Tiempos de auge para los nuevos distópicos

NUEVA YORK ⎯ Cuando Omar El Akkad estaba escribiendo su primera novela, “American War”, sobre un Estados Unidos no tan futurista que ha sido devastado por una guerra civil, asesinatos con drones, atentados explosivos suicidas y los estragos del cambio climático, no tuvo que inventar mucho. El arruinado paisaje y el colapso social que imaginó se basó en parte en escenas que había atestiguado como corresponsal de guerra en Afganistán.

            “Nunca pretendí escribir un libro sobre el futuro”, dijo, sonando aún un poco perplejo. “Pienso en ello como proyectar de nuevo la historia”.

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            Pero sucedió algo extraño después de que El Akkad terminó la novela. Las calamidades que describió empezaron a parecer más una profecía funesta que ciencia ficción. La división ideológica cada vez más amplia entre el Estados Unidos azul y el rojo, que solo se ha profundizado después de la elección presidencial, ha aplicado una pátina no intencional de urgencia y oportunidad a su historia.                 “A uno no le gusta imaginar el final de una partidismo extremo, pero eso es exactamente lo que Omar ha hecho en este libro”, dijo Emily St. John Mandel, autor de la novela post apocalíptica “Station Eleven”.

            “American War” es una de varias nuevas novelas distópicas que parecen canalizar las ansiedades de Estados Unidos, con líneas argumentales catastróficas sobre el calentamiento global, la desigualdad económica, la polarización política y el fin de la democracia. Si hay un hilo temático que conecte a esta generación de libros del día del juicio final, pudiera resumirse cruelmente como: “Las cosas quizá parezcan malas, pero podrían volverse mucho peores”.

            En la novela de Lidia Yuknavitch “The Book of Joan”, el planeta en 2049 ha sido destruido por la guerra y el cambio climático, y los ricos han emprendido la retirada hacia el cielo a un complejo suborbital desvencijado controlado por una celebridad multimillonaria convertida en dictador que continúa succionando recursos de la Tierra.

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            “Creé un mundo que está a solo corta distancia de nuestro presente”, señaló Yuknavitch en un correo electrónico. “Uno en el cual nuestros objetivos actuales simplemente han llevado a sus conclusiones lógicas: guerra incesante, degradación ambiental, la explotación de la Tierra como recurso, la brutal estratificación de la humanidad”.

            Hechos catastróficos similares impulsan a “Void Star” de Zachary Mason, una novela alucinante en la cual los mares en ascenso han vuelto inhabitables grandes franjas del planeta, y empobrecido a las masas apiñadas en favelas en San Francisco y Los Ángeles, mientras los ricos tienen ejércitos privados y vehículos de conducción autónoma blindados y se someten a tratamientos médicos que extienden la vida. Mason, un científico computacional que se especializa en inteligencia artificial, ideó un mundo donde las fronteras entre las máquinas y la gente se han vuelto cada vez más porosas y una IA poderosa y semejante a Dios accede ilegalmente a la mente de las personas.

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            El futuro es incluso más sombrío en “NK3” de Michael Tolkin, que tiene lugar en Los Ángeles, después de que un microbio convertido en arma y desarrollado por científicos norcoreanos ha arrasado con el planeta, destruyendo la memoria e identidad de las personas. El escritor Chris Kraus llamó a la novela “brillante y apenas especulativa” y la calificó de “el primer libro de la era de Trump”.

            (Para los lectores ansiosos de una dosis de utopía, visiones del futuro ligeramente menos alarmantes pueden encontrarse en “New York 2140” de Stanley Robinson, en la cual la ciudad está en parte sumergida por el ascenso de los océanos pero sigue siendo vibrante, y la oscuramente divertida “Walkaway” de Cory Doctorow, una novela de próxima aparición sobre la búsqueda de propósito de un hombre idealista en un país que ha sido arrasado por el clima extremo, la disparidad económica y el colapso de la sociedad civil.)

            La ficción distópica y post apocalíptica ha sido una constante en las listas de los libros mejor vendidos durante años. Series para adultos jóvenes como “The Hunger Games” y “Divergent” han vendido decenas de millones de ejemplares y engendrado franquicias cinematográficas exitosas, y prominentes escritores literarios como Cormac McCarthy y David Mitchell han experimentado con escenarios del fin del mundo en sus novelas. Pero la obsesión actual con el colapso de la civilización parece menos una tendencia cultural lúdica y más un ataque de pánico colectivo.

            Mientras los expertos e historiadores se preocupan por la erosión de la democracia de Estados Unidos y el ascenso del totalitarismo, los lectores están acudiendo en tropel a clásicos distópicos como “The Handmaid’s Tale” de Margaret Atwood, “Brave New World” (Un mundo feliz) de Aldous Huxley e “It Can’t Happen Here” de Sinclair Lewis. No mucho después de que Donald Trump asumiera la presidencia, aumentaron las ventas de “1984” de George Orwell, alentadas por la controversia en torno al uso que hizo Kellyanne Conway de la frase orwelliana “hechos alternativos”.

            “La gente está consolándose con los libros distópicos, o quizá más precisamente, está encontrando respuestas en ellos”, dijo Matt Keliher, el gerente de Subtext Books en St. Paul, Minnesota, quien dijo que “1984” y “The Handmaid’s Tale” están entre los títulos de mejor venta en su librería.

            Keliher se ha convertido en un ferviente evangelista de “American War”, del cual predice será una de las novelas más ampliamente discutidas esta primavera. Los críticos han llenado de elogios al debut de El Akkad; en The New York Times, Michiko Kakutani llamó a “American War” “una parábola perturbadora” y la comparó con obras de Philip Roth y McCarthy.

            “Cuando uno la lee, es bastante difícil no proyectarse a 70 años en el futuro e imaginar que esto ha sucedido”, dijo Keliher.

            El Akkad ⎯ quien tiene voz suave y es modesto, y repetidamente se disculpó durante una entrevista por hablar demasiado ⎯ dijo que era receloso de que lo elogiaran como un profeta.

            “Me encantaría decir que imaginé lo que sucedería, pero nunca pretendí escribir un libro oportuno”, dijo.

            Nacido en El Cairo y criado en Qatar, El Akkad, de 35 años de edad, se mudó a Canadá en la adolescencia y estudió ciencias computacionales en la Queen’s University. Después de graduarse, se convirtió en reportero de The Globe and Mail, donde cubrió un complot terrorista frustrado en Toronto, la guerra en Afganistán y los levantamientos populares en Egipto.

            Cuando empezó a escribir la novela hace tres años, El Akkad quería acercar los horrores de la guerra sectaria a los lectores estadounidenses y mostrar que el deseo de venganza es universal.

            Para investigar para “American War”, viajó a Luisiana, Georgia y Florida y leyó sobre la Guerra Civil Estadounidense de 1861-65. También se basó mucho en su experiencia como corresponsal de guerra. Un fragmento sobre un voluntario que distribuía vacunas contra la polio en un campamento de refugiados se basó en un encuentro que atestiguó en Afganistán, mientras una espantosa secuencia de tortura salió de su investigación del trato que los militares estadounidenses daban a los prisioneros en la Bahía de Guantánamo, Cuba, y la Pista Aérea de Bagram en Afganistán.

            “No pienso que haya mucho en este libro que no haya sucedido; simplemente sucedió lejos”, dijo.

            “American War” parece tener lugar en el sur de Estados Unidos hacia fines del siglo XXI, después de que ha estallado una guerra civil en torno del uso de combustibles fósiles. La protagonista de la novela, llamada Sarat, ha huido con su familia a un campamento de refugiados cerca de la frontera de Tennessee. Ahí, es reclutada y radicalizada por un líder rebelde con lazos con un imperio medioriental que ha surgido como una superpotencia mundial mientras Estados Unidos colapsa en el caos.

            Aunque la premisa parecía obviamente especulativa cuando El Akkad imaginó primero la trama ⎯ ¿qué tal si una potencia extranjera se entrometiera en la política estadounidense, metiendo más profundamente una cuña en las fisuras partidistas? ⎯, se siente casi demasiado real ahora.

            El Akkad se pregunta si los lectores serán atraídos por la oportunidad inadvertida de la novela o repelidos por su incómoda proximidad con la realidad.

            “Puedo ver totalmente asentarse el agotamiento”, dijo El Akkad. “Esta es una imagen perturbadora de un futuro que pudiera estar más cerca de lo que pensamos”.

Alexandra Alter
© 2017 New York Times News Service