Trump solo confía en sus ‘pulsaciones’ sicopáticas, critica el expresidente español Felipe González

MADRID.— El expresidente español Felipe González escribió este lunes un artículo de opinión muy crítico sobre el papel del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de quien, dice, “solo confía en sus ‘pulsaciones’ sicopáticas y en los que adulan sus modos insultantes y engañosos”.
Bajo el título, Trump: Los muros de su cerebro, en el diario El País, González predice que las políticas proteccionistas de Trump y su política antiglobalización, “llevarán al país a la decadencia como ‘primera potencia’”.

Señala: “Los muros más peligrosos de Trump están ya construidos y petrificados en su cabeza. Son los que más debería preocupar en Estados Unidos, en México o Latinoamérica, en la Unión Europea y en el resto del mundo, porque este personaje está al frente de la ‘todavía’ primera potencia del globo. En su mente nunca hubo un proyecto para gobernar la diversidad que hace fuerte a su país. Nada parecido a un programa de gobierno en su campaña y menos aún, en su discurso de investidura. Porque este señor solo confía en sus ‘pulsaciones’ sicopáticas y en los que adulan sus modos insultantes y engañosos”.

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El exmandatario de España (1982-1996) sostiene que la política está atrapada entre “la arrogancia tecnocrática y la osadía de la ignorancia”. Entre los “brillantes” posgraduados que creen que la complejidad de los problemas sociales se resuelven con algoritmos infalibles de laboratorio; y los necios, los que no saben, pero no saben que no saben y ofrecen respuestas arbitrarias que simplifican y distorsionan la realidad.

En este segundo grupo, dice, está “el necio peligroso” que “tiene poder sobre los demás y, como no reconoce su ignorancia, menosprecia la opinión de los otros. Trata de imponer su ‘posverdad’ simplificadora, se busca enemigos como responsables de la realidad que se inventa, aunque aproveche algunos elementos de la verdad y los miedos que está genere siempre”.

Es el caso de Trump, cuyos “muros más peligrosos” están ya “construidos y petrificados en su cabeza”.

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El político socialista apunta que cualquier mandatario del mundo que hubiera descrito la “realidad” americana como lo hizo Trump en su discurso de toma de posesión, “lo habríamos descalificado como sectario y fanático cargado de odio hacia Estados Unidos”.

González considera que esa “oratoria” es “digna de un autócrata que se siente por encima de las instituciones, que desprecia a su propio pueblo, que busca enemigos y culpables en los que no son como él, sean inmigrantes, mujeres o minorías de cualquier tipo”. “En esta pieza inaugural se comprenden qué tipo de muros anidan en su cabeza y orientan sus abundantes decretos presidenciales o sus constantes tuits”.

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Considera que el triunfo de Trump revela la necesidad de “introducir elementos de gobernanza en la globalización, para hacerla más previsible y, sobre todo, para hacerla más justa en la redistribución”.

En su artículo, el político español sostiene que la primera sociedad que va a pagar “el precio de los muros mentales de Trump es la americana. La buena noticia es que esta sociedad está reaccionando inmediatamente, movilizándose para combatir desde dentro las pulsaciones reaccionarias y discriminatorias instaladas desde el 20 de enero en la Casa Blanca”.

“Son conscientes –prosigue—de que estas políticas niegan la diversidad de la propia sociedad americana, la que le da complejidad pero también fortaleza. Son conscientes de que Estados Unidos es una sociedad de minorías entrelazadas en las que la imposición de una de ellas sobre otras los lleva una nueva caza de brujas (…). Una sociedad construida por y desde la inmigración que no puede satanizarla”.

Y sostiene que “en la mente amurallada de Trump no entra la comprensión de lo que es una empresa global y Estados Unidos tiene las principales empresas globales del mundo”.

Por ello, concluye, “en la era Trump, Estados Unidos iniciará su decadencia como “primera potencia”. No puede esperar que sus empresas produzcan en Estados Unidos, que los americanos consuman lo que allí se produce y que los demás países sigan consumiendo lo que venden sus empresas globales”.

Se cuestiona cómo Trump puede combinar política de aranceles altos y desplazamientos de producción mucho más costosos a Estados Unidos sin encarecer los precios para el consumidor americano y empobrecerlo en la práctica.

“¿Cómo bajará los impuestos y aumentará el gasto (infraestructura y defensa) sin desequilibrar las cuentas públicas. Seguramente pensará que él mismo puede servir de ejemplo evadiendo impuestos. Claro que eliminará gastos sociales, rompiendo todos los resortes de la cohesión social”.