Plan de negocios de las romanas: Cocinar para tener una vida mejor

ROMA _ Una húmeda noche de julio, un puñado de italianos en la onda se arremolinaban alrededor de un puesto de comida en un festival de música alternativa en Roma, tratando de descifrar algunas de las ofertas exóticas: mici, sarmale y dolma.

Estas exquisiteces de los Balcanes _ albóndigas a la barbacoa, envoltorios de col y pimientos rellenos _ son los ingredientes básicos de un plan empresarial que cocinó un grupo de romas que buscaban mejorar su vida y salir del campo, abarrotado e insalubre, en Roma, donde viven actualmente.

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Se hacen llamar las Reinas Gitanas.

“¿Cocinar? He cocinado, prácticamente, desde que nací”, comentó una de las chefs, Florentina Darmas, de 33 años, con tres hijos, quien es originaria de Rumania.

Como muchas romas, a Darmas la criaron para adoptar el tradicional papel de esposa, madre y cuidadora en la sociedad predominantemente patriarcal.

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Sin embargo, hoy en día, está tratando de derribar algunas de las barreras que enfrenta su grupo tradicionalmente marginado, usando el lenguaje universal de la comida.

“Yo puedo aprender de ti, y tú puedes aprender de nosotras”, dijo, ventilando densas nubes de humo sobre docenas de micis de puerco muy apretados que chisporroteaban en una parrilla sobre carbón.

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“Nos dimos cuenta de que había un potencial sin salir, en la comunidad, especialmente por parte de las mujeres”, notó Mariangela de Blasi, una trabajadora social de la Arci Solidarietà Onlus, una organización no lucrativa con sede en Roma, que trabaja con marginados y administra el negocio de cáterin en crecimiento.

Sus “sueños quedan suprimidos a menudo por el condicionamiento cultural de su sociedad y por los prejuicios externos”, comentó De Blasi, y agregó: “Las romas enfrentan una discriminación doble”.

En efecto, alimentar a cientos de clientes hambrientos, como lo hicieron en el festival de música de Roma, no fue nada en comparación con otros retos que encaran.

Esos retos incluyen un prejuicio profundamente enraizado en contra del pueblo roma que prevalece en la sociedad italiana, la xenofobia atizada por los grupos ultraderechistas por toda Europa, y la resistencia de los miembros de mentalidad más tradicionalista de la comunidad roma.

En teoría, la política nacional de Italia está orientada a integrar a los roma, de conformidad con las recomendaciones de la Unión Europea. En la práctica, los resultados han sido nimios y, en cambio, los gobiernos municipales fondean la construcción y el mantenimiento de los campos roma en las ciudades más grandes de todo el país.

Los campos han generado críticas por violar los derechos de los roma. No solo no satisfacen los estándares mínimos de una vivienda adecuada, sino que también refuerzan la segregación de los roma, dijo Carlo Stasolla, el presidente de la Azzociazione 21 Luglio, una organización sin fines de lucro que trabaja con el pueblo roma.

Aun cuando son menos de 10,000 los romas que viven en los campamentos en Roma, fueron un tema prominente en las elecciones para alcalde en junio.

El problema enorme “demostró cómo los romas siempre han sido objeto del debate público y político en una forma exagerada”, dijo Roberto Bortone, un asesor en la oficina nacional contra de la discriminación de Italia.
“La cuestión roma siempre se representa como una emergencia en el debate público”.

Cuando apareció un artículo en un sitio web de un periódico local sobre las Reinas Gitanas, se hicieron comentarios llenos de insultos racistas.

“Fue impresionante. La gente especuló sobre si cocinaban ratas o recogían la comida en los botes de basura”, contó De Blasi la trabajadora social.

“Lo hablamos con las mujeres y hasta lo convertimos en un chiste”, agregó. “Pero también nos hizo reflexionar a todos sobre la imagen que la gente tiene de los romas, y comentamos las dificultades que enfrentarían. Es bueno que sepan a qué se enfrentan”.

Hasta la comunidad roma no ha apoyado por completo las ambiciones de las Reinas Gitanas.

Las mujeres de más edad se quejaron de que las Reinas Gitanas estaban descuidando sus papeles tradicionales porque trabajaban largas horas fuera del hogar. Un esposo asistió a una reunión para sacar a rastras a su esposa. De un grupo inicial de 20 mujeres, ahora solo cinco integran al equipo de cáterin.

“Por eso es que estamos tomando esto lentamente”, comentó De Blasi, y describió al campo como un pueblito con sus prejuicios y limitaciones. La esperanza es “no crear demasiados impactos culturales y generar una enorme distancia entre el interior y el exterior”.

El interior, para las Reinas Gitanas, es el campo Via Candoni, una de las ocho “villas solidaridad” autorizadas en Roma para los romas. A solo 11 kilómetros del Coliseo, el campo, infestado de ratas y basura, bien podría estar en otro planeta.

Darmas ha vivido en el campo en la Via Candoni desde que llegó de Rumania hace 15 años. Comentó que aun si las condiciones no son tan malas como algunos dicen que son, vivir en el campo conlleva un estigma que es difícil sacudirse.

“Tenemos que irnos”, dijo. “Cuando la gente oye que vivimos allí, no quieren contratarnos”.

Esa también ha sido la experiencia de Codruca Balteanu, de 23 años. Con seis meses de embarazo de gemelos y un pequeño de tres años en la casa, sacó el diploma para trabajar en restaurantes y hoteles, pero le ha resultado difícil encontrar empleo.

“Cuando solicitamos empleo, nos vestimos con vaqueros, normalmente”, pero, por lo general, los posibles empleadores pueden decir que eres roma, comentó. “Luego fingen que no tienen vacantes”.

Así es que las Reinas Gitanas se han responsabilizado de crear sus propios empleos, con la esperanza de salir del campo.

Todas las Reinas Gitanas sueñan con abandonar Via Candoni, cuyo propósito era albergar a 500 personas cuando lo establecieron hace 16 años, pero hoy su población es del doble.

Si funcionan sus planes empresariales, las Reinas Gitanas esperan comprar un camión de comida o rentar una cocina sobre una base más permanente; cimentar un trabajo estable que traerá dinero para la renta.

“Salirme es mi primera prioridad”, señaló Hanifa Hokic, de 31 años, divorciada, con cinco hijos entre ocho y 12 años, originaria de Bosnia.

Ya una vez antes lograron salir del campo. Sus hijos tendrán mejores oportunidades fuera del campo, notó, así es que insiste en que vayan a la escuela. El negocio del cáterin es un paso hacia el mundo exterior, notó. “Estamos determinadas a avanzar”.