
A 11 años nadie sabe del paradero de 43 jóvenes cuya desaparición no puede entenderse sin la participación de numerosos individuos
Este 26 de septiembre se cumplen once años desde la trágica desaparición de los estudiantes normalistas, el caso conocido como los 43 de Ayotzinapa, y lamentablemente y pese a los esfuerzos de algunos gobiernos aún quedan muchas dudas por responder.
Ya han sido señalados como partícipes de esta tragedia elementos de diversas corporaciones que en su momento admitieron que actuaron para evitar que los alumnos de la escuela normal rural “Raúl Isidro Burgos” que se habían adueñado de unos autobuses de pasajeros, se dirigieran rumbo a Iguala.
De acuerdo al gobierno federal, y según versiones basadas en testimonios, “los estudiantes iban a boicotear el informe de labores de María de Los Ángeles Pineda Villa, entonces presidenta del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) municipal, y esposa de José Luis Abarca Velázquez.
En tanto, una investigación de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa, refiere que los estudiantes iban a tomar autobuses para trasladarse a la Ciudad de México, a fin de participar en la marcha conmemorativa del 2 de octubre.
El hecho real es que a 11 años nadie sabe del paradero de 43 jóvenes cuya desaparición no puede entenderse sin la participación de numerosos individuos con capacidad de fuego y de encarcelamiento.
Quedan en el aire muchas incógnitas que involucran no solo a policías de corporaciones locales y a organizaciones criminales sino incluso al propio Ejército cuya participación no puede ser minimizada. En toda una década solo han aparecido 4 huesos correspondientes a tres cadáveres, localizados en ríos, barrancas y zonas boscosas, un triste fin para casi medio centenar de jóvenes llenos de vida, la cual les fue arrebatada.