A medida que Cuba se abre, el tenis está disfrutando un renacimiento

LA HABANA ⎯ Las redes improvisadas eran una maraña de alambres, y las líneas blancas casi se habían descascarado por completo. El estado de las únicas dos canchas de tenis utilizables aquí para el equipo nacional de Cuba de seis mujeres y 12 hombres había caído en el deterioro después de años de descuido.

Pero, hace cuatro meses, en el tipo de puente al que aspira la relajación de restricciones en el comercio entre Estados Unidos y Cuba, un grupo sin fines de lucro estadounidense se presentó y rehabilitó el Centro de Tenis Nacional Cubano, que se cree tiene las únicas canchas en toda regla en la isla que no son parte de un hotel o un centro turístico.

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Ahora hay 10 canchas, y el optimismo de los tenistas de Cuba probablemente también se desarrollará y crecerá.

“Tenemos nueva esperanza aquí”, dijo Yusleydis Smith Díaz, de 20 años de edad, quien es considerada la principal jugadora en Cuba, mientras terminaba una práctica. “Pero el tenis aquí es muy difícil”.

Cuba casi suspendió el golf después de que la revolución de 1959 llevó al poder a Fidel Castro, quien incautó los campos y denunció el juego. Aunque el tenis, otro deporte de clubes de élite, no soportó ese nivel de escarnio, el dinero para el mismo desapareció a favor de las prioridades del gobierno: beisbol, boxeo, volibol y otros deportes en los que Cuba llegó a alcanzar la excelencia en el escenario internacional.

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“El tenis carecía de la historia recreativa de deportes como el beisbol”, dijo Robert Huish, profesor de la Universidad Dalhouise en Halifax, Nueva Escocia, quien investiga los programas deportivos y sociales cubanos. “Había equipos de beisbol de trabajadores de talleres mecánicos, muelles de carga y de plantaciones de azúcar en todo el país.

“La afiliación del tenis con la élite”, añadió, “habría desafiado muchos de los valores de la revolución cubana. El régimen quería deshacerse de cualquier indicio de la historia colonial, y puedo ver al tenis ser víctima de eso”.

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El presidente Raúl Castro, sin embargo, quien asumió el poder pleno en 2008, ha sido considerado menos doctrinario. Y con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos en 2015 y la visita del presidente Barack Obama a la isla en 2016, ambos países han explorado las oportunidades de reconectarse a través de una variedad de esfuerzos, incluidos los deportes.

Mientras otros esfuerzos, incluida la autorización para que los beisbolistas cubanos entren directamente al reclutamiento de las Ligas Mayores de Beisbol, siguen empantanados en negociaciones incoherentes, el renacimiento del tenis se aceleró a lo largo de un año de negociaciones.

“Fue un proceso accidentado de estar enhebrando la aguja hasta que se firmó el documento de conocimiento de embarque”, dijo Jake Agna, director de Kids on the Ball, el grupo sin fines de lucro estadounidense que renovó las canchas.

La organización enfatizó el aspecto humanitario de la renovación de las canchas y el apuntalamiento del deporte, aunque “creo que el embargo menos restrictivo nos allanó el camino”, dijo Agna, y añadió: “Nunca hubo una conversación sobre política o políticos”.

Kids on the Ball acordó hacer el trabajo en las canchas y ofrecer equipo de tenis, todo un contenedor de embarque, con un costo estimado de 750,000 dólares.

“Las canchas son un sueño hecho realidad”, dijo Alexander Ferrales González, presidente de la federación de tenis cubana, una división del ministerio del deporte. “Podemos tener un escenario para el tenis”.

Ferrales dijo que veía las canchas como un impulso al pequeño programa de entrenamiento de élite y un catalizador de una mayor participación en el tenis en todo Cuba. La federación estima que hay 2,000 jugadores en toda la isla con aspiraciones competitivas.

Sin embargo, el ministerio, conocido como INDER, controla las decisiones sobre los recursos, el financiamiento y los viajes atléticos.

“Es complejo, pero las cosas siempre son complicadas”, dijo Ferrales.

“Nuestros máximos atletas tienen la habilidad y el potencial de competir eventualmente en los tours mundiales”, añadió. “Pero debemos incrementar la cantidad de torneos en que pueden participar”.

Uno de sus planes es buscar un patrocinio para su programa del equipo nacional. Puma y Adidas han patrocinado desde hace tiempo a otros deportes cubanos como el boxeo, el beisbol y el atletismo. El tenis nunca ha sido patrocinado.

“Además, el intercambio de jugadores es muy importante para mí”, dijo. “Ya hacemos intercambios con la República Dominicana, Panamá y El Salvador. Pero quiero intercambiar con Estados Unidos”.

Esas aspiraciones, sin embargo, podrían elevarse o venirse abajo conforme las naciones desarrollen lazos más estrechos. El gobierno del presidente Donald Trump ha prometido adoptar una línea más dura ante Cuba, pero, hasta ahora, ha conservado muchas de las regulaciones revisadas del gobierno de Obama.

“Sé que nuestros jugadores entrarán al top 100 del mundo”, dijo Ferrales. “Y, en ese momento, el atleta reconocerá la ayuda de todos los que lo hicieron posible. Y todo lo que necesitaremos es uno que tenga éxito; los otros le seguirán”.

Sin embargo, ha sido desafiante para los jugadores entrar en muchos torneos internacionales.

Yoryana Delgado Herrera, la tenista No. 2, expresó frustración.

“No logramos jugar más de dos torneos al año, así que no podemos reunir los puntos para jugar otros torneos”, dijo.

La siguiente competencia para ella y Smith será la Copa Federaciones en Panamá en junio.

Hizo un gesto hacia su raqueta; una de sus cuerdas estaba rota.

“En ocasiones hay muchas cuerdas, en otras no hay ninguna y tenemos que esperar”, dijo Delgado. “Y no existe el tenis en Cuba fuera de aquí”.

Cuba ha tenido algunos jugadores exitosos en el escenario mundial. El más notable fue Mario Tabares, quien jugó a principios de los años 90 y alcanzó la clasificación más alta en su carrera del No. 131.

“Tabares y mi hermano Reynaldo Garrido son los mejores jugadores que Cuba haya tenido jamás”, dijo Orlando Garrido mientras veía con detenimiento las paredes de su casa en La Habana, que es un amplio homenaje al tenis cubano.

“Fuimos a 58 países como tenistas”, dijo Orlando Garrido, quien jugó junto a su hermano pero lo dejó antes de iniciar una carrera como ornitólogo.

En fotografías enmarcadas, los hermanos están parados al lado de Rod Laver y Neale Fraser en un partido de la Copa Davis en 1959. Decoran las paredes placas y medallas de su periodo en la Universidad de Miami, donde fueron parte de una de las rachas ganadoras más largas en los deportes universitarios: 137 victorias consecutivas en partidos de dobles. Un trofeo de bronce de la derrota de Orlando Garrido ante su hermano en la final de los Campeonatos Canadienses de 1959 (ahora conocida como la Copa Rogers) se ubica al fondo.

Desde los Garrido, más de 150 jugadores cubanos han competido en torneos de Futuros del nivel inferior en toda Latinoamérica. Pero el financiamiento siguió siendo elusivo, y muchos tenistas desertaron o buscaron empleos como profesionales de la enseñanza.

“Nuestra historia es muy rica, pero el tenis nunca floreció realmente entre nuestro pueblo”, dijo Orlando Garrido.

Ferrales y los jugadores dijeron que creían que eso cambiaría.

De pie en las nuevas canchas, flanqueado por las instalaciones escuálidas y deterioradas donde entrenan lo aspirantes olímpicos de Cuba, Smith sonó optimista.

“Hay muchos tenistas cubanos antes que nosotros, y podemos hacer crecer ese legado”, dijo.

Nick Pachelli
© 2017 New York Times News Service