Voluntarios en el Desayunador Padre Chava

Los flujos migratorios que se aprecian a escala global en los albores del siglo 21 incluyen a México. Los 3 mil 200 kilómetros de franja fronteriza en el norte del país y la compleja relación que existe entre México y Estados Unidos suponen un accidentado intercambio de mercancías y personas.

El leitmotiv sigue siendo el mismo: sea el tan anhelado “sueño americano” o “la búsqueda de mejores oportunidades”. Miles de personas en el mundo siguen buscando el acceso a países como Estados Unidos imaginando accesos a una mejor vida, imposible en sus lugares de origen.

- Publicidad-

En 2016 mexicanos, haitianos, congoleños, salvadoreños y habitantes de otras partes del mundo huyen de conflictos bélicos, de la precariedad, de la inestabilidad política, de regímenes autoritarios. Cientos de lugares hoy día son considerados territorios fértiles para la expulsión de población.

El Desayunador del Padre Chava, alberga a más migrantes de lo habitual cada día. Es difícil cuantificarlos y diferenciarlos. Llegan a todas horas. ¿Quién vigila los accesos? Son dos, uno principal y otro al final del patio. Hoy la puerta de cristal le ha correspondido a un joven que da sus servicios al albergue. Es difícil bloquear la entrada, negar el agua, negar un bocadillo. Ayudar es “su trabajo”, y representa la retribución al apoyo que también ha recibido del centro.

Es acapulqueño y reconoció su condición de deportado. Su labor es clara, supervisar quien entra y quien sale. Está consciente de que su paso por El Desayunador será fugaz, pues –nos dice- intentará cruzar la frontera de nuevo. El motor económico es el que lo llevó hasta Tijuana e insiste que es su único objetivo.