¿Su perro es un buen vecino?

Los neoyorquinos dirán que pasar una entrevista del consejo administrador de un edificio puede ser tan difícil como entrar a Harvard. Pero puede ser aún más difícil para Firuláis.

Además de hacer una infinidad de preguntas sobre finanzas, ocupación y conocidos y desconocidos, muchos consejos administradores ahora exigen entrevistar a los perros con la esperanza de evitar problemas angustiantes a futuro. Esos problemas podrían incluir a perros que ladran todo el día, vecinos con miedo y otras mascotas con comportamientos agresivos, o incluso mordidas.

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¿Cómo debe preparar a su perro para la entrevista del consejo administrador de un edificio? Algunos dueños se basan en enfoques simples como asegurarse que sus mascotas estén bien alimentadas o cansadas luego de una larga caminata. Sin embargo, el proceso ha llevado a algunos a tomar medidas más drásticas, incluyendo pruebas de ADN para comprobar el pedigrí de un perro, Xanax o terapia para mantener al perro calmado, sesiones fotográficas, cartas de recomendación y, cada vez más, certificados de buen comportamiento. La industria de las mascotas, naturalmente, ha respondido a la necesidad con campos de entrenamiento especiales y programas que declararán a su perro como ciudadano modelo.

El American Kennel Club ofrece uno de estos certificados para los egresados de su programa de Buenos Ciudadanos Caninos. Cerca de 1,300 perros de todo el país se graduaron del programa en 1989, cuando el club de perros comenzó a ofrecerlo, según la Dra. Mary Burch, directora del programa. El año pasado hubo 65,000 graduados.

Certificar el buen comportamiento de su perro no es solo una experiencia de Nueva York, dice Burch; “legislaturas de 42 estados han aprobado resoluciones que apoyan el programa”. Más consejos administradores de edificios, condominios y alquileres de todo el país “lo piden con mayor frecuencia”, destaca Burch, “como una agencia de alquileres vacacionales de Carolina del Norte y un condominio de Oregón”.

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La Ciudad de Nueva York tiene 75 instructores y evaluadores aprobados por el American Kennel Club que realizan aproximadamente 2,500 pruebas por año, afirma Burch. Uno de éstos es Instinct Dog Behavior & Training, en East Harlem, fundado en 2009 por Brian Burton y su esposa, Sarah Fraser, ambos consultores certificados de comportamiento canino y entrenadores profesionales de perros.

A la pareja también le han pedido que escriba cartas de recomendación para perros que han entrenado. Cuando Instinct abrió, recuerda Burton, veíamos “un puñado por año” de gente que preparaba a sus perros para entrevistas. Desde entonces, el número de clientes se ha triplicado.

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El escrutinio de perros no solo se está dando en Nueva York, o incluso en Estados Unidos. Melissa Ayre y su esposo, Eric Welles, enfrentaron la revisión de su perro, Mr. Milo (una mezcla entre salchicha y sabueso), cuando se mudaron a Sídney, Australia, el año pasado.

Primero tuvieron que afrontar una cuarentena, luego la aprobación de los “strata”, la junta directiva de la compañía de administración del edificio de alquiler. “Trabajamos con un especialista en reubicación que nos advirtió que los strata son notoriamente implacables a la hora de alquilar departamentos con animales”, dice Ayre. “Los strata no conocen personalmente al animal; miran el currículo y la carta de recomendación del perro y aprueban o rechazan a partir de eso”, explica.

Antes de mudarse, la pareja anotó a Mr. Milo en clases de Instinct. “Sarah escribió un brillante carta de recomendación y, afortunadamente, Mr. Milo fue aprobado casi inmediatamente”, destaca Ayre. Mr. Milo ahora pasa sus días brincando por Bondi Beach.

El programa de Buen Ciudadano Canino enseña a un perro a dominar 10 habilidades, desde sentarse hasta jugar correctamente con los demás. “Normalmente, los perros aprueban en entre tres y cuatro sesiones”, dice Burton. Una hora de clase privada cuesta 175 dólares, pero Instinct también ofrece “campos de entrenamiento” grupales.

Algunos dueños de mascotas toman el camino rápido y fácil para preparar a sus perros para la entrevista. “Los sedan”, dice Darryl Vernon, de Vernon & Ginsberg, un abogado de Manhattan que ha representado a varios dueños e inquilinos en casos de temas de mascotas.

Algunos edificios de Nueva York prohíben estrictamente las mascotas, mientras que otros imponen límites de peso o prohíben ciertas razas: los perros, por supuesto, no son una clase protegida. “Una junta de administración puede rechazar a un perro porque no les gusta”, dice Vernon, “o el edificio ya tiene demasiados perros o usted se está mudando a un departamento que está junto a alguien a quien no le gustan los perros”.

Dentro de las razas normalmente prohibidas en los edificios se encuentran los chow chow, los dóberman pinscher, los pit bull y los rottweilers, dice Burch. Son las mismas razas que pueden ser difíciles de asegurar y que a menudo son denunciadas por las empresas aseguradoras, afirma Burch, “como las que cuando ha habido algún incidente como una mordedura, alguien salió lastimado y las demandas fueron costosas”.

La raza podría haber sido un problema para Hudson, el perro que Sean McNeal y su esposa Melissa adoptaron de un refugio de la ciudad. “Estaba en la lista para proceder a la eutanasia”, dice McNeal. La pareja quería rentar un departamento en Upper West Side que limitaba a los perros a 27,2 kilos, que era el peso de Hudson, y que también evaluaba el comportamiento de las mascotas.

Los McNeal anotaron a Hudson en Instinct para enseñarle un poco de modales. El refugio les había dicho que Hudson era una mezcla entre pastor alemán y pit bull, lo que hacía temer a los McNeal que sus posibilidades se vieran aplastadas. “Sabía que teníamos que hacer algo”, explica McNeal. Con la corazonada de que el refugio se hubiera equivocado con la raza de Hudson, le mandó a hacer una prueba de ADN. El resultado: “Hudson en una mezcla de mastiff y akita”, dice McNeal.

Cuando lo McNeal le hicieron la prueba hace cuatro años, su veterinario envió una muestra de sangre a un laboratorio de pruebas genéticas, que les cobró 150 dólares. Empresas de Internet como Wisdon Panel venden paquetes, que parten desde menos de 100 dólares, que requieren un hisopado de los cachetes del perro para recolectar células y enviar la muestra por correo para ser analizada.

“Los consejos administradores pueden rechazar a una mascota por cualquier razón, pero no por la razón incorrecta”, dice Steve D. Sladkus, socio fundador del bufete de abogados Schwartz Sladkus Reich Greenberg Atlas, que se especializa en temas de bienes raíces. “Una de las razones incorrectas es la discriminación por discapacidad. Si necesito una mascota por una discapacidad física o emocional, como depresión, y me rechazan, la junta de administradores podría enfrentar un juicio por discriminación”, afirma.

Pero puede abusarse del fallo por discapacidad. “Algunas personas intentan esquivar el tema alegando discapacidad por depresión”, dice Sladkus. “Las personas cada vez más hacen solicitudes, algunas de buena fe, otras no”, señala.

Un edificio de alquiler ubicado en el 1150 de la Quinta Avenida tiene una entrevistadora de perros especializada (Hilary Adams Zwicky) a quien se le conoce cariñosamente en el edificio como la “encantadora de perros”. “Me pidieron que lo hiciera porque era de la administración que tenía perros”, dice Zwicky. “Y amo a los perros, a todos los perros”, incluyendo a las dos shih tzu (Poppy y Lucy) que comparte con su esposo Henry.

El proceso de entrevista de Zwicky es amigable. “Los invito a tomarnos unos cócteles” dice Zwicky, refiriéndose a los dueños. El perro también está invitado. “A veces le presento al perro a las chicas, mis pequeñas ayudantas, para ver cómo se llevan”. Si los perros se olfatean, las cosas van bien. “Toco al perro para ver cómo reacciona ante un extraño. Pregunto si tiene las vacunas necesarias, y si ha sido castrado”, destaca.

Hasta ahora, en los aproximadamente cinco años que ha estado examinando mascotas, ha entrevistado cerca de 10 perros y no ha rechazado ni uno, sin embargo ha recomendado que algunos “asistan a un campamento de entrenamiento para calmar sus comportamiento energético. Pero nunca he tenido ni un problema; son todos perros buenos”, afirma.

“Hilary cree que las buenas familias tiene buenos perros”, dice Lisa Macris, una residente del edificio. Ella y su esposo estaban viviendo en Connecticut cuando solicitaron comprar un departamento en el 1150 de la Quinta Avenida, y Keeler, su papillón, se quedó en casa durante la entrevista de la administración.

Pero Zwicky coció a preguntas a Macris sobre Keeler. “Hilary habló conmigo sobre nuestro perro, mucho”, recuerda Macris. Todo salió bien. “Le mostré fotografías”, recuerda Macris. “Y quizás le mencioné que Keeler provenía del mismo criadero cuyo papillón había ganado el premio al Mejor del Show en Westminster”.

Presumir un poco nunca hace mal. Keeler vivió con su familia en el 1150 de la Quinta Avenida desde 2009 hasta que murió esta primavera.

Kathleen Beckett
© 2017 New York Times News Service