Tomás Zerón, señalado como torturador por un chileno

 

CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- Investigado por la Visitaduría General de la Procuraduría General de la República (PGR) por haber realizado diligencias sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos sin notificarlas, Tomás Zerón de Lucio, director de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), es identificado por Laurence Maxwell Ilabarca como el conductor del interrogatorio irregular al que fue sometido el 20 de noviembre de 2014, después de participar en una marcha para exigir la presentación con vida de los estudiantes.

- Publicidad-

En vísperas de que la procuradora Arely Gómez dé a conocer a los padres de los 43 desaparecidos y a sus representantes las conclusiones de la investigación realizada por la Visitaduría General, el ciudadano chileno Maxwell Ilabarca detalla en un escrito y en entrevista con Proceso aquel interrogatorio y el hostigamiento de Zerón para que se autoinculpara como “terrorista” y “anarquista”.

Semanas después de que Maxwell Ilabarca regresó a Chile tras permanecer 10 días en una prisión mexicana de máxima seguridad, investigó quiénes eran los funcionarios que en las instalaciones de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) lo separaron del grupo de 11 detenidos.

Relata que éstos no se conocían entre sí porque fueron capturados en distintos lugares cercanos al Zócalo de la Ciudad de México a fin de acusarlos de terrorismo, delincuencia organizada, tentativa de homicidio y motín. Los 11 fueron exonerados por el Poder Judicial ante la deficiente indagatoria de la PGR.

- Publicidad -

Laurence buscó en internet imágenes de funcionarios de la PGR hasta que identificó a uno de los cinco que lo interrogaron en una oficina de la SEIDO sin que estuvieran presentes ni su abogado ni personal del consulado chileno. Era el director de la AIC.

Afirma que Zerón de Lucio era el “sujeto que esa noche (del 20 de noviembre de 2014) había dirigido el interrogatorio que duró aproximadamente una hora o poco más, eso fue tres o cuatro horas después de la detención”.

- Publicidad -

En la entrevista telefónica desde Chile,  el músico y escritor doctorado en literatura por la UNAM describe la actitud de Zerón. Considera que él estaba “atrás de ese interrogatorio, no solamente por la manera que se comportaba, sino que me quedaba claro que él era un funcionario importante, porque los demás se dirigían a él con formas de respeto u obediencia”.

Maxwell Ilabarca, quien vivió ocho años en México, se enteró que la PGR abrió una investigación hacia Zerón de Lucio después de que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) demostrara en su último informe que el director de la AIC encabezó diligencias en el río San Juan, en Cocula,el 28 de octubre de 2014, en compañía de uno de los procesados por el caso, Agustín García Reyes, y no consignó esas actuaciones en el expediente.

Desde entonces (septiembre del año pasado) los padres de los estudiantes desaparecidos exigen que Zerón sea destituido.

En manos de la PGR

Maxwell Ilabarca, de 48 años, resalta que comentó su experiencia en diciembre de 2015 con dos padres de normalistas desaparecidos, Mario César González y Clemente Rodríguez, cuando éstos fueron a Chile.

“Alcancé a tener conciencia de la situación y resulta bastante aterrador haber estado en manos de un funcionario de estas características, por el poder aparente que tiene de decidir de manera autocrática sobre cierto tipo de cosas; de tener esa libertad y todos los medios a su alcance para construir cuentos e historias y ocultar la realidad”, comenta el chileno, quien fue dirigente estudiantil en la década de los ochenta y participó en el movimiento social contra el dictador Augusto Pinochet.

Para él es evidente que Zerón de Lucio no actúa por cuenta propia: “Tiene que estar en comunicación con sus superiores; si bien él me interrogó y probablemente orquestó el montaje del que fuimos víctimas, no me cabe duda debió haber consultado a sus superiores”.

Recuerda que la noche del 20 de noviembre, después de que lo golpearan policía federales, fue conducido con 10 mexicanos a la SEIDO, donde los tuvieron varias horas “parados frente a una pared”. Luego unos agentes lo separaron del grupo y lo llevaron a una oficina.

Fue al único que interrogaron antes de que a los otros se les tomara su declaración ministerial por cargos de terrorismo, delincuencia organizada, motín y tentativa de homicidio contra un policía federal.

“Sabía que el interrogatorio no era legal porque no estaban presentes el abogado ni el cónsul, pero decidí contestar las preguntas porque no tenía nada que ocultar. Pensaba que cuando los funcionarios se dieran cuenta de su error me dejarían libre. Me equivoqué.”, dice.

Enseguida ofrece detalles del interrogatorio: “Eran cinco personas. Me mostraron de lejos un expediente, blofeando, haciéndome ver que sabían todo sobre mi persona, pero en realidad eran cosas sacadas de internet sobre mi paso por el movimiento estudiantil durante mi juventud en Chile, de mi banda de música (Los Sopes); de mis viajes a Colombia, Bali, Argentina, Perú, Bolivia y Ecuador. Lo único extraño fue una foto mía saliendo de la Sección IX del sindicato de maestros en la Ciudad de México, donde mi banda y yo teníamos nuestra sala de ensayo. Yo me imagino que ellos (los funcionarios) sacan fotos regularmente a las personas que entran o salen de la Sección IX”.

Quienes lo interrogaron “jugaban al papel del policía bueno y el policía malo”. A Zerón le tocaba “el personaje que aparentaba ecuanimidad”.

No obstante, los cinco estaban muy molestos: “Insistían en por qué chingados estaba en una marcha que tenía que ver con un tema que le competía a los mexicanos; siendo yo un extranjero; qué tenía que estar haciendo de revoltoso, que si me creía el Che Guevara, que si quería montar una escuela de guerrilla, que si era parte de una red terrorista”.

En su escrito, Maxwell Ilabarca revela lo que le preguntaron: “Cuando se seguía desarrollando el interrogatorio, bajo presión psicológica y comentarios intimidatorios en mi contra, habló por fin Tomás Zerón. Me preguntó: ‘¿Qué crees que pasó en Iguala con los estudiantes de Ayotzinapa? A lo que contesté que manejaba la información que se había publicado en la prensa”.

El jefe de la AIC respondió “con un aire despectivo y agresivo”: “¿Y tú sabías que esos normalistas no estudian?, ¿que eran unos agitadores?, ¿que nada más andaban de revoltosos?”.

El chileno comentó: “Aunque hubiese sido así, no era motivo para asesinarlos o hacerlos desaparecer”. Entonces Zerón “subió el tono y dijo: ‘Los que van a las marchas no tienen idea de lo que pasa y no dejan trabajar tranquilo al gobierno”.