A ponerse las pilas

Se vende ya en algunas partes de Baja California un sistema de protección para evitar el robo de baterías de los automóviles.

No hablamos de los carros sino de la sola batería o pila como se le conoce comunmente, porque se tata de un delito que se comete en cuestión de segundo. Circulan por internet videos de cámaras de seguridad en los que se aprecia la forma tan rápida y sencilla con que un individuo se roba una batería.

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Quizás porque es más fácil, quizás porque las penas no son tan severas, quizás porque es más fácil vender la mercancía aunque se requieran más baterías, el hecho real es que prolifera el robo de baterías, por encima del de los vehículos.

Pero el tema aquí no es el aparato que lo impide ni el robo del acumulador, sino el impacto social de este delito. Basta ver las recicladoras que operan como una casa de cambio, con pizarrones electrónicos en que marcan el precio del kilo de metal que aceptan: bronce, cobre, aluminio, etétera.

Detrás de un delito aparentemente superficial subyace una problemática más compleja: la aceptación de artículos robados, la presencia de bandas dedicadas ex profeso a esta actividad, y la situación económica que propicia este tipo de delitos.

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Basta robar 10 baterías para tener al día una ganancia bruta de mil 500 pesos, suficientes para rebasar el sueldo devengado por un profesionista, y sin tanto problema ni escolaridad necesaria.

Basta que las autoridades cierren un poco los ojos a este y a otros problemas similares, el robo de carros, de tanques de gas, de cableado de cobre en las casas y escuelas para ver que no es un hecho menor.

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Es el caldo de cultivo propicio para el delito y la inseguridad, y todo comienza con el robo de una batería…