Trump, a golpe de mentiras rumbo a la Casa Blanca

WASHINGTON (proceso).-  “Donald Trump es un mentiroso, un narcisista y algo muy importante que debe entender la gente: es alguien que miente sin conciencia”. Así es como Mark Singer describe al candidato presidencial por el Partido Republicano de Estados Unidos.

En el libro de próxima aparición en México El show de Trump, Singer explica, con pruebas, por qué considera al aspirante presidencial como un hombre deshonesto.

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“Trump miente con cada respiro”, insiste Singer durante una larga entrevista telefónica con Proceso en la que habla sobre su obra, una recopilación de los artículos que ha escrito en los últimos años para la respetada revista The New Yorker.

En El show de Trump –de Penguin Random House bajo el sello Debate– Singer adereza sus reportajes sobre Trump con reflexiones personales acerca del multimillonario que quiere ser presidente y con quien pasó varios días para poder describirlo tal cual.

“Lo conozco desde hace poco más de 20 años”, informa el prestigiado reportero, quien ha escrito, entre otros, los libros Fanny money (1985), Mr. Personality (1989); Citizen K: The deeply weird american journey of Brett Kimberlin (1996), Somewhere in America (2004), Characters studies (2005) y Trump and me (El show de Trump), publicado este año.

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En tan sólo tres capítulos –“Cara a cara”, “Madonna” y “Créanme”, compendiados en 74 páginas– Singer retrata a Trump con unas pinceladas que parecieran surrealistas, pero no lo son: con las mismas palabras del candidato republicano los lectores pueden concluir que se trata de un hombre malintencionado, misógino, racista, ignorante y que vive en un mundo materialista y de oropel.

Para retratar a Trump en The New Yorker, Singer pasó varios meses entre 1997 y 1998 acompañando al empresario.

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Proceso, con permiso de la editorial y del autor, recibió una edición adelantada de El show de Trump. Y este intercambio de preguntas y respuestas entre Singer y el polémico multimillonario se lee en el capítulo “Cara a cara”, en las páginas 19 y 20:

–¿A qué hora se despierta? –pregunta el periodista.

–Cinco y media de la mañana.

–¿A qué hora se sienta a su escritorio de la Trump Tower?

–Siete o siete y media.

–¿Qué hace antes de dirigirse a la oficina?

–Leo los periódicos, etcétera.

–Ya veo –digo–. Usted está básicamente solo. Su esposa sigue dormida –en ese entonces Trump estaba casado, aunque no lo estaría por mucho tiempo, con su segunda esposa, Marla Maples–. Se rasura y se ve al espejo del baño. ¿Qué piensa?

Mirada de incomprensión de Trump.

–Quiero decir, al mirarse al espejo, ¿piensa “wow, soy Donald Trump”?

Trump sigue confundido.

–Está bien. Supongo que quiero saber si se considera a usted mismo una compañía ideal.

(En aquel entonces, la respuesta de Trump me pareció poco apta para imprimirse. Pero eso fue entonces).

–¿Quieres saber qué considero realmente una compañía ideal? –dice Trump.

–Sí.

–Un buen culo.

Después de pasar varios días al lado de Trump, acompañándolo a reuniones de trabajo, cenas, fiestas y compartiendo con él en sus residencias y penthouses de “súper, súper lujo” –como los considera el magnate de la industria de la construcción–, Singer resume lo que le dijo el personaje sobre las mujeres: “‘Son para disfrutar y usarse’. Claro, como me lo explico él: ‘Siempre y cuando tengan un cuerpo escultural y un culo redondo’”.

El show de Trump expone algunas de las razones –para muchos inexplicables– por las cuales hoy el empresario es el abanderado del Partido Republicano. Singer, con sus relatos y averiguaciones y sin señalar a nadie en particular; alude a las entidades que permitieron esta anomalía en el sistema político-electoral de Estados Unidos.

La obra, en el capítulo “Madonna”, cuenta las vicisitudes que Trump vivió en las décadas de los ochenta y los noventa, cuando sus empresas se fueron a la bancarrota y se quedó sin dinero, y cómo, con métodos fraudulentos y marrulleros, logró salir a flote pese al desprestigio y rechazo que despertada en la élite multimillonaria estadunidense.

Esto es lo que escribe Singer a raíz de la aparente recuperación económica del magnate en la página 49 de su obra: “Desde luego, el Trump del ‘retorno’ es el mismo de los años ochenta; no hay un ‘nuevo’ Trump, como nunca hubo un ‘nuevo’ Nixon. Más bien, siempre ha habido varios Trump: el adicto a la hipérbole, que tergiversa por diversión y en beneficio propio; el experimentado constructor cuya atención al detalle asombra a sus socios; el narciso, cuyo ensimismamiento contradice, sin embargo, su mortífera capacidad para explotar las debilidades de los demás; el perpetuo adolescente de 17 años que vive en un mundo de suma cero, donde sólo hay ganadores y ‘perdedores totales’, amigos leales y ‘completos canallas’; el insaciable cazador de publicidad que a diario corteja a la prensa, a cuyos mensajeros, sin embargo, califica como ‘basura humana’ si no le gusta lo que publican; el presidente y principal accionista de una empresa de miles de millones de dólares, incapaz de resistir la tentación de pronosticar ganancias en exceso optimistas y que no llegan a materializarse, lo que merma el valor de su inversión; en resumen, un hombre a la vez resbaloso e ingenuo; calculador hábil, ciego, empero, ante las consecuencias”.

El fenómeno Trump, como ahora muchos en Estados Unidos le dicen a lo logrado electoralmente por el candidato, según Singer; nace de la irresponsabilidad de los medios de comunicación y de la presunción de todos de que este hombre no tenía la menor oportunidad de aspirar a la Presidencia del país más poderoso del planeta.

Este martes 8 de noviembre se sabrá si él o Hillary Clinton, del Partido Demócrata, arriba a la Casa Blanca.