Votación del ‘Brexit’ alimenta alineación de Escocia

© 2016 New York Times News Service

EDIMBURGO – Tan solo hay que ver el mapa.

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En el referendo del 23 de junio sobre la membrecía británica en la Unión Europea, Escocia es un prístino color, votando por quedarse, en tanto Inglaterra y Gales son un color diferente, votando por la salida.

De manera similar, en las elecciones generales de mayo de 2015, Escocia es de nuevo un color diferente del sur; la desdichada caída del Partido Laborista aquí dejó a Escocia casi como un estado unipartidista, administrado por el Partido Nacional Escocés (SNP), que se fundó para llevarle independencia a Escocia del resto de Reino Unido.

Nacionalistas escoceses perdieron un referendo sobre la independencia en septiembre de 2014, por 55 a 45 por ciento. Sin embargo, muchísima gente, particularmente los jóvenes, estaba tan motivada por la campaña que casi quintuplicó la membrecía del SNP, tendiente a la izquierda. Solo un año más tarde, el partido ganó 50 por ciento del voto y 56 de 59 escaños escoceses en Westminster.

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La votación por una salida británica, o Brexit, definida por Inglaterra y Gales, se sintió como algo aplastante para los escoceses, quienes han favorecido con firmeza la membrecía en la Unión Europea y su mercado único, alimentando la alienación del Reino Unido, encabezado por conservadores.

El día siguiente de la votación de salida, la líder escocesa, Primera Ministra Nicola Sturgeon del SNP, dijo que otro referendo sobre la independencia escocesa era “altamente probable” y que Escocia estaba siendo “arrastrada fuera de la UE en contra de nuestra voluntad”. Las encuestas desde entonces revelan un aumento en el respaldo a la independencia.

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En el Festival de Edimburgo esta semana, músicos callejeros tocaron “Ode to Joy”, el himno de la Unión Europea, y fue difícil encontrar partidarios de abandonar Europa.

Pero, a pesar de todo, otro referendo por la independencia se siente muy lejano.

Líderes empresariales e incluso algunos nacionalistas advierten que ahora hay demasiado en juego, y que perder una segunda votación sería fatal para el liderazgo de Sturgeon, como lo fue la derrota de la primera para su predecesor, Alex Salmond.

Cómo manejará Gran Bretaña su salida de la Unión Europea y bajo qué condiciones sigue aún no es nada claro. ¿Cuánto acceso exento de impuestos al mercado único europeo habrá, y para cuáles sectores? Escocia, sus ingresos del petróleo desplomándose, tiene inquietudes sobre el acceso a mercados europeos que no son iguales a los de Londres, incluso si el comercio de Escocia con el resto del Reino Unido equivale a cuatro veces el que tiene con la Unión Europea, como ha destacado el Primer Ministro Gordon Brown.

Ni siquiera es una certeza que Gran Bretaña efectuará el Brexit, incluso después de haber invocado el Artículo 50, el cual dará comienzo a dos años de negociaciones con Bruselas. Si el acuerdo que surja finalmente es malo, el gobierno británico pudiera pedir otro referendo. En cualquier caso, los próximos años están plenos de incertidumbre. Así que, ¿cuál es la prisa?

Más aún, la relación de una Escocia independiente con la Unión Europea difícilmente es obvia. ¿Tendría Escocia que presentar una solicitud cual principiante, y prometer que adoptará el euro? ¿Vetaría España, que quiere disuadir a Cataluña de la independencia, la membrecía escocesa?

El Primer Ministro españolMariano Rajoy, fue muy directo en junio. “Si RU se va, también se va Escocia”, dijo. “El gobierno español rechaza cualquier negociación con cualquier otro que RU. Me opongo de manera radical, los tratados se oponen radicalmente a esto, y creo que todos los demás se oponen radicalmente a esto”.

Además, si Gran Bretaña efectivamente sale de la Unión Europea, y Escocia entonces vota por dejar el Reino Unido, son pertinentes las mismas preguntas, así como otras como el tamaño del déficit presupuestario de Escocia, actualmente de 9.5 por ciento del producto interno bruto, el doble del de Gran Bretaña en general y tres veces el nivel que Bruselas permite a nuevos miembros.

En consecuencia, muchos creen que Sturgeon en efecto está usando la amenaza de otro referendo para incrementar su poder de negociación con la primera ministra británica, Theresa May, sobre las negociaciones de salida. Sturgeon quiere mantener el acceso al mercado único, pero al mismo tiempo ella debe mantener la fe con integrantes del partido que consideran el Brexit otra razón obvia y legítima para renunciar al reino.

Menzies Campbell el ex líder de los liberal demócratas, describió a Sturgeon como una considerada gradualista de corazón, quien debe manejar pasiones nacionalistas con un ojo sobre los mejores intereses de Escocia y su mejor oportunidad por la independencia.

“Ella se describe como una nacionalista utilitaria, que equivale a decir nacionalista no como un fin en sí mismo sino como un medio para alcanzar un fin”, dijo Campbell. “Esa es una perspectiva no necesariamente alberga su partido o entre los muchos miles de personas que se unieron al SNP después del referendo”.

Incluso quienes consideran inevitable la independencia escocesa, creen que ésta debe esperar hasta que se cimente el respaldo popular. La línea usual, incluso viniendo de Sturgeon, es que los sondeos de opinión deberían mostrar de manera consistente a 60 por ciento a favor antes de que los nacionalistas se arriesguen a otra votación. Su verdadero desafío radica en ganarse a aquellos que se sintieron tentados por la independencia en 2014 pero votaron por el “no” debido a generalizadas incertidumbres y riesgos de tipo económico.

Sturgeon y su partido, si bien elogiados por lo general por su competencia, tienen algunos serios problemas internos, como la calidad de la educación y salud pública, así como la lucha por mantener generosas prestaciones sociales dentro de una economía que ya se está desacelerando debido a ingresos notablemente menores derivados del petróleo. Ella anunció hace poco otros 100 millones de libras (132 millones de dólares) para nuevos proyectos de infraestructura, a fin de promover empleos. Así que hay trabajo pendiente en casa.

Además, en Ruth Davidson, la combativa y graciosa líder del Partido Conservador en Escocia, Sturgeon tiene una animada oponente. Tan solo el otro día, Davidson la acusó de “cínicas poses”, intentando “darle un giro a la decepción” sentida en Escocia por la votación del Brexit para volverlo “apoyo por la separación”, a lo cual Davidson se opone.

“Yo no voté por ‘Quedarse’ para ver al SNP usando mi voto para fomentar incluso más reclamos”, dijo. Más bien, ella exhortó a Sturgeon a que deje de hablar de independencia y “vuelque toda su atención” sobre el futuro de Escocia. Sin embargo, para Sturgeon, ambas son lo mismo.

Steven Erlanger
© The New York Times 2016