
El mismo castigo recibe quien maneja hasta las manitas que quien conduce con un teléfono celular en las manos
Un mural plasmado en la calle Entusiasmo de la colonia Valle Verde, ha servido de memorial y de punto de encuentro de los familiares de Silvia Yañez y de Silvia Aurora López, de 67 y 5 años de edad respectivamente, quienes fueron asesinadas el pasado 12 de agosto.
El término asesinato no está escogido al azar, ya que la responsable de este crimen fue Karla Alejandra, una conductora de 21 años de edad que manejaba en estado de ebriedad.
Conducir un auto bajo la influencia del alcohol es un crimen que en Estados Unidos, por comparar con nuestros vecinos más próximos, es castigado con severas condenas de prisión, dependiendo del estado en que haya sido cometido.
Sin embargo en nuestro país y especialmente en Baja California, manejar ebrio no pasa de ser un delito culposo de acuerdo al artículo 75 del Código Penal estatal, lo que significa que los asesinos pueden salir en libertad con toda impunidad.
Más aún, el mismo castigo recibe quien maneja hasta las manitas que quien conduce con un teléfono celular en las manos, y que por dichas causas atropellen a una persona y la priven de la vida.
En nuestra frontera abundan los tristes ejemplos, pero algunos de los que no debemos olvidar son los de Nailea Salas Fernández, quien al manejar en estado de ebriedad la noche del 16 de mayo de 2021 destruyó a una familia entera al chocar el carro en que viajaba el matrimonio de Juan Valle y Rocío González la quienes mató, causó quemaduras en sus tres hijos, y quien hoy goza de plena libertad.
O el caso del motociclista Jonathan Noé Vélez quien fue asesinado el 1 de septiembre de 2022 por el conductor ebrio Adrián Alexander Parra López cuando este golpeó con tal fuerza su vehículo que destrozó el cuerpo del motociclista y lesionó a dos personas.
A los pocos días, el responsable de este homicidio ya se encontraba en su casa de Chino, California, curándose la cruda y luego de ser liberado por la juez Griselda Rábago Lara quien argumentó un tecnicismo en su detención.
Precisamente en el vecino estado, el código penal 191.5 castiga con 4, 6 y hasta 10 años de prisión en una cárcel estatal a quien cometa homicidio vehicular grave, es decir conducir bajo la influencia del alcohol, mientras que en Texas la sentencia alcanza los 20 y hasta 30 años. Aún sin una muerte de por medio, conducir ebrio amerita pena de cárcel, multas de 10 mil dólares en adelante y la revocación de la licencia.
La pelota está en la cancha de nuestros diputados, que pierden el tiempo en pelearse por ser los próximos alcaldes o en seguir prendidos a la ubre presupuestal, menos en legislar en temas tan urgentes como este.