Se ve afectada la identidad de una generación europea

PARIS _ Se podría decir que la suya es la generación de la Triple E.

Está Erasmus, el programa de la Unión Europea por el cual se organiza y subsidia a los intercambios estudiantiles entre las universidades de los 28 países miembros y de otras partes. Está el easyJet, una línea aérea económica que les permite saltar de una ciudad europea a otra tan fácil y barato como si se recorriera una urbe. Y está el euro, la moneda utilizada en la mayoría de los países miembros.

Los jóvenes adultos ahora están luchando con lo que, para su forma de vida profundamente europea, significa el voto de Gran Bretaña para salirse de la Unión Europea. Para ellos, es perfectamente normal crecer en un país, estudiar en otro, trabajar en un tercero, compartir un departamento con personas que tienen pasaportes diferentes y hacer sociedades sin importar la nacionalidad.

- Publicidad-

“Significa que no vamos a ser hermanas ni hermanos de un gran proyecto”, dijo Antoine Guéry, de 24 años, un francés cuyo currículum vitae y red de amistades proporcionan un curso intensivo de geografía europea.

“En el mejor de los casos, vamos a ser aliados”, amigos, pero ya no familiares. “Se siente menos a hogar”.

Guéry trabaja en una firma de relaciones públicas en París, pero había estado buscando oportunidades de trabajo en Londres _ un ejercicio que hizo a un lado inmediatamente después de la votación de la “Brexit” el 23 de junio. Tiene un grado por la universidad Sciences Po en París, pero también estudió en la de Estocolmo y en la de Potsdam en Alemania.

- Publicidad -

Fue en Estocolmo que dos alemanas, Carolina Leersch, ahora de 26 año, y Kim Seele, de 28, se integraron a su círculo cercano. En Berlín, Guéry vivió con la tía de Seele, tuvo un novio irlandés y se hizo amigo de Lauren Muscroft, quien es británica, y de Marion Desbles, quien es de Rennes, Francia.

Este grupito y otros parecidos, sin lugar a dudas, son un subgrupo dentro de un subgrupo, parte de una cuarta E _ la elite _ que estudió en las principales instituciones del continente y aprovecharon que las puertas paneuropeas estaban abiertas para ellos. Separar a Gran Bretaña de la Unión Europea podría aguarle la fiesta a esta generación globalizada en cuanto a cambios futuros importantes, como el mercado digital europeo para las transmisiones en directo de cine y música, y la cancelación, para el año entrante, de los cobros por “roaming” cuando se cruzan fronteras de la Unión Europea.

- Publicidad -

Días antes del referendo británico, Guéry, Muscroft y Desbles se preguntaban, en broma, mientras esperaban en la fila de los pasaportes en el aeropuerto de Barcelona, España, si a los británicos como Muscroft pronto los sacarían de la línea de la Unión Europea.

Ahora, los amigos se preguntan si sus hijos podrán beneficiarse de Erasmus como lo hicieron ellos. Si su seguro médico europeo los seguirá cubriendo en Gran Bretaña. Si Francia pronto seguirá con un voto “frexit”, los Países Bajos con “Nexit” y quién sabe qué tanto más.

“Mi reacción inicial cuando sucedió fue sentir que me habían arrancado parte de mi identidad”, dijo Muscroft, de 24 años, quien trabaja en Londres en un sitio para ordenar comida por internet. “Una cosa con la que siempre sentí una fuerte conexión, hacia Europa, es un sentido de un destino unificado; el hecho de que todos estamos en esto juntos, y que nos beneficiamos unos de otros mediante esta unión”.

Quizá la fuerza más profunda en la creación de esta identidad europea fue Erasmus, ahora llamado Erasmus+, que se creó en 1987 y que había apoyado a 3.3 millones de personas que estudiaban o se capacitaban en ultramar al finalizar el año académico 2013-2014, según un informe de la Unión Europea. (No obstante, en los últimos cinco años, menos de cinco por ciento de todos los graduados universitarios en los países participantes eran estudiantes Erasmus.)

Magali Ballatore, una socióloga en la Universidad de Aix-Marseille en Francia que escribió un libro sobre el programa Erasmus, dijo que sería difícil saber si los exalumnos del programa tenían una mentalidad internacionalista debido a esa experiencia o si, para empezar, esa posibilidad los había atraído hacia él.

Sin embargo, es más factible que los europeos más jóvenes reporten un apego a la Unión Europea, que quienes tienen 55 años o más, según la encuesta de opinión Eurobarómetro mas reciente. En Gran Bretaña, antes de la votación, las encuestas mostraron que 57 por ciento del electorado entre los 18 y los 34 años quería que se quedara en el bloque. (Un porcentaje idéntico de los mayores de 55 años apoyó a la campaña por la salida.)

Después de la votación, muchas voces jóvenes han expresado su miedo y su desesperación.

“Nunca he estado tan enojado”, dijo Guéry. “Les estaba enviando mensajes de texto a amigos, a personas que estuvieron en Erasmus, gente que vivió en Gran Bretaña o Alemania. Estábamos indignados que esto pudiera ser el detonante de la destrucción de la única cosa buena que han hecho estos gobiernos en 50 años: la paz”.

Todavía no se sabe qué tipo de relación negociará Gran Bretaña con la Unión Europea, pero no es factible que el comercio se detenga en seco y no es probable que los viajeros de corto plazo encaren rigurosos requisitos para sacar visas. En cuanto al programa Erasmus de la Unión _ en el que Gran Bretaña clasificó en quinto lugar de los estudiantes que mandó al extranjero y en cuarto por los estudiantes extranjeros a los que recibió hace dos años _, se permite que participen los países que no son miembros, como Islandia, Noruega y Turquía. Mientras Gran Bretaña no salga oficialmente de la Unión, el programa también continuará.

Guéry y sus amigos se reúnen cada tres a seis meses _ a veces, de nuevo en Berlín, pero también en Bruselas, Budapest y otras ciudades. Eso también significa mayor exposición a personas y lugares muy diferentes.

“Nunca tuve una opinión sobre Noruega, por ejemplo, antes de mudarme al extranjero”, comentó Muscroft. “Y, de pronto, uno de mis amigos más cercanos es noruego”.

Incluso este grupo incondicionalmente pro europeo sabe que la Unión está lejos de ser perfecta. (“Hay que dejar de votar sobre cosas estúpidas como la etiquetación del aceite de oliva, y hay que responder ante la necesidad de seguridad y una política de inmigración”, notó Guéry.) Los amigos esperan que la salida de Gran Bretaña empujará a las instituciones a reformarse, pero también existe la preocupación de que avive los extremos políticos en sus lugares de origen.

“Lo que más me preocupa es cómo Marine Le Pen y otros dirigentes en el Frente Nacional están utilizando este tipo de debates para sus propios propósitos políticos”, dijo Desbles, una maestra de 25 años de edad, refiriéndose al partido de extrema derecha y a su dirigente, quien está a favor de un rompimiento similar de Francia.

Guéry ha estado pensando en sus abuelos y bisabuelos que se llevaron la peor parte de las dos guerras mundiales.

“Tanta de mi familia sufrió por la estupidez del nacionalismo”, dijo. “No puedo imaginar que mi continente retroceda 50 años”.

Aurelien Breeden
© 2016 New York Times News Service