Una certidumbre del muro de Trump: mucho dinero

NUEVA YORK ⎯ En 2006, Boeing y un equipo de otras empresas ganaron un contrato federal para construir un muro que protegiera a la frontera de Estados Unidos con México, la cual se extiende a lo largo de 3,218 kilómetros, desde California hasta Texas.

Cinco años y alrededor de mil millones de dólares después, el gobierno tiró la toalla. Los costos se habían disparado, y los sistemas de vigilancia padecían dificultades técnicas. Casi todo el dinero se había gastado en apenas 85 kilómetros de la frontera en Arizona.

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El proyecto fue una pérdida para los contribuyentes. Pero, para los contratistas, fue un gran triunfo.

Hoy, mientras el presidente Donald Trump declara su intención de seguir adelante con los planes para construir una barrera a lo largo de la frontera mexicana, muchos de los detalles siguen siendo poco más que suposiciones. ¿Trump pretende construir bloques de concreto, o cercas? ¿Partes del muro podrían ser virtuales, usando tecnología como cámaras y sensores para monitorear la frontera, o ser vigiladas por drones? ¿México, como ha prometido repetidamente Trump, lo pagará?

No hay duda de que si Estados Unidos sigue adelante con los planes para un ambicioso muro fronterizo ⎯ uno de los mayores proyectos de infraestructura en décadas, que quizá ascienda a decenas de miles de millones de dólares ⎯, eso será una bendición para los contratistas.

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Un examen de los esfuerzos fallidos del pasado destaca las ganancias potenciales para las empresas y las trampas potenciales para los contribuyentes. Entre los posibles ganadores están las empresas constructoras, las compañías de vigilancia de alta tecnología y los fabricantes de cemento que incluyen, en lo que sería un giro irónico, a una de las empresas de materiales más grandes de México.

“No hay duda de que, cuando el gobierno gasta dinero en un gran proyecto como este, las compañías van a ganar mucho dinero”, dijo Joe Hornyak, socio del despacho legal Holland and Knight, que se especializa en derecho de contratos gubernamentales. “No hay duda de eso”.

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Recientemente, el líder de la mayoría del Senado de Estados Unidos, Mitch McConnell, republicano de Kentucky, dijo que el Congreso seguiría adelante con los planes para construir el muro, estimando que costaría entre 12,000 y 15,000 millones de dólares.

Investigadores en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés) dijeron el año pasado que un muro de concreto y acero de 1,609 kilómetros de largo y 15.2 metros de altura costaría a los contribuyentes 40,000 millones de dólares.

Ya sea que la cantidad termine en el extremo inferior o superior de estos rangos, el proyecto ya ha captado la atención de compañías e inversionistas ansiosos por quedarse con una parte de la acción de construcción, pese a la veintena de batallas políticas y sociales que le rodearán. Las acciones de varias compañías constructoras y de productores de cemento se dispararon después de las declaraciones más recientes de Trump, conforme los inversionistas apostaban a las bonanzas producidas no solo por un muro fronterizo mexicano sino también por las propuestas de alrededor de un billón de dólares en proyectos de infraestructura.

La Casa Blanca no respondió de inmediato a preguntas. En 2011, cuando el Departamento de Seguridad Interior canceló el proyecto de la cerca, dijo que el esfuerzo era ineficaz y demasiado costoso.

La historia sugeriría que esos esfuerzos pueden tener resultados problemáticos. Los anteriores intentos de un muro han favorecido a empresas con décadas de experiencia en contratos gubernamentales. De 2007 a 2012, el gobierno federal pagó a contratistas más de 1,500 millones de dólares por labores de protección fronteriza, según un análisis que hizo The New York Times del gasto bajo la Iniciativa Frontera Segura del Departamento de Seguridad Interior.

La iniciativa, iniciada en 2005, ha sido uno de los intentos más agresivos para proteger la frontera. Una oficina de Aduanas y Protección Fronteriza fue asignada a desarrollar y construir un muro virtual y físico a lo largo de la frontera con México, para reducir la inmigración ilegal.

La compañía que ganó el contrato más grande a través de esa oficina fue Boeing, que es mejor conocida por construir aviones pero también desarrolla una variedad de tareas para el gobierno, lo que le convierte en el segundo contratista más grande del país. A Boeing se le pagaron más de 20,000 millones de dólares en contratos durante el último año fiscal.

Boeing no fue el único ganador. La compañía de seguridad Wackenhut Corp., ahora conocida como G4S Secure Solutions, recibió más de 119 millones de dólares. IBM obtuvo más de 56 millones de dólares, y ManTech International, la compañía de tecnología, recibió más de 43 millones de dólares.

El proyecto con Boeing, sin embargo, se topó con imprevistos casi de inmediato. Boeing y su equipo habían construido un complicado sistema que consistía de sensores, radares y cámaras montadas en torres para ayudar a los agentes fronterizos a encontrar a la gente que cruzara ilegalmente al país. Pero el sistema funcionó de manera poco consistente en cierto terreno accidentado.

El proyecto se volvió tema de múltiples, y mordaces, informes de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental, algunos de los cuales citaban una mala supervisión fiscal. Y después de que se había gastado alrededor de mil millones de dólares, el gobierno del presidente Barack Obama canceló el proyecto.

Recientemente, se le preguntó al director ejecutivo de Boeing, Dennis Muilenburg, si la compañía había discutido la seguridad fronteriza con el presidente y si podía aprovechar algo de la información de su proyecto anterior para el nuevo muro. Dijo que la empresa no estaba buscando activamente nada en esa área pero estaba abierta a trabajar con el gobierno. La compañía, por lo demás, no hizo comentarios sobre su proyecto cancelado.

Ha habido otros intentos de una barrera que también se metieron en problemas financieros. Como resultado de los diversos proyectos, cientos de kilómetros de muro ya existen a lo largo de la frontera, aunque en una forma ⎯ malla metálica, alambrado de tela metálica, placas superpuestas, barreras de vehículos de concreto, postes y travesaños, y rayos en forma de X ⎯ que Trump quizá no haya imaginado.

Los planes de Trump se dan en un momento en que el auge de la construcción en gran parte de Estados Unidos ha creado una importante escasez de mano de obra legal para construir un muro, según ejecutivos de la construcción y otros en Texas. De manera separada, un estudio divulgado en 2012 estimó que la mitad de los obreros de la construcción en Texas estaba en el país ilegalmente.

“Si este muro se construye en Texas, hay una alta probabilidad de que una parte importante de la fuerza laboral sea indocumentada”, dijo José P. Garza, el director ejecutivo del Proyecto de Defensa de los Trabajadores, que apoya a los obreros de bajos ingresos.

En otro giro, el dinero pudiera fluir hacia mexicanos o empresas mexicanas. Analistas dicen que es básicamente prohibitivo en costos transportar piedras pesadas o concreto a más de 112 kilómetros, o cemento a más de varios cientos de kilómetros. Eso significa que los productores más cercanos a la frontera podrían resultar ser los más económicos. Eso pudiera ser un gran triunfo para Cemex, el productor de cemento más grande de México, que tiene una subsidiaria basada en Estados Unidos que pudiera licitar por el proyecto y varias plantas que salpican la frontera, señalan analistas.

El gobierno ya da preferencia a los contratistas que proveen de materiales de construcción hechos en Estados Unidos cuando concede esos contratos, dijo Hornyak, pero para ciertos proyectos de construcción grandes, la Ley de Acuerdos Comerciales dispensa los requerimientos a los materiales hechos en los países que tengan acuerdo comerciales con Estados Unidos.

Así que, añadió Hornyak, el presidente probablemente necesitaría que el Congreso cambiara la ley si quisiera ordenar que las agencias, por ejemplo, compren solo cemento hecho en Estados Unidos.

Todo lo cual significa que, en una inversión casi subversiva del actual debate sobre quién pagará qué, Estados Unidos finalmente terminará pagando a ciudadanos mexicanos y empresas propiedad de mexicanos por construir el muro.

Las compañías que se especializan en tecnología de vigilancia o incluso “barreras” virtuales también podrían beneficiarse. Elbit Systems of America, cuya compañía matriz está basada en Israel, ganó un contrato en 2014 con Aduanas y Protección Fronteriza para construir una serie de torres con radares y cámaras que cubrían entre 273 y 321 kilómetros a lo largo de la frontera de Arizona. Cuando el radar detecta movimiento, las cámaras hacen zoom y envían imágenes a los centros de mando.

“Cuando se analiza la frontera, no hay un enfoque que se adapte a todo”, dijo Gordon Kesting, vicepresidente para soluciones de seguridad interior de Elbit Systems of America. “Pero si uno ve los costos asociados con algunos de los enfoques, son bastante diferentes. Debe haber una discusión sobre el uso más eficaz y eficiente de los dólares de los contribuyentes”.

Danielle Ivory y Julie Creswell
© 2017 New York Times News Service