El verano que por cierto ya comienza a despedirse, nos dejó tres lecciones: el transporte, sea público o privado, el abasto de agua y el de electricidad no perfilan un mejor futuro.
Basta salir de nuestros nichos de confort, y el consejo va sobre todo para quienes a bordo de sus vehículos transitan rutas breves entre sus domicilios y sus centros de trabajo, para darnos cuenta que nos encontramos ante una ciudad colapsada.
Me refiero a Tijuana pero el crecimiento demográfico no perdona y este escenario es el preludio de lo que podríamos ver en otras entidades de Baja California, y que ya vemos en la megalópolis que es la Ciudad de México, el Edomex y otras urbes.
El primer punto a referir es el de la crisis de transporte público que resulta más que visible, y que refleja el fracaso de los planes del director del Instituto de Movilidad Sustentable, Jorge Alberto Gutiérrez Topete, por culpa de quien miles de pasajeros tardan aún más tiempo en llegar de sus casas a sus centros de trabajo o de estudio o viceversa. Los planes para fortalecer y agilizar las rutas de transporte resultaron contraproducentes y la prueba está a la vista cada mañana o cada tarde en las paradas de taxis y autobuses donde se forman largas filas de desesperados pasajeros.
El verano que por cierto ya comienza a despedirse, nos dejó tres lecciones: el transporte, sea público o privado, el abasto de agua y el de electricidad no perfilan un mejor futuro.
Durante semanas la Comisión Estatal de Servicios Públicos a cargo de Jesús García Castro dejó sin suministro a decenas de colonias donde ni siquiera había fugas visibles o reparaciones, lo que significa que los cortes tenían otros motivos. En cuanto a la Comisión Federal de Electricidad, vimos cómo el uso creciente de aparatos de aire acondicionado que cada vez son más frecuentes en Tijuana, provocó apagones en diversos puntos, aunados a accidentes que derribaron transformadores que de otra forma, explotaban ante la insuficiencia para trabajar.
Este es apenas un muy ligero esbozo de lo que nos espera en una urbe en la que, paradójicamente, diversos gobiernos sobre todo los emanados del Partido Acción Nacional, gastaron millones de pesos en la búsqueda de soluciones al transporte y a la falta de agua, que son precisamente dos de los servicios de los que hoy en día adolecemos.