionalmente vinculada al poder. Y por otra parte, ponen en evidencia

lo que es un secreto a voces: que Peña Nieto se ha ganado a pulso el repudio de la inmensa mayoría de la población.

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Cuando le preguntaron a los encuestados sobre las peores acciones del gobierno de Peña, las respuestas fue casi unánimes: las reformas estructurales, el combate a la delincuencia y la falta de oficio político para resolver el conflicto magisterial.

Casi el 70 por ciento de los interrogados por la casa encuestadora opinaron que el país va por muy mal camino y el 80 por ciento consideró que los programas sociales son un fracaso.

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La mala fama de Peña Nieto es general y abarca el ámbito internacional. No hay país que visite donde no sea recibido por multitudes con gritos de “asesino”, “corrupto” y “traidor a la patria”.

Lo ocurrido recientemente en Canadá donde el primer ministro Pierre Trudeau y el presidente Barack Obama expresamente mostraron su desprecio al colega del sur, fue un duro golpe de dos gobiernos vecinos a las acciones de Peña en materia de derechos humanos, ética gubernamental y congruencia.

A Enrique Peña Nieto no lo quieren ni en su casa. ¿Hace cuánto que no aparece en un evento cualquiera acompañado de su esposa y sus hijos? ¿Quién puede querer a un jefe de familia expuesto socialmente por convertir en hogar una mansión adquirida mediante el recurso del “moche” y cuya venta ha tenido que fingir para calmar la ira popular?

La legitimidad de Peña como presidente fue cuestionada desde el inicio mismo de su administración, acusado de comprar la elección presidencial aprovechándose de las necesidades de la gente humilde, cuyo voto condicionó con dádivas en efectivo, tarjetas de débito y recursos públicos destinados al desarrollo social.

A poco más de dos años de concluir su gestión, Enrique Peña Nieto ya fue acusado, vencido en juicio y sentenciado a la marginación y el oprobio por un pueblo harto de incompetencia para gobernar, su despotismo, su probada inmoralidad y su dudosa lucidez mental.