Legislar sin conocer de la materia es tanto como operar a corazón abierto sin saber de anatomía.
Estamos en días de instalación de las comisiones del Congreso del Estado y al día de hoy todo son felicitaciones, sonrisas y abrazos. Los flamantes diputados y algunos que repiten se echan porras a sí mismos.
Fue durante la instalación de la Sesión de Instalación den la Comisión de Desarrollo Metropolitano, Conurbación, Infraestructura, Movilidad, Comunicación y Transporte que preside Ramón Vázquez que sobraron las congratulaciones.
Lo que no se dijo en materia de movilidad, es que precisamente el diputado Ramón Vázquez, quien repite como el alka-seltzer, que durante largos meses se negó a devolver un vehículo que pidió prestado a uno de sus amigos.
De haber sabido que el legislador se trasladaba en taxi o en autobús, su amigo le habría seguido dejando la unidad en calidad de préstamo, pero cuando fue a visitarlo a su casa, se encontró con que tenía más de un carro, alguno de lujo, por lo que ya ni siquiera se molestó en tocar a la puerta.
Simplemente sacó de su bolsillo una copia de llaves del carro y lo retornó a su cochera. Prefirió perder la “amistad” con Vázquez que un vehículo.
¿Sabrá Ramón cuánto cobran taxistas y choferes de autobús en la entidad, y que nos colocan como el estado con las tarifas más caras de la República? ¿Tendrá idea de dónde tomar el transporte monopolizado por Altisa, que lo lleva de Natura a la 5 y 10 y de ahí al Centro de Tijuana? Porque legislar sin conocer de la materia es tanto como operar a corazón abierto sin saber de anatomía. ¿Hace cuanto tiempo que uno de nuestros diputados se subió a un taxi o a un autobús?
Otra legisladora que hizo uso de la voz fue Gloria Miramontes, aquella que gritó “asco” cuando le propusieron afiliar militantes para Morena. Hoy que la señora ya come con manteca no solo la simpatía sino también el menú le han cambiado y más aún si consideramos que serán seis los años que doña Gloria legisle a favor de los bajacalifornianos y que hoy se llene la boca, la misma boca con la que le hizo ascos a Morena, a los gobiernos color guinda que mandatan en la entidad.
Mientras tanto su hijo, el ex secretario de Gobierno del Ayuntamiento de Tijuana, Gustavo Salazar Miramontes, corrido del cargo por andar metiendo algo más que las narices en una delegación municipal, sigue aspirando a ocupar algún cargo público y ya que no lo logró por la vía de la elección popular por partido alguno, busca ser colocado en algún puesto de designación. Dicen que la esperanza muere al último, pero Gustavo ya anda arañando el fondo del baúl de los ahorros.