La serie “Sex and The City” hecha para los espectadores africanos

Abordemos esto desde el principio: “Una ciudad africana”, la caliente serie ghanesa en internet sobre cinco jóvenes mujeres que buscan el amor en Accra, es un plagio descarado de “Sex and the City”. Están las omnipresentes sandalias de tiras y tacón muy alto; los vestidos que se roban las escenas, hechos de telas fantis, y el grupito de hombres que se meten y se salen de las camas de Nana Yaa, Makena, Zainab y Sade. Las mujeres son tan libres y liberales sobre el sexo como sus antepasadas estadounidenses de HBO, con la excepción del quinto personaje, Ngozi, que es tal como Charlotte.

Las mujeres encajan perfectamente en los cajones del tipo Carrie o Miranda. Nana Yaa, el personaje principal, es una periodista de radio que pondera, en voz superpuesta, interrogantes existenciales sobre las citas durante todo el programa. Zainab y Makena funcionan como una Miranda _ apasionadamente independientes y muy dinámicas en sus actividades. Ngozi es la chica cristiana que trabaja en una organización no gubernamental y frunce los labios cuando se habla demasiado de la anatomía masculina. Y Sade es Samantha, de cuya bolsa de diseñador, que su novio acaudalado y casado le compra, salen condones. Las mujeres pasan cantidades enormes de tiempo bebiendo cocteles en restaurantes escasamente iluminados mientras platican sobre los apagones de luz escalonados, la buena etiqueta del condón y los hombres que esperan que dejen el empleo y preparen fufu todo el día.

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Sin embargo, ahora, la creadora del programa, Nicole Amarteifio, quien se mudó de Ghana a Nueva York y luego regresó, también está presentando un aspecto no visto de la cultura en un continente al que, por lo general, se lo presenta con pietaje de guerras, hambrunas y pobreza. No hay nada de eso aquí. En cambio, “Una ciudad africana”, se pavonea en la vida de africanas acaudaladas. Makena es una abogada formada en Oxford y Sade se graduó de la Escuela de Negocios de Harvard. Zainab está hasta arriba de un imperio en expansión de mantequilla de karité y el padre de Nana Yaa es el ministro de energía del país. Por medio de las cinco mujeres, “Una ciudad africana” explora lo que significa ser una joven occidentalizada readaptándose a la cultura y el entorno de su continente de origen.

Las cinco mujeres son “retornadas”, las hijas de familias que salieron de Ghana rumbo a Occidente y luego volvieron con el “síndrome del retornado salvador”. La frase “se exige mucho a quien mucho se le ha dado” podría ser su lema no oficial, ya que enmarca sus interacciones y desafía su forma de pensar. Están constantemente inquietas de si habrían dado tan poca propina de estar de vuelta en Manhattan o por qué una “boda blanca” se considera mejor que una tradicional.

El programa ha recibido críticas merecidas por la distancia que mantiene respecto del lado de Ghana que todavía no tiene letreros en las calles, ni choferes personales. Algunos de los mayores problemas de las mujeres son las quejas usuales de los acaudalados. ¿Las mucamas se están robando sus sostenes? ¿Acaso sus vecinos no deberían comprar silenciadores costosos para sus generadores de luz para que las mujeres puedan dormir un poco más tranquilamente por las noches? Se trata del uno por ciento de Ghana, donde se retrata el estilo de vida con el que pocos en el continente se pueden identificar.

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Tal como el original “Sex and the City”.

Sin embargo, el atractivo del programa proviene de la capacidad para convertir las mismas conversaciones que están sosteniendo las mujeres de todo el mundo mientras beben cocteles y en los mensajes de texto en una crítica prominente a las culturas occidental y africana.

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Invitar a un guapo abogado de Washington a la casa para conocer a la tradicional familia del oeste africano revela la división entre los negros de Africa y los de Estados Unidos. Se explora la cuestión del derecho, mediante las conexiones familiares en los niveles muy altos del gobierno. Y una conversación sobre una forma particular de control de la natalidad se gana un referendo rápido y enérgico sobre el colonialismo, como dice Zainab: “El único momento en el que me oirás apoyar el método del retiro es cuando hable alegremente del retiro británico de Ghana en 1975”.

En una entrevista, Amarteifio dijo que la mayor parte de su público fuera de Africa está en Estados Unidos, seguido por los de Gran Bretaña, Francia y Canadá. Aunque los temas del amor y la hermandad son universales, ella presupone que la mayoría de esos espectadores son miembros de la diáspora africana.

Las negras en Houston le dieron las gracias por mostrar a las mujeres con el cabello natural y asombrosa ropa africana, comentó. Y, sorprendentemente, mujeres de mayor edad le han insistido que vaya más allá de los límites.

“Definitivamente, es la generación de mi madre la que se acerca a mí y dice: ‘¡Buen trabajo, buen trabajo, sigue así!’”, contó. “Y yo estoy suponiendo que se debe a que les gusta el hecho de que estas cinco jóvenes mujeres hablando tan libremente de sexo y hay algo tan liberador sobre estas cinco mujeres. Quizá no sintieron que eran así de libres en su época”.

En un episodio de la temporada uno, retienen el equipaje de Sade en la aduana por más de tres meses, por lo cual se queda sin su querido vibrador. Dice que lo habría puesto en el equipaje de mano, “de haber sabido que no puedes conseguir uno en Togo, Benín, Ghana; para el caso, en ninguna parte del oeste de Africa”.

En un capítulo posterior, se las presenta confundidas por los medios sociales y su papel en una sociedad que ya está perpleja por las líneas nebulosas trazadas en torno a los matrimonios tradicionales. Después de que la pareja de Zainab le asegura que no es casado, ni está saliendo con nadie, él la hace su amiga en Facebook sin molestarse en ocultar su verdadera situación marital. “Cuando un hombre en Ghana dice que es soltero, significa que su esposa solo está en otro país o en otra ciudad o en otra habitación”, le dice Sade.

Amarteifio es una retornada, al igual que muchos integrantes del reparto. Regresó a Ghana al terminar la licenciatura en Georgetown, decidida a hacer trabajo de desarrollo en su propio país. Consiguió empleo en el gobierno, en desarrollo, pero no tenía realmente puesto el corazón en ello. Luego, se enamoró, le rompieron el corazón y se dedicó a ver los DVD de “Sex and the City”. Haberlo visto, dijo, fue como si viera a sus amigas y a sí misma vagando por su propia versión de la Ciudad de Nueva York.

“Estas mujeres son, en realidad, muy familiares”, recuerda haber pensado. “Mujeres que yo conozco en Accra, mujeres que yo conozco en Kigali o Lagos o Monrovia”.

Así es que escribió su propia serie. En “Una ciudad africana”, se presenta música de artistas hip hop de Ghana, como Jayso, elegante decoración del hogar hecha por diseñadores de interiores ghaneses que se resaltan al detalle en la página en Instagram del programa, y ropa de diseñadores de modas, como Christie Brown, Archel Bernard, Kiki Clothing, Osei-Duro y Afrodesiac. Los colores vibrantes y patrones populares han sido las estrellas de la serie, en especial porque miembros de la diáspora africana han empezado a incorporar camisetas cortas en tela kente a su guardarropa y a usar patrones tradicionales en grandes festejos, como los bailes de graduación.

Inicialmente, Amarteifio había planeado estrenar episodios de la primera temporada en internet, conformar una base de seguidores y luego presentarle la serie a una cadena, como BET o Africa Channel. Sin embargo, ni siquiera había llegado al final cuando esas mismas televisoras la estaban buscando. Desde entonces, se ha transmitido por EbonyLife TV y A+, subsidiarios de la televisora francesa Canal+. Ha sostenido pláticas con algunas de las cadenas para avanzar con el programa, pero han quedado estancadas.

También ha hablado con Netflix, la que, dijo, es probable que sea el futuro hogar de las temporadas uno y dos. Y también está discutiendo con la compañía sobre “The Republic”, otro programa en el que está trabajando. Será una versión africana del programa de ABC, “Scandal”.

Entre tanto, ha empezado a trabajar en la temporada tres de “Una ciudad africana”. No prevé el final de vivieron felices por siempre que tuvo “Sex and the City”, uno impecable que todavía sigue bajo escrutinio hoy. Más bien, dice, ella quiere seguir contando historias sobre Ghana a través de los ojos de jóvenes retornadas que buscan el amor en su continente de origen.

Jada F. Smith
© 2016 New York Times News Service