Rusia, de por si reinsertándose en Medio Oriente,entra a refriega Israeli-Palestina

© 2016 New York Times News Service

JERUSALÉN – Al tiempo que Estados Unidos se va retirando tras años de frustrados esfuerzos por romper el insuperable atolladero entre israelíes y palestinos, Rusia está dando un paso adelante con su propio impulso por llevar paz a una tierra fracturada.

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Un enviado especial ha estado transportándose a través de la región, líderes israelíes y palestinos están compitiendo por posición, y Rusia sigue insinuando que una reunión cumbre en Moscú pudiera estar a la vista. No importa que casi todos los involucrados aquí coincidan en que el esfuerzo casi seguramente no conducirá a un arreglo de la disputa de varias décadas de existencia.

El nuevo impulso de Rusia por la paz, parte de la reinserción del Presidente Vladimir Putin de Moscú a la región de una manera profunda tras años de retirada, al parecer gira en torno a todo menos encontrar paz en Oriente Medio. Más bien, es sobre las ambiciones Moscú y competencia con Washington, ejemplificada por su intervención en Siria.

La campaña militar de Putin en apoyo al Presidente Bashar Assad de Siria ha transformado la dinámica de ese conflicto y convertido a Rusia en un prominente actor en la geopolítica del área, frustrando esfuerzos diplomáticos de Washington. Este viernes, el secretario de estado de EU, John Kerry, se reunió con su homólogo ruso, Sergey V. Lavrov, en los últimos de varios enfrentamientos frenéticos, pero fútiles hasta ahora, sobre cómo resolver la guerra civil de Siria, ya en su sexto año.

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A la par de su profundo compromiso en Siria, el reacercamiento reciente de Rusia con Turquía y la frágil alianza en desarrollo con Irán han hecho de Rusia un importante actor en la región de una forma que no se había visto desde la Guerra Fría.

El empeño diplomático del Kremlin en Jerusalén se ha vuelto algo similar a un juego de billar geopolítico de tres bandas, en el cual cada parte está contando con el tiro experto para colocarse en una mejor posición. Israel está decidido a desviar lo que considera más intervenciones amenazantes por parte de los franceses o incluso los estadounidenses. La dirigencia palestina, ante desafíos internos y la caída del respaldo en las calles, está intentando apuntalar su posición en casa y el extranjero demostrando que está dispuesta a hacer algo.

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Casi es irrelevante saber si una reunión efectivamente tiene lugar, mucho menos produce progreso tangible hacia reconciliación entre dos poblaciones hostiles.

“Yo no creo que incluso los rusos tengan mucha esperanza de que ellos van a hacer magia”, dijo Zakaria al-Qaq, profesor de estudios de seguridad nacional en la Universidad Al-Quds en el oriente de Jerusalén.

Si bien Rusia siempre ha estado involucrada de manera irregular en esfuerzos de paz israelí-palestinos a lo largo de los años, Putin ahora parece determinado a tomar la delantera, tanto como un empujoncito a Washington en medio de persistente tensión a causa de Siria y Ucrania, así como demostración de significado ruso. Putin se ha esforzado por desarrollar una relación con el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, incluso al tiempo que Netanyahu ha peleado con el Presidente Barack Obama.

“Ellos están impacientes por convertirse en un importante actor, un pez grande en Oriente Medio”, dijo Zvi Magen, ex embajador israelí ante Rusia, quien es investigador sénior del Instituto para Estudios de Seguridad Nacional, en Tel Aviv. “La idea no es alcanzar algún resultado específico, pero es bueno para Rusia. Ellos no necesitan resultados. Necesitan el proceso en sí”.

Hasta ahora, todo lo que ellos tienen es el proceso. Después que el enviado especial de Putin se reuniera en días recientes con oficiales de Netanyahu de la Autoridad Palestina encabezada por el Presidente Mahmoud Abbas, Moscú declaró que ambos habían accedido a reunirse “en principio”. Sin embargo, no se había fijado fecha alguna, y ninguna de las partes confirmó abiertamente un acuerdo para sentarse.

Hasta ahora Abbas insistió en que antes de cualquier reunión, Israel debe congelar su construcción de asentamientos en Cisjordania y liberara prisioneros. Netanyahu había insistido en que él se reuniría, solo si no había precondiciones.

No quedó en claro si Abbas había abandonado sus condiciones, pero incluso si lo había hecho, su equipo mantenía escasa esperanza por una reunión a corto plazo.

Un prominente oficial palestino, quien insistió en el anonimato debido a la cambiante naturaleza de la diplomacia, dijo que su lado había accedido a una reunión en principio, pero no había fecha y él no esperaba que la hubiera pronto.

Este oficial se negó a especificar si Abbas estaba exigiendo alguna condición para la reunión, diciendo solo que “no se había dado cambio alguno en la posición palestina” con respecto a la construcción asentamientos. Reiteró la afirmación palestina en el sentido que la demanda por un congelamiento de asentamientos no es una precondición, sino una obligación bajo el derecho internacional.

Los palestinos argumentaron que Netanyahu fue el que no quería realmente una reunión mediada por los rusos. Sin embargo, su oficina sostuvo que él iría a cualquier parte, en cualquier momento, para reunirse siempre que no se requirieran condiciones para sentarse.

“Si la Autoridad Palestina puede decir con una voz que ellos están dispuestos a reunirse sin precondiciones, entonces el Primer Ministro Netanyahu se reunirá con el Presidente Abbas”, dijo David Keyes, uno de los portavoces del líder israelí.

Siempre un estratega astuto, Netanyahu parece estarle apostando a que los palestinos nunca soltarán sus condiciones mientras él logra argüir que está abierto a negociaciones. En realidad, dijeron analistas, él quiere socavar un esfuerzo francés por mediar pláticas y está preocupado en particular de que Obama, su némesis, pudiera ir a Naciones Unidas tras la elección estadounidense en noviembre, para buscar una resolución que trace condiciones de un posible acuerdo de paz.

Si existe siquiera la apariencia de progreso en Moscú, Netanyahu espera que eso pudiera desalentar a Obama de actuar por temor a parecer que está interfiriendo, dijeron algunos académicos. “Es bueno para mostrarle a Estados Unidos que él es un jugador relativamente bueno en este juego”, dijo Magen, el ex embajador israelí”.

Netanyahu también pudiera albergar un interés doméstico en seguir dando la impresión de progreso, si va en serio con respecto a ampliar su coalición gobernante atrayendo a Isaac Herzog, el presente líder de la oposición, y cuando menos parte de la Unión Sionista, su partido de centro-izquierda.

En otra indicación de la tóxica atmósfera que no parece conducente paras pláticas de paz, Netanyahu divulgó un video este viernes acusando a la dirigencia palestina de exigir un estado palestino sin “un solo judío” en él. “Hay una frase para eso”, dijo. “Se llama limpieza étnica”. Los palestinos han protestado por este cargo que se ha sumado últimamente, diciendo que hay una diferencia entre lo que Netanyahu está alegando y su negativa a legitimar los asentamientos.

Los palestinos ven la oferta de paz de Moscú como una forma de mantener su causa en la pantalla del radar internacional. Para Abbas, que enfrenta disensión interna, es igualmente una manera de mantener el poder.

“Los palestinos quieren transmitir la impresión de que su problema está por los cielos y todos están perdiendo el sueño debido a la cuestión palestina”, dijo Qaq. “Pero, creo que eso es una ilusión”.

Abbas prefiere el esfuerzo encabezado por los franceses, quienes tradicionalmente han simpatizado más con la causa palestina, y él debe maniobrar cuidadosamente para impedir que los rusos lo señalen como el obstáculo a la paz, dijeron analistas.

No es que el esfuerzo ruso haya tenido muchas probabilidades de cualquier forma. “Todo es una tontería” dijo Ziad Abu Zayyad, periodista y ex ministro de la Autoridad Palestina, por la radio israelí. “Yo no veo el punto de una reunión entre Abu Mazen y Netanyahu”, agregó, usando el mote de Abbas. “Ya hubo decenas de reuniones como esta, y no rindieron fruto”.

Peter Baker E Isabel Kershner
© The New York Times 2016