Sin pantalones

Alguna vez mi amigo y compadre Fernando Estrada, policía judicial desde hacía años, fue acusado por los encargados de la recicladora “El gato” ubicada en la Zona Norte, de extorsionarlos so pena de encarcelarlos por comprar objeto robados.

El caso se cayó en un juzgado cuando testigos “presenciales” dijeron haber visto cómo uno de los titulares de la recicladora le daba dinero a Fernando cuando ambos se encontraban a bordo de la patrulla.

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Como buen policía judicial de ese entonces, Fenando compraba sus propias patrullas y se encargaba de polarizarlas. Nadie podía ver lo que ocurría al interior de la unidad.

Mi amigo y compadre ya falleció pero el tema de las recicladoras y los materiales robados continúa, quizás hoy con más fuerza que antes.

Se compra robado y por consiguiente, se desvalijan casas, se saquean comercios y se roban carros o todo aquel material susceptible de ser comprado. Bueno, hasta las tapas de las alcantarillas y ya vimos lo que pasó en febrero de 2015 cuando el menor Iván Alexander Sánchez cayó en uno de esos registros sin cubierta, solo para ser encontrado sin vida tres días después.

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Lo que ocurre en la ciudad en ese tipo de niveles, de operación de establecimientos como las alcantarillas, es un asunto de claras responsabilidades que ni el estado ni el Ayuntamiento han querido enfrentar.

Les tiene sin cuidado, no le interesa y como en el caso del alumbrado público o la instalación de gasolineras adyacentes a planteles escolares, nos dejan en el abandono. Argumentan complejidades, leyes, recovecos y retruécanos, pero la respuesta es más simple: ni Jorge Astiazarán ni Francisco Vega tienen los pantalones para poner orden en Tijuana ni en Baja California.

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En sus casas, simple y sencillamente no mandan. A Astiazarán se le quiere para que firme los cheques y a Vega de Lamadrid no se le tomó en serio y él sabe bien de lo que se está hablando, pues en su Salón de Caza, había más cuernos de los que él exhibía.