Un remoto país en el Pacífico está amenazado por el aumento del nivel del mar

TARAWA, Kiribati _ Un día muy brillante de invierno, una marejada arrasó con un dique oceánico cerca de esta ciudad, en el remoto y bajo país insular de Kiribati, destrozando puertas y ventanas en el Hospital Betio, y lanzando arena y escombros por todo el pabellón de maternidad.

Beero Hosea, de 37 años, un mozo, apagó la electricidad y ayudó a cargar a las madres aterradas entre los escombros y el agua hasta una escuela cercana.

“Si la próxima está combinada con una tormenta y vientos más fuertes, ese será nuestro fin”, notó. “Va a cubrir a toda esta isla”.

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Durante años, los científicos han estado pronosticando que gran parte de Kiribati podría ser inhabitable en cuestión de décadas, debido a una acometida de problemas ambientales vinculados al cambio climático. Y por el mismo lapso, muchos aquí han prestado poca atención. Sin embargo, mientras que los científicos son renuentes a atribuir cualquier evento específico, climático o de mareas, al aumento en los niveles del mar, la marejada del invierno, conocida como marea rey, fue una escalofriante llamada de atención.

“Nos impresionó”, dijo Tean Rube, una pastora de la iglesia Kiribati Uniting. “Nos dimos cuente de que, está bien, el cambio climático es real”.

Los países insulares en el Pacífico están entre los más vulnerables, física y económicamente, al cambio climático y a los eventos climáticos extremos, como inundaciones, terremotos y ciclones tropicales, dijo el Banco Mundial en un informe del 2013. Mientras las potencias mundiales sostienen reuniones cumbre para negociar tratados sobre cómo reducir y mitigar las emisiones de carbono, los habitantes de la pequeña Kiribati, una excolonia británica con 110,000 habitantes, están debatiendo cómo responder antes de que sea demasiado tarde.

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Gran parte de Kiribati, una colección de 33 atolones coralinos e islas de arrecife dispersas en una franja del océano Pacífico, más o menos del doble del tamaño de Alaska, no está a más de seis pies sobre el nivel del mar. Los modelos climáticos más recientes indican que los océanos del mundo podrían aumentar de cinco a seis pies para el 2100. La perspectiva del aumento en el nivel del mar y la intensificación de las tormentas “amenazan a la mismísima existencia y la subsistencia de grandes segmentos de la población”, le dijo el gobierno a Naciones Unidas en un informe el año pasado.

En el estudio se expone el futuro de Kiribati con detalles apocalípticos. El agua arrasaría las vialidades elevadas, paralizando la economía; los arrecifes coralinos degradados a causa del calentamiento del agua harían posible que olas más fuertes golpearan la costa incrementando la erosión, y trastocarían el suministro de alimentos que depende muchísimo en los peces a viven en los arrecifes. Las temperaturas más altas y los cambios en las precipitaciones incrementarían la prevalencia de enfermedades, como la fiebre del dengue y el envenenamiento por ciguatera.

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En respuesta, esencialmente, Kiribati (se pronuncia KII-rii-ba en el idioma local) ha estado elaborando planes para cuando desaparezca. El gobierno ha promovido “la emigración con dignidad” para la que exhorta a los habitantes que tienen capacidad para trabajar que consideren mudarse a otros países. Adquirió cerca de 6,000 acres en Fiyi, un país insular a más de 1,000 millas de distancia, como un refugio potencial. Fiyi es más elevada y tiene una costa más estable por lo cual es menos vulnerable.

Anote Tong, un expresidente que consiguió que se hiciera la adquisición en Fiyi, dijo que también tenía el propósito de ser un llamado de atención al mundo. “El problema del cambio climático es real, grave y nos guastaría hacer algo al respecto, si es que se van a tomar el tiempo para ello”, dijo en una entrevista reciente. Sin embargo, hacer que un país completo empaque no es fácil, y podría no ser posible. Y muchos habitantes de Kiribati siguen siendo escépticos respecto de la necesidad de prepararse para una eventualidad que podría tardarse décadas todavía.

Los escépticos incluyen a los habitantes rurales, menos instruidos, de las islas exteriores, que dudan que puedan desarrollar las habilidades necesarias para sobrevivir en otros países, y cristianos que ponen más fe en la protección de Dios que en los modelos climáticos. “Según su creencia bíblica, no nos vamos a hundir porque Dios es la única persona que decide el destino de cualquier país”, dijo Rikamati Naare, el editor de noticias de Radio Kiribati, la transmisora operada por el Estado.

La adquisición de terrenos en Fiyi no fue el primer esfuerzo para abordar el futuro peligroso

Mike Ives
© 2016 New York Times News Service