Para promotores de ‘BreXit’, caída de libra indica el final de la fiesta

LONDRES – Para aquellos inclinados despreocupadamente hacia la perspectiva de que Gran Bretaña encontraría de alguna forma una manera de cortar su relación con la Unión Europea sin drama alguno o consecuencias financieras – como cancelar una reservación de auto de alquiler, con un poco más de papeleo – este viernes fue un aleccionador día de la verdad.

A medida que la libra británica registró un descenso de alrededor de 6 por ciento contra el dólar estadounidense en el lapso de dos minutos en las primeras transacciones en Asia, los mercados ofrecieron un recordatorio de que el divorcio suele ser conflictivo, caro y plagado de incertidumbres. Rara vez termina felizmente.

- Publicidad-

La venta fue tan frenética y expedita que aquellos que intercambian divisas para ganarse la vida hablaron de transacciones computarizadas que se volvieron locas, algoritmos erráticos en el trabajo o errores de registro de datos. El descenso en el valor de la libra parecía excesivo, y al poco tiempo recuperó algunas pérdidas, aunque la divisa británica cayó alrededor de 17 por ciento – alrededor de 25 centavos de dólar – desde el 23 de junio, el día que Gran Bretaña votó por abandonar Europa.

Pero, más que nada, la precipitosa caída al parecer avalaba una realidad cada vez más inconfundible: la votación de Reino Unido por salir de la Unión Europea – Brexit, en jerga común – ha puesto a sus relaciones comerciales con el mundo en terreno incierto y potencialmente peligroso. Eso representa riesgos para la economía británica, haciendo que sea menos atractivo contener su dinero.

“El mundo cree que RU va a ser más pobre en el futuro y lo consideran más caro para transacciones”, dijo Paul Johnson, el director del Instituto para Estudios Fiscales, institución independiente de investigación en Londres. “Esencialmente, el mundo está apostando en contra de la libra”.

- Publicidad -

Y en contra de la economía británica.

Todo parece indicar que la causa inmediata de la caída fue un discurso en París la noche del martes por parte del presidente francés, François Hollande, en el cual aprobó la perspectiva de que Gran Bretaña debe ser obligada a tragarse las desagradables condiciones de salida para desalentar a otros integrante de la Unión Europea de que busquen la salida.

- Publicidad -

“Reino Unido ha decidido llevar a cabo un Brexit, incluso creo que un Brexit duro”, dijo Hollande. “Bien, entonces, nosotros debemos ir hasta el final a través de la voluntad de RU para dejar la UE. Tenemos que tener esta firmeza”.

Prosiguió: “De no hacerlo, pondríamos en peligro los principios fundamentales de la UE. Otros países querrían abandonar la UE para obtener las supuestas ventajas sin las obligaciones”.

Brexit Duro, Brexit Suave, Brexit Estrellado. Nadie sabe realmente qué significan estos términos (y el último es inventado).

Sin embargo, crudamente, dividen resultados potenciales en los que Gran Bretaña mantiene inclusión efectiva dentro del mercado único de Europa – un dominio que se extiende desde Irlanda hasta Rumania, con alrededor de 500 millones de personas – y en los que GB termina afuera.

La línea de Hollande hizo eco de un discurso pronunciado por la Canciller de Alemania, Ángela Merkel, ese día.

La semana empezó con un reconocimiento por parte de la nueva primera ministra conservadora de RU, Theresa May, en el sentido que el acceso al mercado europeo probablemente sea una baja de la búsqueda británica de una aspiración primaria expresada en la votación del Brexit: imponer límites a la inmigración.

Dirigentes europeos han mostrado determinación en cuanto a que el libre movimiento de personas a través de fronteras de naciones integrantes es un costo no negociable de admisión en el mercado en común.

Pero la gente a favor del Brexit ha mantenido inflexiblemente la ilusión de que Gran Bretaña podía lograr ambas cosas: que podía conservar acceso al mercado europeo al tiempo que seguía controlando la inmigración. Al destruir esa idea, el reconocimiento de la primera ministra sacudió con fuerza los mercados.

Lo que está en juego es considerable. Reino Unido envía casi la mitad de sus exportaciones a otros integrantes de la Unión Europea. Los gigantes de la banca global han convertido a Londres en un centro financiero que rivaliza con Nueva York, usando ejes en Londres para extender su alcance a través del resto del mercado europeo.

La inversión ha llegado a manos llenas a Gran Bretaña proveniente de todo el mundo, conforme gran fabricantes han establecido plantas para que puedan vender sus productos a lo largo de Europa sin incurrir en aranceles.

En uno u otro grado – y nadie sabe realmente cuánto – el Brexit pone en juego todo esto.

Se prevé que las negociaciones entre RU y Europa comiencen al principio del próximo año. Sin consideración a los resultados, deberán ser ratificados por los demás integrantes de la Unión Europea, lo cual significa que las perspectivas económicas de Gran Bretaña están atadas a las ambigüedades de la política nacional en otros 27 países.

De alguna forma, toda una combinación de personas estuvo en negación hasta ahora”, dijo Adam S. Posen, ex integrante del comité que fija tasas en el Banco de Inglaterra y ahora el presidente del Instituto Petersen de Economía Internacional en Washington.

“Hubo la gente que creó que el Brexit sería revertido”, prosiguió. “Hubo la gente que ilusamente creyó que habría un Brexit suave, y todos los europeos del norte serían buenos con ellos. Y hubo las personas que creyeron que este grupo a cargo de las negociaciones británicas de alguna manera iba a cerrar un buen trato. Todos los delirios se han quedado sin material”.

Peter S. Goodman
© The New York Times 2016