Cleptócrata Ucraniano quiere su dinero y asilo en EU

© 2016 New York Times News Service

En cualquier día dado, Pavlo Lazarenko parece un papá común que se queda en casa, llevando a sus tres hijos a la escuela y esperando a que su esposa regrese a casa del trabajo. A veces, él también hace uno que otro mandado.

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Sin embargo, resulta que Lazarenko es un cleptócrata de clase mundial que se oculta a plena vista en un área suburbana de Estados Unidos. Él es el ex primer ministro de Ucrania, donde fue acusado de haber desviado cientos de millones de dólares para su uso personal. Transparencia Internacional lo nombró uno de los 10 funcionarios más corruptos del mundo.

Es buscado en su nativa Ucrania. Ya fue condenado formalmente por lavado de dinero en Estados Unidos y, en ausencia, en Suiza. Lo que es más, su nombre apareció hace poco en la filtración de documentos secretos conocidos como los Documentos de Panamá, en un viejo caso de corrupción que involucra el presunto hurto de recursos de gas natural de Ucrania para sí y sus aliados políticos.

Más aún, Lazarenko está librando dos feroces batallas con el gobierno estadounidense. Una es por 250 millones de dólares en cuentas en paraísos fiscales en Guernesey, Suiza, y otros países que, alega el gobierno, son fruto del “fraude, extorsión, sobornos, malversación y defraudación” de Lazarenko. La otra es su campaña por permanecer en Estados Unidos, donde él ha estado buscando asilo político desde su llegada en 1999.

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Hasta ahora, Lazarenko está más que solo manteniéndose. Con un ejército de abogados, ha sido capaz de mantener a raya la deportación, aun cuando sirvió una sentencia en una prisión federal bajo una condena por el delito de lavado de dinero hace unos pocos años. La batalla en torno a que devuelva sus riquezas a Ucrania ha estado atascada en tribunales durante años, y seguirá así durante los próximos años.

Él está en un limbo legal – ni ciudadano, ni poseedor de una visa – e incluso así es capaz de operar libremente desde su hogar en California. Lo que demuestra el caso de Lazarenko es el grado justo de dificultad para que el gobierno estadounidense vaya detrás de lo que, dice, son las ganancias mal habidas de aquellos con poder e influencia desmedidos.

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“Esto nos demuestra quién supera a quién en armas en la batalla en contra de la corrupción”, dijo Kenneth Hurwitz, oficial anticorrupción por la Iniciativa Open Society Justice. “Él tiene los recursos, y está en juego muchísimo dinero”.

En respuesta a preguntas, el abogado de Lazarenko, Daniel Horowitz, se negó a hacer comentarios o presentar a Lazarenko.

En últimas fechas, Lazarenko, de 63 años de edad, vive en el condado Marin, California, al otro extremo del puente Golden Gate respecto de San Francisco, con su segunda esposa y una nueva familia.

Si bien su hogar actual es cómodo, está muy lejos de la mansión Novato de 1,670 metros cuadrados – una de las mayores en California – que él compró antes de huir a Ucrania en 1999, tan solo un paso delante de los fiscales.

Esa mansión novato, también en el condado Marin, fue decomisada por el gobierno federal en 2013 luego que Lazarenko se convirtiera apenas en el segundo jefe de estado – Manuel Noriega, el dictador panameño, fue el primero – que es condenado en cortes estadounidenses de lavado de dinero. En una extensa acusación de 53 cargos en 2000, el gobierno identificó 114 millones de dólares que Lazarenko lavó a través de instituciones financieras en Estados Unidos. Fue enviado a prisión en 2009.

“Me decepcionaría que Estados Unidos le otorgara asilo”, dijo Daria Kaleniuk, directora ejecutiva del Centro de Acción Anticorrupción en Kiev, la capital de Ucrania. “Es bastante cínico de su parte solicitar asilo en Estados Unidos al mismo tiempo que está combatiendo a Estados Unidos por 250 millones de dólares, que EU ha congelado y está intentando repatriar al gobierno de Ucrania”.

Lo que es más, destacó Kaleniuk: “El contribuyente fiscal de EU ha pagado mucho por pelear casos en su contra en Washington y California”.

En Estados Unidos, esta extraña saga de Pavlo Lazarenko empezó mientras su avión aterrizaba en el aeropuerto John F. Kennedy en febrero de 1999. Él estaba huyendo de acusaciones en el sentido que había ordenado el asesinato de un rival político; había escapado a duras penas de un intento de asesinato. Se marchó unos cuantos días antes que fiscales ucranianos lo fueran a acusar de malversación de recursos gubernamentales (reservaron los cargos cuando él huyó del país). De la misma forma, lo buscaba el gobierno suizo.

A decir general, él había llegado esperando la vida de un oligarca en un paraíso fiscal. Ya tenía pasaporte panameño. Una serie de fachadas ocultas canalizaron dinero para comprar su mansión de 6.75 millones de dólares en Novato. La extensa propiedad, ocupada en otra época por la estrella de Hollywood Eddie Murphy, tenía dos helipuertos, múltiples piscinas, un salón de baile del tamaño de un granero y perillas de la puerta con chapa de oro. Esperándolo estaban su primera esposa y sus tres hijos, ya en escuelas locales.

El FBI también estaba esperando, que los tenía en una lista de observación. Fue llevado de inmediato a una cárcel en la Ciudad de Nueva York y nunca pasó una noche sola en su palacio californiano. Un año más tarde, fue acusado bajo cargos de lavado de dinero. En 2004, fue hallado culpable y, tras apelaciones, ingresó a una prisión federal en 2009. Después de salir de prisión en noviembre de 2012, estuvo en un centro para detenidos del ICE, siglas en inglés de la autoridad de inmigración y aduanas, aunque el ICE no quiso decir cuándo lo había liberado.

Mientras Lazarenko estuvo en prisión, un caso entablado por el gobierno estadounidense en 2004 para decomisar sus activos en el extranjero venía cojeando. Con el paso del tiempo, el gobierno precisó el dinero que Lazarenko había ocultado en Guernesey, Antigua, Suiza, Liechtenstein y Lituania. Mantuvo a raya a otros reclamantes del dinero y obtuvo una orden de congelamiento que le impide a Lazarenko tener acceso a este. Sin embargo, el caso es tan complicado, involucrando voluminosos hallazgos en muchos países, que no se prevé que vaya a juicio sino hasta 2018.

“Este caso es excesivo en cada categoría”, notó David B. Smith, abogado de confiscación de activos que representa a Lazarenko. “Es el caso más grande, que más tiempo lleva y el más complejo. Tiene el mayor descubrimiento e involucra a gobiernos por todo el mundo. Tan solo las mociones llenan 10 volúmenes. Pocos casos se extienden durante 13 o 14 años. Es pasmoso”.

El abogado de Lazarenko, Horowitz, se negó a comentar al respecto. En documentos de la corte, él equiparó a Lazarenko con Jean Valjean, el perseguido pero ético héroe de “Los Miserables” de Víctor Hugo, quien es perseguido tenazmente por un obsesionado inspector de policía. El gobierno estadounidense, dijo, se acercó a Lazarenko con “la intensidad reservada normalmente para capos de drogas, pornógrafos infantiles u otros individuos de alta peligrosidad”.

Horowitz, abogado defensor de celebridades y frecuente comentarista por televisión, viajó por el mundo reuniendo evidencia para defender a Lazarenko. Su sitio web dice que “las perspectivas a favor de Occidente y su creencia en una economía libre enfurecieron a los dictadores de Ucrania y dieron lugar al trato por debajo de la mesa que condujo a su arresto. Ucrania nunca se ha recuperado”.

Durante las batallas legales de Lazarenko, su vida personal cambio enormemente. Actualmente está casado con Oksana Tsykova, quien fue su traductora en su juicio de 2004 y estaba embarazada de su hijo – el primero de tres – en esa época. Tsykova es dueña de su actual residencia en el condado Marin, valuado en 1.8 millones de dólares, en un fideicomiso a nombre de ella. Ella también es abogada en el bufete de Horowitz.

Es dudoso que Lazarenko regrese a Ucrania. La fiscalía ha dicho que Lazarenko sería arrestado y ha acumulado evidencia en su contra.

Por el momento, Lazarenko está alegando pobreza. En procedimientos de la corte, él dice que no tiene ingreso alguno, debe 100,000 dólares a un ex abogado y depende exclusivamente del salario de su esposa. Lazarenko también dice en archivos de la corte, que carece de autorización para trabajar y está desempleado. Más aún, a decir general, no habla mucho inglés y depende de un traductor.

No todo mundo cree en la historia de Lazarenko. Martha Boersch, la ex fiscal en jefe en el caso de lavado de dinero, dijo: “Él tiene mucho dinero sobrante y oculto”.

Una de las grandes preguntas radica en saber por qué Lazarenko, quien es delincuente, no ha sido deportado.

“Considero que eso es grotesco”, dijo Hurwitz, de la Open Society. “Hay niños de 12 años de edad de Centroamérica siendo expulsados, y él sigue aquí”.

En general, una condena penal no prohíbe a buscadores de asilo solicitarlo ante una corte de inmigración. Marc Van Der Hout, el ex abogado de inmigración de Lazarenko, se negó a comentar sobre el caso, pero dijo que no era inusual que los casos de asilo se demoren varios años. Por política, el ICE no ofrece comentarios sobre casos individuales.

Leslie Wayne
© The New York Times 2016