Una poderosa arma rusa: La difusión de historias falsas

ESTOCOLMO _ Con un vigoroso debate nacional en marcha sobre si Suecia debería entrar en una asociación militar con la OTAN, funcionarios en Estocolmo se toparon repentinamente con un problema inquietante: una inundación de información distorsionada o abiertamente falsa en redes sociales, que confunde las percepciones públicas del tema.

Las afirmaciones eran alarmantes: Si Suecia, que no es miembro de la OTAN, firmara el acuerdo, la alianza acumularía armas nucleares secretas en territorio sueco; la OTAN atacaría a Rusia desde Suecia sin aprobación del gobierno; soldados de la OTAN, inmunes al enjuiciamiento, violarían a mujeres suecas sin temor a cargos criminales.

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Todas eran falsas, pero la desinformación había empezado a filtrarse a los medios noticiosos tradicionales y, cuando el ministro de defensa, Peter Hultqvist, recorrió el país para promover el pacto en discursos y reuniones de cabildo, fue repetidamente cuestionado sobre las historias falsas.

Como sucede a menudo en esos casos, los funcionarios suecos nunca fueron capaces de identificar la fuente de los reportes falsos. Pero numerosos analistas y expertos en el espionaje estadounidense y europeo señalan a Rusia como el primer sospechoso, indicando que evitar la expansión de la OTAN es una pieza central de la política exterior del presidente Vladimir Putin, quien invadió Georgia en 2008 en gran medida para frenar esa posibilidad.

En Crimea, el este de Ucrania y ahora Siria, Putin ha hecho ostentación de una fuerza militar modernizada y más vigorosa. Pero carece de la fortaleza económica y el poderío general para confrontar abiertamente a la OTAN, la Unión Europea o Estados Unidos. Más bien, ha invertido fuertemente en un programa de información “destructiva”, usando una variedad de medios para sembrar la duda y la división. El objetivo es debilitar la cohesión entre los estados miembros, provocar discordia en su política interna y mitigar la oposición a Rusia.

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“Moscú ve a los asuntos mundiales como un sistema de operaciones especiales, y cree muy sinceramente que en sí misma es blanco de operaciones especiales occidentales”, dijo Gleb Pavlovsky, quien ayudó a establecer la maquinaria de información del Kremlin antes de 2008. “Estoy seguro de que hay muchos centros, algunos vinculados con el Estado, que están involucrados en inventar este tipo de historias falsas”.

El plantar historias falsas no es nada nuevo; la Unión Soviética dedicó considerables recursos a eso durante las batallas ideológicas de la Guerra Fría. Ahora, sin embargo, la desinformación es considerada un aspecto importante de la doctrina militar rusa, y está siendo dirigida a debates políticos en países determinados con mucha mayor sofisticación y volumen que en el pasado.

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El flujo de historias engañosas e imprecisas es tan fuerte que tanto la OTAN como la UE han establecido oficinas especiales para identificar y refutar la desinformación, particularmente las afirmaciones que emanan de Rusia.

Los métodos clandestinos del Kremlin han surgido en Estados Unidos también, dicen funcionarios estadounidenses, identificando al espionaje ruso como la fuente probable de los correos filtrados del Comité Nacional Demócrata que avergonzaron a la campaña presidencial de Hillary Clinton.

El Kremlin usa medios convencionales _ Sputnik, una agencia noticiosa, y RT, un canal de televisión _ y canales encubiertos, como en Suecia, que son casi siempre difíciles de rastrear.

Rusia hace uso de ambos enfoques en un asalto generalizado, dijo este año Wilhelm Urme, vocero del Servicio de Seguridad Sueco, cuando presentó el informe anual de la agencia. “Nos referimos a todo, desde trolls de internet hasta la difusión de propaganda y desinformación por parte de compañías de medios como RT y Sputnik”, afirmó.

El propósito fundamental de la dezinformatsiya, o desinformación rusa, dijeron expertos, es socavar la versión oficial de los hechos _ incluso la mera idea de que haya una versión verdadera de los hechos _ y fomentar una especie de parálisis política.

Moscú niega firmemente usar la desinformación para influir en la opinión pública occidental y tiende a etiquetar las acusaciones de amenazas abiertas o encubiertas como “rusofobia”.

Rastrear los hilos individuales de la desinformación es difícil, pero en Suecia y otras partes, expertos han detectado un patrón característico que vinculan con las campañas de desinformación generadas por el Kremlin.

“La dinámica es siempre la misma: Se origina en alguna parte en Rusia, en sitios de medios estatales rusos, o en diferentes sitios web o en algún lugar en ese tipo de contexto”, dijo Anders Lindberg, un periodista y abogado sueco.

“Luegoel documento falso se vuelve la fuente de un artículo noticioso distribuido en sitios web de extrema izquierda o extrema derecha”, afirmó. “Quienes confían en esos sitios como fuentes de noticias se enlazan con el artículo, y se propaga. Nadie puede decir de donde provienen, pero terminan como temas claves en una decisión de política de seguridad”.

El uso destructivo de la información no es algún proyecto ideado por un experto en políticas del Kremlin sino una parte integral de la doctrina militar rusa; lo que algunos personajes militares destacados llaman un frente de batalla “decisivo”.

“El papel de los medios no militares para lograr objetivos políticos o estratégicos ha crecido, y, en muchos casos, ha excedido el poder de la fuerza de las armas en su efectividad”, escribió en 2013 el general Valery Gerasimov, jefe del estado mayor general de las Fuerzas Armadas rusas.

Un blanco importante del Kremlin es Europa, donde el ascenso de la derecha populista y la declinación del apoyo a la UE crea un público aún más receptivo para el enfoque conservador, nacionalista y autoritario del régimen de Putin. En 2015, el Parlamento Europeo acusó a Rusia de “financiar a partidos radicales y extremistas” en sus Estados miembros, y en 2014 el Kremlin extendió un préstamo de 11.7 millones de dólares al Frente Nacional, el partido de extrema derecha en Francia.

“Los rusos son muy buenos cortejando a todos los que tienen resentimiento hacia la democracia liberal, y eso va de la extrema derecha a la extrema izquierda”, dijo Patrik Oksanen, editorialista del grupo periodístico sueco MittMedia. La idea central, dijo, es que “la democracia liberal es corrupta, ineficiente, caótica y, finalmente, no democrática”.

Otro mensaje, en gran medida tácito, es que los gobiernos europeos carecen de la competencia para hacer frente a las crisis que enfrentan, particularmente la inmigración y el terrorismo, y que sus funcionarios son todos títeres de Estados Unidos.

En Gran Bretaña, dijeron analistas, los medios noticiosos en inglés del Kremlin favorecieron firmemente a la campaña para que el país abandone a la UE, pese a sus afirmaciones de objetividad.

En la República Checa, historias alarmantes y sensacionalistas que describen a Estados Unidos, la UE y los inmigrantes como villanos aparecen diariamente en un racimo de unos 40 sitios web pro rusos.

Durante los ejercicios militares de la OTAN a principios de junio, los artículos en esos sitios web sugerían que Washington controlaba a Europa a través de la alianza, con Alemania como su alguacil local. Haciéndose eco de la desinformación que apareció en Suecia, los reportes decían que la OTAN planeaba almacenar armas nucleares en Europa Oriental y atacaría a Rusia desde ahí sin buscar la aprobación de las capitales locales.

Un sondeo este verano por parte de European Values, un grupo de análisis en Praga, encontró que 51 por ciento de los checos veía negativamente el papel de Estados Unidos en Europa, solo 32 por ciento veía a la UE positivamente, y al menos una cuarta parte creía algunos elementos de la desinformación.

RT a menudo parece obsesionarse con Estados Unidos, describiendo la vida ahí como un infierno. Su cobertura de la Convención Nacional Demócrata, por ejemplo, se saltó los discursos y se enfocó más bien en manifestaciones dispersas. Defiende al candidato presidencial republicano, Donald Trump, como un indefenso calumniado por los medios noticiosos establecidos.

Margarita Simonyan, editora en jefe de RT, dijo que el canal estaba siendo señalado como una amenaza porque ofrecía una narrativa diferente del “sistema político y de medios angloamericano”. RT, afirmó, quiere ofrecer “una perspectiva de otro modo faltante en la cámara de eco de los medios convencionales”.

Cualquiera que sea el método o mensaje, Rusia claramente quiere ganar cualquier guerra de información, como puso en claro recientemente Dmitry Kiselyev, el presentador televisivo más famoso de Rusia y director de la organización que opera Sputnik.

Al hablar este verano en el 75 aniversario de la Oficina Soviética de Información, Kiselyev dijo que la era del periodismo neutral había terminado. “Si hacemos propaganda, entonces ustedes también hacen propaganda”, dijo, dirigiendo su mensaje a los periodistas occidentales.

“Hoy, es mucho más costoso matar a un soldado enemigo que durante la Segunda Guerra Mundial, la Primera Guerra Mundial o en la Edad Media”, dijo en una entrevista en la cadena estatal Rossiya 24. Aunque la industria de la “persuasión” es más costosa ahora también, comentó, “si se puede convencer a una persona, no es necesario matarla”.

Neil Macfarquhar
© 2016 New York Times News Service