Un renacimiento de la fiebre del oro en Italia, con pepitas del tamaño de migajas

VERMOGNO DI ZUBIENA, Italia Italia quizá no sea el primer lugar que se le venga a la mente cuando escucha las palabras fiebre del oro.

Pero, durante miles de años, esta zona de la región piamontesa norteña, a la que algunos llaman la Klondike de Italia, ha atraído a gambusinos que buscan el oro que fluye corriente abajo del río Elvo desde los depósitos dejados hace eones por los glaciares alpinos que están desapareciendo.

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Las fiebres del oro en el área han tenido altibajos a lo largo de los siglos, pero han visto un renacimiento en los años recientes golpeados por la recesión. Un número cada vez mayor de personas ha estado contactando a asociaciones locales de buscadores de oro con la esperanza de enriquecerse rápidamente.

En un fin de semana reciente, bateadores de todo el mundo llegaron a un claro para el Campeonato Italiano de Buscadores de Oro. Bajo un sol candente, se metieron hasta las rodillas en aguas fangosas, removiendo arena y graba con una batea con surcos en busca de ápices de oro.

“Algunas personas tienen la idea de que uno va y encuentra oro como si fuera un cajero automático”, dijo Arturo Ramella, uno de los fundadores de la Asociación de Bateadores de Oro de Biella fundada hace 20 años, la cual organizó la competencia. Pero, en Italia, la mayoría de las pepitas que se encuentran son del tamaño de migajas.

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“Sabemos que no se puede vivir de esto, así que tratamos de desalentar a la gente”, dijo Ramella. “Hay algunos jubilados que van todos los días y si encuentran una hojuela o dos puede servir de ayuda, pero eso no va a sustituir un salario, no en Italia”.

Dicho esto, el área tiene más de un indicio de fiebre del oro “porque siempre existe la posibilidad de encontrar oro aquí, es una arroyo muy atractivo”, comentó.

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El Elvo corre al lado de la Reserva Natural de la Bessa, una ex mina aurífera a cielo abierto que durante unos 100 años entre los siglos II y I a. de C. fue el “depósito de oro más grande del mundo antiguo”, dijo Aldo Rocchetti, director de un museo sobre el campo aurífero de la Bessa en Vermogno.

Si los romanos pudieron conquistar tanto del imperio y tan rápidamente como lo hicieron en tiempos republicanos, fue en gran parte gracias a este oro “que pagó armas y mercenarios”, dijo Rocchetti.

La arena donde se celebró el campeonato italiano es llamada Victimula, en honor de la antigua población que fue conquistada por los romanos y probablemente usada como mano de obra del antiguo campo aurífero.

Las primeras competencias empezaron en Finlandia en 1978 y los campeonatos mundiales se celebrarán en Escocia en agosto (el fotógrafo del Times Gianni Cipriano y yo nos ofrecemos como voluntarios para ir), los cuales tienden a ser eventos muy reñidos, aunque divertidos.

Las competencias no solo permiten a las personas medirse con otros, sino que también son un buen indicio de cuánto oro va a encontrar uno cuando batea en un arroyo.

“Todo se trata de práctica”, dijo Ramella, quien también es presidente de la Asociación Mundial de Bateadores de Oro.

Los competidores llevan sus propias bateas, que pueden variar en tamaño, profundidad y número de ranuras, pero deben cumplir con las especificaciones de la asociación. En su mayor parte, las bateas de madera y acero han sido reemplazadas por modelos de plástico, y una veloz batea ligera y plana conocida coloquialmente como la “batea Ferrari” se ha vuelto popular.

“En realidad, la llamamos la batea Aston Martin”, dijo James Linnett, un novato británico en el bateado de oro que ya ha conseguido varias medallas en las competiciones, así como pepitas de varios tamaños, las cuales mostró orgullosamente a los otros competidores. Planea fundir parte del oro para una argolla para su prometida para su boda el año próximo, una práctica que es popular entre los bateadores de oro.

Linnett se quejó de que los programas televisivos de realidad en Estados Unidos y el Reino Unido embellecían la búsqueda de oro, “haciendo pensar a la gente que pueden sacar gramos de los ríos”, pero que la realidad era que la búsqueda de oro requería mucho trabajo duro y paciente. “Solo una o dos piezas pequeña en un día es un buen día”, dijo.

Si el bateado de oro en la actualidad es mayormente un pasatiempo, fue mucho menos divertido para las legiones de mineros a menudo empleados a la fuerza que trabajaron en los vecinos valles alpinos ricos en oro durante siglos.

Hasta mediados del siglo XX, seguían operando minas subterráneas en el Valle de Anzasca, al norte, las cuales durante siglos atrajeron a miles de trabajadores de toda Italia.

“No fue tanto una fiebre del oro sino un fiebre del empleo”, dijo Gloria Casella, cuyo esposo es dueño de la Guia Gold Mine, la única abierta a los visitantes. Era un trabajo arduo y peligroso ya que el oro se extraía primero usando plomo y luego cianuro.

“Eran obligados a trabajar como animales”, dijo Riccardo Bossone, su esposo, y muchos trabajadores también murieron de la enfermedad del pulmón negro. Se le conocía como “el valle de las viudas y los huérfanos”, dijo.

“Lo que es peor es que veían a sabiendas de que morirían jóvenes”, comentó. “Una tragedia”.

Todas las minas auríferas del área eventualmente fueron cerradas porque los costos laborales superaban a las utilidades. “Hay más oro debajo del Monte Rosa que en África, pero debido a los costos y las leyes ambientales ya no se extrae”, dijo Rocchetti de uno de los principales macizos de los Alpes peninos.

Hoy, la búsqueda de oro en Italia se realiza principalmente en arroyos y ríos en Piamonte, Lombardía y el Valle de Aosta. Las leyes regionales ponen un tope de cinco gramos a la cantidad que puede encontrarse en un día.

“¡Ya quisiéramos! Nunca encontramos más de unos cuantos gramos”, dijo Giuseppe Pipino, el italiano que trajo el bateado de oro competitivo a Italia (aunque ya no participa).

“Nos dedicamos más a enseñar a las familias sobre la búsqueda de oro”, dijo Pipino, cuya propia asociación está basada en el Valle de Orba, en torno a otro arroyo rico en oro.

Como otros gambusinos, no ve la necesidad de usar detectores de metal. El oro en los ríos italianos a menudo es demasiado fino para ser detectado electrónicamente, “y por aquí sonaría continuamente debido a las tapas de las botellas”, dijo.

(Un italiano mostró una pepita de 49.7 gramos que se dice es la más grande encontrada en el área en 1,200 años, pero declinó decir dónde la había encontrado por temor a que el área fuera invadida.)

Las leyes regionales regulan la manera en que el oro puede ser bateado. En Piamonte, por ejemplo, los medios mecánicos están prohibidos y la búsqueda debe hacerse usando bateas.

“Pero en temporadas neblinosas, hay algunas personas que excavan hoyos enormes en los arroyos. Es un problema ambiental, y luego todos los bateadores son vistos de mala manera”, dijo Ramella. “Aprendimos de los buscadores antiguos, que tenían un código de honor”.

Giorgio Bogni, un buscador de oro y geólogo de Sesto Calende, pasa todo el tiempo que puede en los arroyos. “El bateado de oro es divertido; es un pasatiempo, pero también es una forma de meditación, en la naturaleza, con los sonidos del río alrededor”, dijo.

“Habitualmente es un día de trabajo agotador”, añadió, “y uno llega a casa y su esposa mira los dos átomos que uno encontró y dice: ‘¿Eso es todo?’ Pero yo soy feliz”.

Elisabetta Povoledo
© 2017 New York Times News Service