El triunfo de Trump, gran paradoja de la democracia: Dra. Ivonne Acuña

El proceso electoral que dio el triunfo a Donad Trump se distinguió por enfrentar a dos figuras de las élites, una política y otra económica, quienes aparentemente representaron dos visiones encontradas sobre lo que deberían ser los Estados Unidos y, por extensión, sobre lo que se espera sea el mundo, señalo la Dra. Ivonne Acuña Murillo, académica del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana.

Dijo que Hillary Clinton encabezó un discurso dirigido a las minorías, a mujeres, a hispanos, a afroamericanos, a indocumentados, a grupos menos favorecidos por el modelo económico que ha generado en el mundo una enorme desigualdad, que su país, junto con Gran Bretaña, impuso al mundo. Habló de unidad, de la grandeza de su país, de continuar con lo iniciado por el presidente saliente Barack Obama.

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Donald Trump, por su parte señaló, construyó una narrativa antisistema, literalmente “despotricó” en contra de los resultados visibles de la política económica con la cual él mismo se ha beneficiado y prometió romper con el estado de cosas que tiene a millones de estadunidenses enojados y decepcionados, por la falta de oportunidades, de empleos, de proyectos.

Lo interesante dijo Acuña Murillo, es que Trump acusó a Clinton de formar parte del grupo que más se ha beneficiado de ese sistema político-económico, al que claramente, él también pertenece y que le ha permitido hacer negocios y crecer financieramente, desde el corazón de una familia también privilegiada.

Paradójicamente, Donald Trump movilizó a su favor a una parte importante de la gente que se ha visto perjudicada por ese modelo económico que permite que el 1% de la población, sea hoy dueña del 50% de la riqueza producida a nivel mundial, indicó la académica de la Universidad Iberoamericana.

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Estas elecciones acaban de mostrar que los pronósticos no siempre se cumplen, por lo que resulta complicado tratar de vaticinar lo que hará Trump una vez que asuma el poder de la presidencia de los Estados Unidos.

No se sabe si moderara su agresividad, sus ataques a las minorías, si desistirá en su intención de deportar a cuanto indocumentado se encuentre, de cerrar las fronteras a los inmigrantes, en especial a mexicanos y musulmanes, de construir un muro que realmente impida el paso en especial a los nuestros, quienes aún no lo saben, pero terminarán pagando, de terminar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, de subir los impuestos a los productos mexicanos, etcétera.

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Por lo que, si falló la apuesta por permanecer en la Unión Europea, si falló la apuesta por la paz, si falló el triunfo demócrata ¿Qué nos llevaría a pensar que un pronóstico sobre el comportamiento futuro de Trump necesariamente se cumplirá?

Lo que sí es un hecho es que el hartazgo provocado por un modelo económico que ha creado una enorme desigualdad, que ha divido al mundo entre ganadores y perdedores, que ha colapsado formas de vida, que ha dejado a millones y millones de personas a la deriva y que ha cancelado el futuro para las nuevas generaciones, pavimenta el camino para que personajes como Trump, que salen a gritar sandeces que a la larga hacen sentido, que dicen lo que la gente quiere oír, que recogen el enojo, la rabia, el desencanto, el “malhumor social” contenido por décadas, logran hacerse con la presidencia, en este caso, del aún país más poderoso del planeta.

Finalmente, la paradoja mayor, como ya se dijo, es que quien acertó y supo leer el malestar en la mayoría de la población estadunidense es precisamente un miembro privilegiado de ese 1% que se enriquece a expensas de los demás.