Los huérfanos del crimen organizado, la cara olvidada de la violencia

TIJUANA, Baja California.- “Este último mes ha sido muy duro para mi, siento que la vida me arrebató algo, estoy enojada con la vida. Me he estado sintiendo muy triste, enojada, confundida. Siento que me falta algo”. Esta es la carta de una niña quien con la muerte de su padre, también se convirtió en una víctima de la violencia. Su nombre fue modificado a fin de salvaguardar su integridad.

En cuestión de minutos, la vida de Ana cambió por completo. Unos cuantos impactos de bala ejecutados a sangre fría a plena luz del día, privaron de la vida a su padre, quien, debido a sus nexos con el narcotráfico fue ejecutado, dejando tras de sí a la menor de 11 años, que a tan temprana edad fue tocada por el crimen organizado, responsable por las más de mil 800 muertes violentas que se han registrado en la ciudad en lo que va del año.

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Lo que sus familiares intentaron mantener siempre en secreto, era bien conocido por Ana: su papá era narcotraficante, pero no por ello dejaba de ser el objeto de su adoración y a quien apenas hace 3 meses volvía a ver luego de que este saliera de prisión.

“Me arrebataron a la persona que más amaba en esta vida, me lo quitaron cuando ya estábamos empezando a hablar otra vez. No ha sido fácil obviamente pero intento salir adelante”, dijo Ana.

De acuerdo con datos del informe “Infancia y Conflicto Armado en México” de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), son más de 30 mil los huérfanos a causa del narcotráfico en México. Niños que en el mejor de los casos, como el de Ana, quedan bajo la tutela de uno de sus padres, u otro familiar, como lo es el caso de Enoc, el menor sobreviviente de la balacera suscitada en Playas de Tijuana en agosto pasado, en el que su padre asesinó a su mamá y hermana, y quien actualmente se encuentra bajo el resguardo de su tía en Michoacán.

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Son los hijos de la delincuencia, condenados a la orfandad y a perpetuar el ciclo de la violencia.

En 2018 en Tijuana, no solo han aumentado los asesinatos, la ciudad también ha registrado un incremento en los menores ingresados al sistema DIF, 515 en lo que va del año, comparado con los 600 inscritos en 2017, lo cual es atribuido al consumo de drogas, derivado del grave problema de narcotráfico que aqueja a la ciudad.

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“Desgraciadamente el motivo de ingreso el motivo la mayoría de sus padres tienen problemas de adicción, entonces viene el descuido, viene la omisión de cuidados, en ocasiones viene el maltrato psicológico, entonces eso es lo que ha estado originando y eso lo vemos en la mayoría de nuestros casos”, informó María del Carmen Sánchez Arias, coordinadora ejecutiva de la Procuraduría para la Defensa de los Menores y la Familia.

Para estos niños, hay un antes y un después, y para superar un trauma de tal magnitud es necesaria la atención profesional y el amor familiar.

“Básicamente a veces los más olvidados siempre han sido los niños, hay una cara que son estos niños, que si los volteamos a ver en cada uno de los asesinatos que hay por la narcocultura, el problema de la violencia en México, hay niños involucrados y hay familias completas que están sufriendo los estragos de la violencia… la importancia con ellos es que hay un antes y un después, realmente después de que a un niño pierde a uno de sus integrantes… entonces esto marca un parte aguas en la vida de un niño, porque la violencia le ha arrebatado a uno de sus seres más amados y obviamente a más temprana edad es más el estrago que va a causar”, explicó el director del Centro de Crecimiento Humano Dasein, el psicólogo Francisco Ramírez.

Según la Encuesta Nacional de Adolescentes en el Sistema de Justicia Penal (ENASJUP) 2017, de los 232 adolescentes en el sistema de justicia penal en Baja California, casi la mitad reporta haber sido testigo de conductas antisociales o delictivas por parte de los adultos con los que creció, de ahí la importancia de que los menores huérfanos del crimen organizado reciban la atención adecuada, tarea para la cual, dice Ramírez, el Estado ha sido rebasado.

“Yo creo que está rebasada la necesidad, los recursos son muy pocos para toda la necesidad que hay, tenemos albergues llenos que sobrepasan la capacidad para lo cual fueron hechos y los recursos de acompañamiento no los tienen o tienen muchas carencias, Tenemos un DIF que va a atender a la víctima y bajo ciertas circunstancias y durante ciertas sesiones y nada más por un tipo de problema, si surgen otros, que ese es el detalle, a veces ya estando en terapia hay otros temas que trabajar”, explicó Ramírez.

La cifra de homicidios en Tijuana, más de mil 800 en lo que va del año, develan la incapacidad de las autoridades para garantizar la seguridad de la ciudadanía en general, así como la de estos menores, los huérfanos del narco, niños inocentes a quienes el Estado también les ha fallado.

Con información de Fabiola Solano.