
La constante de las preferencias electorales es la intriga y la traición en la familia del poder
En la casa del poder nadie duerme con la puerta cerrada. Los pasillos huelen a incienso de unidad, pero los cuchillos se afilan en silencio. Se abrazan, se sonríen, se alaban como si fueran hermanos y hermanas, pero cada mirada es un cálculo y cada aplauso un disfraz.
En esta familia llamada Morena, todos saben que la puñalada en la espalda es más probable que la candidatura que buscan.
Las encuestas marcan una preferencia abrumadora a favor de Morena. No hay liderazgos opositores carismáticos ni capaces de aglutinar el descontento social. La oposición parece derrotada antes de la contienda. Pero ese triunfo anticipado cobra un precio, la familia fratricida.

La verdadera disputa no se grita con consignas, se disfraza con sonrisas “fraternas”.
En la familia lo importante es sobrevivir en el enjambre de ambiciones, donde todos quieren ser el insecto que llegue a la luz, la víbora que alcance la cima.
Para mantenerse con vida hay que dominar el arte de ocultar la daga tras la sonrisa, sembrar veneno en la copa del aliado, fingir obediencia mientras se prepara la traición y la fuga.
Es una familia intoxicada de alcohol y pasiones, donde se requiere conservar lucidez cuando se está borracho de poder. La política es ese bar donde todos se odian, pero nadie se atreve a irse antes de la última copa.
Las lealtades prometidas son como veletas, dependen hacia dónde sopla el viento.
La venganza no es accidente, sino semilla que germina en cada humillación, en cada exclusión de lista, en cada candidatura negada. Los derrotados no supieron leer de dónde vendría el fuego amigo, quién traicionaría primero.
Pero en política, como en las familias, la o el humillado siempre regresa convertido en verdugo.

La familia morena comparte un mismo techo, un mismo apellido de origen. Pero también es familia en el sentido bíblico, Caín y Abel, la primera elección perdida a traición.
En 2027, las sonrisas en las fotos oficiales no serán de unidad, sino de supervivencia, el gesto de quien supo distinguir a tiempo la traición y no enloqueció en la paranoia.
Quien crea que el enemigo está afuera, en el PRI, en el PAN o en la oposición que se desmorona, no ha entendido nada. El verdadero enemigo está adentro, vestido del mismo color, repitiendo la misma consigna, jurando fidelidad mientras mide el ángulo para clavar la daga.

La 4T llegará a 2027 como una procesión solemne. Pero detrás del incienso avanzan los verdugos.
Traiciones, mentiras, ambiciones y venganzas, esa será la liturgia de una familia que sonríe en la mesa mientras, debajo del mantel, todos empuñan un cuchillo.