Mientras la contienda Trump vs Clinton cautiva al mundo , Netanyahu permanece inusualmente callado

Isabel Kushner y Myra Noveck contribuyeron con información.

(Memorando desde Jerusalén)

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JERUSALÉN _ Durante tres horas, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, no paró de hablar de todo tipo de temas: sobre Israel y el Medio Oriente, sobre su historial y sobre sus planes. Sin embargo, un tema que Netanyahu evitó cuidadosamente en su extensa conversación con visitantes estadounidenses el pasado fin de semana fue la elección estadounidense.

Gran parte del resto del mundo está absorta en la contienda entre Donald Trump y Hillary Clinton, pero es un tema que Netanyahu no toca. Cuatro años después de que fue acusado de entrometerse en la elección estadounidense a favor del oponente del presidente Barack Obama, el líder israelí, difícilmente tímido, ha tomado esta vez un virtual voto de silencio.

La inusual renuencia ocurre después de años de relaciones tóxicas entre él y Obama, que culminaron en una acre pelea pública en torno al acuerdo nuclear que Estados Unidos negoció con Irán. Como Netanyahu al parecer se alineó durante la disputa con los críticos republicanos de Obama, algunos simpatizantes de Israel temieron que el país estuviera malgastando su tradicional apoyo bipartidista. El primer ministro ahora parece decidido a mantenerse al margen de la contienda partidista.

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“Todos comprenden aquí en Israel que lo más importante para nosotros es regresar a donde estuvimos durante 68 años, que es el bipartidismo”, dijo Yair Lapid, un líder partidista centrista que espera suceder a Netanyahu. “Esta en la razón de que nadie vaya a tomar bandos en una campaña presidencial”.

Pero si Israel está permaneciendo alejado de la campaña estadounidense, la campaña también está manteniéndose alejada de Israel. Aunque fue un ocasional tema de preguntas durante los debates en las primarias, ha estado casi ausente de la discusión en la elección general.

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En parte, eso refleja una campaña de vituperios de alto octanaje que ha pasado por alto muchos temas políticos. Pero también subraya la plétora de otros temas que han acaparado la atención de Washington, principalmente el ascenso del Estado Islámico, la guerra en Siria y las relaciones con Rusia. La disputa palestino-israelí, alguna vez una parte dominante de cualquier política exterior de la Casa Blanca, parece estarse deslizando a un segundo plano.

Durante su reunión el pasado fin de semana con una delegación bipartidista de ex funcionarios de seguridad nacional estadounidenses, Netanyahu expresó preocupación por la retirada de Estados Unidos de la región.

Dennis Ross, un asesor sobre Medio Oriente de Obama y otros presidentes que organizó la visita, dijo posteriormente: “Todos sienten que tienen un interés en la elección y quieren un Estados Unidos que se comprometa y que sea eficaz en la región”.

Sin embargo, Netanyahu evitó escrupulosamente abordar el tema de la elección en sí mismo. “Pienso que todos estamos sorprendidos por el hecho de que no se planteara”, dijo Meghan O’Sullivan, ex asesora del presidente George W. Bush.

De manera similar, durante una reunión la semana pasada, los senadores Tim Scott, republicano de Carolina del Sur, y Cory Booker, demócrata de Nueva Jersey, mencionaron la elección solo para ver a Netanyahu evadir el tema.

Cuánta diferencia hacen cuatro años. En 2012, Netanyahu recibió a Mitt Romney, el retador de Obama, en Jerusalén y lo llenó de elogios. Aunque el equipo de Netanyahu en ese entonces negó cualquier esfuerzo por influir en la elección, el campo de Obama se convenció de lo contrario. La disputa se amplió cuando Netanyahu aceptó una invitación republicana para dirigirse al Congreso en 2015 para criticar los esfuerzos de Obama para negociar un acuerdo con Irán que frenara su programa nuclear.

Nachman Shai, quien encabeza un caucus parlamentario sobre las relaciones entre Israel y Estados Unidos, dijo que Netanyahu había evitado desde entonces cortejar abiertamente a los republicanos. “Como ha tenido estos ocho años difíciles con Obama, no puede permitírselo de nuevo”, dijo Shai. “Necesita una línea directa con el presidente de Estados Unidos”.

Esta primavera, Netanyahu canceló un viaje a Washington para asistir a una conferencia del Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC, por su sigla en inglés), lo cual sus colaboradores explicaron diciendo que quería evitar reunirse con los candidatos. En el otoño, en medio de la controversia por el llamado de Trump a prohibir el ingreso de los musulmanes a Estados Unidos, el republicano anunció abruptamente y luego canceló, también abruptamente, una visita a Jerusalén, diciendo de Netanyahu: “No quiero ponerlo bajo presión”.

Incluso el discurso de Trump ante la AIPAC en que prometió desmantelar el acuerdo con Irán fue recibido con silencio en Jerusalén. “Si Bibi fuera a apoyar de alguna forma u ofrecer algún tipo de elogio a Trump, ese habría sido el momento de hacerlo”, dijo en ese entonces Gadi Wolfsfeld, un experto en la Universidad Hebrea, usando el apodo de Netanyahu.

Israel Hayom, el periódico financiado por el magnate de los casinos estadounidenses Sheldon Adelson, aliado de Netanyahu, defendió a Trump con una derroche de cobertura positiva en ese momento. Pero como el propio Adelson, que ha apoyado a Trump sin cumplir promesas de grandes contribuciones, el diario no ha sido el animador irrestricto que algunos esperaban.

El periódico izquierdista Haaretz, sin embargo, escribió esta semana que los líderes de los esfuerzos de la campaña de Trump para reclutar votos entre los ciudadanos estadounidenses aquí tienen lazos con la coalición gobernante de Netanyahu. En lo que sería la primera vez para un candidato estadounidense, la campaña de Trump planea abrir lo que llama una “oficina flotante” que se traslade de casa en casa en los asentamientos cisjordanos en los próximos días.

Netanyahu y Obama han tratado últimamente de dejar atrás sus dificultades negociando un paquete de ayuda estadounidense para seguridad de 10 años para Israel. El acuerdo casi está completo y la Casa Blanca ha estado discutiendo cómo anunciarlo. Los dos líderes asistirán al cónclave de la Asamblea General de la ONU este mes, pero parece más probable que sea firmado por funcionarios de menor nivel.

Pero, para consternación de Netanyahu, funcionarios del gobierno estadounidense siguen debatiendo si el presidente, antes de concluir su mandato, dejará una marca final en el conflicto palestino-israelí, quizá con un discurso que delinee los términos para un acuerdo o incluso una resolución de la ONU. Algunos argumentan que sería una forma de dejar de esperar a que las dos partes finalmente den un paso adelante; otros lo consideran un desperdicio infructuoso del menguante tiempo del presidente en el cargo.

La oficina de Netanyahu declinó comentar esta semana sobre la elección estadounidense. A lo largo del verano, el primer ministro dijo a los reporteros que “no es inteligente interferir”, diciendo que se sentiría “contento de trabajar con quien quiera que sea elegido”.

Ha puesto en claro a sus asesores que no deberían discutir la elección ni siquiera en privado. Dani Dayan, el normalmente franco cónsul general israelí en Nueva York, expresó la línea oficial en una entrevista con el Consejo Editorial del New York Times el mes pasado: “Cualquier presidente estadounidense es bueno para Israel”.

Pero esa no es una opinión sostenida universalmente en Jerusalén. Aunque Netanyahu se sentiría más cómodo con los republicanos que comparten sus opiniones de seguridad belicosas, Trump es un desconocido que ha criticado la intervención estadounidense en Medio Oriente y ha hecho un llamado a recortar la ayuda exterior. Su promesa inicial de ser “un tipo neutral” entre israelíes y palestinos molestó a muchos aquí antes de que posteriormente expresara un firme apoyo a Israel.

Clinton, por otra parte, es un personaje conocido, para bien o para mal. Su esposo, el ex presidente Bill Clinton, sigue siendo popular aquí y muchos notaron que en la Convención Nacional Demócrata, él uso un fistol que decía Hillary en hebreo. Pero la historia de Clinton como secretaria de Estado de Obama la hace sospechosa en el campo de Netanyahu, y ninguno de los Clinton tiene sentimientos cordiales hacia el primer ministro.

“No sé quién es mejor en términos de Israel”, dijo Shai. “Sabemos mucho sobre Hillary y sabemos muy poco sobre Donald Trump”.