¿A qué religión pertenecería Jesús?

© 2016 New York Times News Service

Un rompecabezas para el mundo es que las religiones suelen no parecerse a sus fundadores.

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Jesús nunca mencionó a los gais o al aborto, sino que se centró en los enfermos y los pobres. Sin embargo, algunos jerarcas cristianos han prosperado satanizando a los homosexuales. Mahoma mejoró la condición de las mujeres en su época, pero a la fecha, algunos clérigos musulmanes les prohíben manejar y citan a la religión como razón para mutilarles los genitales a las chicas jóvenes. Y es de suponerse que Buda se quedaría atónito al ver la discriminación impuesta por sus seguidores de Birmania contra la minoría rohingya.

“Nuestras religiones suelen estar precisamente en favor de lo contrario que defendieron sus fundadores”, observa el ex pastor Brian D. McLaren en un nuevo y provocador libro titulado “La gran migración espiritual”.

Los fundadores generalmente son visionarios audaces y carismáticos que inspiran con su imaginación moral, mientras que sus enseñanzas a veces se transforman en burocracias conservadoras y hostiles al cambio, obsesionadas con el dinero y el poder. Esa tensión es especialmente pronunciada en las enseñanzas de Jesús, que fue un radical que desafió al establecimiento, mientras que el cristianismo ha tenido tanto éxito que en gran parte del mundo se ha convertido en el establecimiento.

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“No es de extrañar que cada vez haya más cristianos, ya sea por nacimiento o por elección, que sacudan la cabeza y se pregunten qué le está pasando al cristianismo”, comenta McLaren. “Sentimos como si nuestro fundador hubiera sido secuestrado y hecho rehén de extremistas. Sus captores lo hacen desfilar frente a las cámaras para decir, bajo coerción, cosas en las que obviamente no cree. Como títere sin expresión en el rostro, él a veces da la impresión de estar en contra de los pobres, del ambiente, de los gais, de los intelectuales, de los inmigrantes y de la ciencia. ¡Ese no es el Jesús que conocimos en los evangelios!”

Este argumento se desarrolla en medio de un ambiente de fermento religioso. Occidente se ha vuelto más laico. En Estados Unidos, la gente sin filiación religiosa, los ateos y quienes se sienten espirituales pero no practican ninguna religión organizada, representan casi la cuarta parte de la población. La proporción va en rápido aumento: entre la generación del milenio, más de la tercera parte es no practicante.

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El aumento de los no practicantes parece ir acompañado de la reducción del interés público en la doctrina. “Uno de los países más religiosos del mundo, es también una nación de analfabetas en materia de religión”, asegura Stephen Prothero en su libro “Religious Literacy” refiriéndose a Estados Unidos.

Solo la mitad de los cristianos de Estados Unidos pueden nombrar los cuatro evangelios; solo 41 por ciento sabe quién fue Job y apenas la mitad de los católicos entiende la doctrina de la eucaristía. Empero, si los estadounidenses piensan que Juana de Arco fue la esposa de Noé o se preguntan si las epístolas son las mujeres apóstoles, entonces quizá la solución sea angustiarse menos por la doctrina y más por las acciones.

“¿Qué significaría para los cristianos redescubrir su fe no como un problemático sistema de creencias sino solo como una forma de vida justa y generosa arraigada en la contemplación y expresada en la compasión?”, se pregunta McLaren en su libro. “¿Podrían los cristianos dejar de definir su fe como un sistema de creencias para expresarla como una forma de vida amorosa?”

Eso sería una forma de emigrar de una burocracia religiosa para regresar a la visión moral del fundador, y sería un reto enorme. Pero las religiones pueden emigrar y de hecho lo hacen.

“Como yo crecí en un ambiente cristiano muy conservador, siempre me advirtieron que no cambiara la esencia del mensaje”, me dijo McLaren. “Pero, al mismo tiempo, muchas veces no veíamos lo mucho que había cambiado el mensaje con el paso del tiempo.” Hubo épocas en que el cristianismo aprobó la quema de brujas y las masacres de herejes. ¡Gracias a Dios que ha evolucionado!

Conforme la sociedad se ha modernizado y la gente se ha vuelto más escéptica respecto de los relatos del parto virgen y la resurrección, una de las reacciones ha sido abandonar la religión. Sin embargo, existe un profundo impulso de buscar conexiones espirituales.

McLaren aconseja no preocuparse de que los milagros de la Biblia hayan sido literalmente ciertos y pensar más en su significado: si se dice que Jesús curó a un leproso, hagamos a un lado la cuestión de si ocurrió realmente y veamos el hecho de que se dirigiera a los más estigmatizados de los parias.

Por supuesto, no es solo el cristianismo el que se enfrenta a estas cuestiones. El rabino Rick Jacobs, presidente de la Unión por la Reforma del Judaísmo, dice ver un deseo por una misión de justicia social inspirada y equilibrada en las tradiciones de la fe.

“Ahí es donde yo veo nuestro camino”, afirma Jacobs. “Se ha visto el ritual como una obsesión para la comunidad religiosa pero no se ha visto el valor y el compromiso por moldear un mundo más justo y compasivo.”

Si ciertos servicios religiosos fueran menos cuestión de acicalar la propia virtud y señalar las iniquidades de los demás, si fueran más cosa de remediar las necesidades humanas que nos rodean, este sería un mundo mejor. Y ciertamente Jesús también lo aplaudiría.

Puede parecer raro que yo escriba esta columna, pues no soy un cristiano particularmente religioso. Pero sí considero que la fe religiosa es una de las fuerzas más importantes, para bien o para mal, y me inspiran los esfuerzos de los fieles que organizan comederos populares y refugios para desamparados.

Quizá sea injusto que los hipócritas ostentosos se lleven los titulares y moldeen la actitud pública sobre la religión. Pero ahí no acaba esto. Recordemos que, en promedio, los estadounidenses religiosos donan más a la filantropía y el voluntariado que los laicos.

Lo que me inspira no es la burocracia, ni la doctrina ni los antiguos rituales. Ni siquiera la más gloriosa catedral, templo o mezquita. No, más bien me inspira un médico misionero católico en el Sudán que atiende a las víctimas de las bombas, un médico evangélico que logra lo imposible en la Angola rural, un rabino que lucha en favor de los derechos humanos de los palestinos. Ellos son los que me llenan con una sensación casi sagrada de admiración. Y eso sí que es religión.


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Nicholas Kristof
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