¿Perversión?

 

CIUDAD DE MEXICO (apro).- Desconcertantes humanos, pasmada he visto que en estos tiempos de globalidad, posteriores al Estado de Bienestar (que mucho debió a Keynes y las luchas de masas), los más, las masas, están tirando piedras a sus propios tejados, esto es, que están votando a favor de la derecha, no sólo conservadora, sino incluso reaccionaria y hasta entreguista de los bienes públicos al gran capital, tanto nacional como extranjero: Perú, Argentina, España, por ejemplo.

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Desconcertada, me puse a pensar en la causa de ese hecho; largo tiempo pasó sin que pudiera descubrirla, cuando de repente se me abrió la puerta de fondo de sabiduría popular que es el refranero; luego luego me asaltó el que muy bien se explica el que en tantos países las masas, los más jodidos voten a favor de los que los han jodido en el pasado, no pocas veces en el presente y de que a todas luces los seguirán jodiendo en el futuro, como ocurrió y ocurre en España.

El refrán que me dio la clave es el siguiente: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, que tomado en lo personal bien puede significar prudencia cuando se interpreta como que es mejor alguien ya conocido aunque no sea perfecto que alguien nuevo, desconocido que promete maravillas… y no se le conocen las mañas…

En lo colectivo, sin embargo, no es válido ese dicho, sobre todo cuando se tiene la experiencia previa y se vuelve a votar por los que ya, repito, les han jodido en el pasado, en el presente y continuarán jodiéndolos en el futuro, no ejerciendo siquiera eso que llaman “voto de castigo”, es decir, votando por otros, con la justificación del refrán chileno que reza “Más vale diablo conocido que diablo nuevo por conocer”, el cual da por hecho que todos los políticos profesionales son lo mismo y demuestra un profundo pesimismo, lo que ya no puede calificarse de prudencia, pues es otra cosa muy diferente: Denuncia a personas acomodaticias, conformistas, que lo pueden ser por temor o por una apatía generada por el desencanto, por ver frustrados una y otra vez sus deseos e ilusiones.

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Esa situación es natural, la mente de cada quien va generando una serie de barreras protectoras… que terminan convirtiéndose en barrotes de una jaula que les impide vivir en plenitud su libertad y desarrollarse naturalmente.

Ese conformismo de tantos así vertebrados es el que posibilita al juntarse, al conformismo colectivo que hace de las masas un elemento social tan pasivo y manejable, que ha dado origen a refranes tan despectivos como los de “el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe” y al ¿de origen mexicano?: “El que por su gusto es buey hasta la yunta lame”. Estos refranes, como no hay verdades absolutas, tienen su parte de verdad, pero no toda. Verdad es, en cierta medida, que la jaula de barrotes protectores creada por el individuo, puede llevar al mismo a sentirse solo, al sentimiento de no pertenecer a ningún grupo, a la sensación de no tener identidad, a estar vacío e incluso a tener conciencia culpable, todo lo cual le posibilita que asuma con gusto el papel de víctima, a caer en el masoquismo, sin que necesariamente él mismo esté asociado a actividad sexual alguna.

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Ese masoquismo de masas, por su parte, propicia el sadismo (antes de continuar, debemos tener muy presente que el sadismo, lo mismo que el masoquismo, no son sinónimos de sexo, y que el sadismo en la actualidad se admite, puede ser el resultado de emociones humanas como el placer de dominar, conveniencia, el odio, la venganza e incluso ciertas concepciones arcaicas de justicia)… de individuos de la élites del poder que tienen en sus manos decisiones que a todos afectan, y del mismo modo.

Lo más sorprendente del caso es que a esos individuos que así actúan, no les preocupa el que sus decisiones perjudiquen a los más de sus prójimos, ya que las consideran expresiones de la verdad absoluta, que por serlo, hay que imponerlas por las buenas o por las malas… ¡por el bien de todos! Hasta de aquellos que lastiman y reprimen. Los hacen sin el menor escrúpulo, sin remordimiento, pues se sienten apoyados e incluso justificados por el masoquismo de los más, de esos que votan por ellos una y otra vez, con lo que dan por buena… ¿de manera instintiva o perversa?… la locución latina de volenti non fit injuria (no existe injusticia en lo que se acepta).

 

El aclarar cómo se engendra esa perversidad, es cuestión de otra carta.

Con el debido respeto que me merecen.

 

LA LECHUZA DE ATENEA