Rebecca de Alba tiene temple de acero

GUADALAJARA, JALISCO.- Sus movimientos son cuidadosos y a la vez naturales. Así es Rebecca de Alba, una mujer que la seguridad y la congruencia de sus palabras la han acompañado a través de 30 años de éxitos plasmados permanentemente en el modelaje y en la conducción de televisión.

Se dice que las mujeres guapas son las más frívolas; sin embargo, en el caso de la zacatecana, la situación es muy diferente. Su eterna sonrisa habla por sí misma, no hay un doble discurso ni tiene pelos en la lengua; pues más que presumir un cabello sedoso o un cuerpo de ángel, Rebecca está orgullosa de ser quien es, especialmente cuando se trata de ser leal a sí misma con sus pensamientos e ideales como mujer y figura pública.

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Pues aunque ha estado presente en los mejores eventos de moda, televisión y belleza, la ex Señorita México (hoy Nuestra Belleza México) no se considera artista, esclava de la moda o un referente de la perfección femenina. De hecho, le resulta complicado definirse quién es Rebecca de Alba.

“Me considero una persona generosa, de carácter fuerte, determinante, que toma sus propias decisiones, no soy influenciable; además de que crecí entre mujeres que casi casi daban miedo del carácter y la seguridad que emprendían en sus vidas”, resaltó Rebecca en entrevista para esta casa editorial, quien además mostró empatía al hablar un poco acerca de sus primeras influencias que marcaron pauta en su carrera artística para llegar a ser una persona que no pierde la cabeza ni se desborda de ego con tantos reflectores.

“Crecí con la normalidad. Cuando tenía seis años de edad mi abuela tenía su negocio, ella era comerciante que decoraba y ponía tapices en la paredes. De hecho, ella me enseñó que el hombre es un complemento de la vida, no lo es todo para una mujer. Igualmente, el trabajo es un complemento. Todo es un complemento y se tiene que unir para tener armonía en la vida. Pero si de todas esas siete cosas solo se tienen dos o tres en balance, está perfecto, no se tiene que tener todo como se ve estereotipado en las mujeres”.

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Resaltó que desde niña se propuso a ser coherente con sus palabras y acciones, independientemente a lo que se dedicara profesionalmente en un futuro. “Yo en un inicio quería estudiar Relaciones Internacionales porque me encantan y se me facilitan los idiomas. Pero se dio que en 1986 que estaba frente a las cámaras en vivo conduciendo un Miss México junto a Raúl Velasco, fue él que me dijo que tenía madera de buena comunicadora. No dormí durante como dos noches. En ese transcurso mi mamá me dijo algo muy sabio: ‘mira hazlo, si no te gusta no lo tienes que volver hacer’”.

Afortunadamente para la presentadora mexicana el gusto por estar frente a las cámaras la flechó de inmediato y hoy en día su elección la hace sentirse plena satisfecha y feliz con la vida que construyó a base de constancia y perseverancia.