El pueblo puede perdonar, pero no olvida

En un acto de increíble hipocresía, Enrique Peña Nieto pretende hacernos creer que está arrepentido de haber recibido como soborno una lujosa mansión de una empresa constructora que se benefició con él como funcionario público, primero como gobernador del Estado de México y actualmente como presidente de la República.

Peña Nieto le pide perdón al pueblo de México y reconoce su error por la Casa Blanca, que valuada en 86 millones de pesos fue construida por el grupo Higa para ser utilizada como residencia por el presidente, su esposa Angélica Rivera y los hijos de ambos.

La disculpa pública de Peña Nieto suena hueca por varias razones. En primer lugar porque ya estamos hartos de sus mentiras, pero además, porque si fuera sincero su arrepentimiento entregaría la mansión al patrimonio nacional, tal vez, para convertirla en el Museo de la Corrupción.

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Desde luego que hay razones fundadas para que el presidente pida perdón por sus múltiples atropellos a la población y a la patria.

Por ejemplo, Enrique Peña Nieto debe pedir perdón a los padres de los 43 estudiantes desaparecidos en la noche triste de Ayotzinapa.

Enrique Peña Nieto debe pedir perdón a la Nación entera por haber desmantelado la economía del país entregando los recursos naturales y la industria a sus amigos, mediante las llamadas Reformas Estructurales.

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Enrique Peña Nieto debe pedir perdón a los maestros por robarles los ahorros de toda la vida cancelando sus posibilidades de retiro digno. Y por haber ensangrentado las calles reprimiendo manifestaciones pacíficas de profesores que sólo pedían respeto a sus derechos.

Enrique Peña Nieto debe pedir perdón a 63 millones de mexicanos sumidos en la pobreza, mientras que su gobierno sólo se preocupa por enriquecer a una cúpula empresarial de la cual forma parte.

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Enrique Peña Nieto debió pedir perdón, en su momento, a los habitantes de San Salvador Atenco, por haberlos reprimido brutalmente cuando ocupaba el cargo de gobernador del Estado de México.

Enrique Peña Nieto debe pedirnos perdón a todos por ridiculizar la institución presidencial cada vez que hace una gira internacional.

Enrique Peña Nieto ha sido un presidente inepto, autor de múltiples errores y abusos de poder.

Su pedido de perdón me recuerda las lágrimas de cocodrilo de José López Portillo cuando lloró ante la Nación jurando que defendería como un perro la estabilidad del peso.

Enrique Peña Nieto es la peor pesadilla de los mexicanos y ahora pretende aprovecharse de su bondad.

¡Pero, no se equivoque presidente!

Es cierto que el pueblo noble de México puede llegar a perdonar… pero jamás olvida. Porque los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo.