El presidente estadounidense, Donald Trump, dejó Francia sonriendo el viernes después de una visita de 24 horas en la que no se preocupó por las grandes manifestaciones que temía si viajaba a Londres.
Aunque algunas muchedumbres se reunieron detrás de las líneas de la policía mientras agitabam banderas con mensajes tales como “Salva el planeta, resiste a Trump”, fueron guardadas lejos de cualesquiera de los lugares Trump visitó.
No fue que la visita de Trump no fuese criticada. El diario de izquierda Libération publicó el titular: “Paria en París”.
El ministro francés de Medio Ambiente, Nicolas Hulot, cuando le preguntaron si le daría la mano a Trump, rechazó y sugirió que era suficiente concesión el compartir una plataforma con él en el desfile militar.
Pero incluso el diario Libération no podía decidir si Trump era bienvenido. Publicó dos editoriales separados, uno diciendo que era una buena idea intentar atraer Trump a las ideas francesas; Otro lamentando que la alfombra roja fuera desplegada de tal manera aduladora.
Para la primera ministra británica, Theresa May, una visita a Trump había sido considerada tan potencialmente tóxica que los planes habían sido suspendidos. Pero para el recién elegido presidente francés, Emmanuel Macron, que todavía se encuentra en un período de luna de miel después de las elecciones, se consideró generalmente como un movimiento inteligente – una forma de que un líder de la UE aproveche la oportunidad para ganar a un Trump aislado y traerlo “De nuevo al círculo”.
La falta de protestas anti-Trump en Francia – a pesar de que la mayoría de los franceses tienen una visión negativa del líder estadounidense – estaba vinculada al contexto político e histórico.
La invitación para que un líder estadounidense asistiera a las celebraciones del Día de la Bastilla en Francia se había estado preparando mucho antes de que se eligiera a Macron o Trump, porque 2017 es el 100º aniversario de la entrada de las tropas estadounidenses en la primera guerra mundial.
Con información de The Guardian
