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Accidentes mortales 2

El precio de la alcaldía de Tijuana: de 30 a 50 millones de dólares

Ya no es posible seguir tolerando este tipo de delitos pues conducir en estado de ebriedad no es un accidente, es un homicidio en potencia

Nuestra frontera vivió un trágico fin de semana en el que se registraron accidentes con saldos trágico, que en conjunto sumaron un chofer fallecido y más de 20 heridos, algunos de ellos de gravedad.

No es la primera vez que abordamos este tema, pero quisiéramos esperar que sea la última. En esta ocasión un chofer de taxi de ruta perdió la vida por la imprudencia de un joven conductor de apenas 18 años de edad quien según los primeros reportes, conducía bajo los efectos del alcohol y se pasó un semáforo en rojo en pleno centro de Tijuana.

El saldo fue como lo referimos, de un trabajador del volante muerto y más de 7 pasajeros heridos, algunos de gravedad.
Horas después, un autobús de la empresa Altisa cayó a un barranco con un saldo de al menos 18 heridos, mientras que el conductor se dio a la fuga. Testimonios de los pasajeros revelan que la unidad, así como muchas otras, circulaba en malas condiciones mecánicas. Recordemos que en 2016 un autobús de la misma empresa a cargo de Víctor Sevilla protagonizó un accidente mortal cuyo saldo fue de 6 muertos y un joven tetrapléjico de nombre Brandon que nunca recibió atención médica y cuya vida quedó destrozada.

Lo lamentable del primer caso es que el conductor del primer accidente referido, saldrá libre con toda seguridad, tal como ocurrió cuando en el año 2021 una conductora identificada como Nailea Salas quien al parecer también conducía bajo efectos de bebidas embriagantes, provocó una tragedia familiar al impactar una camioneta que estalló en llamas mientras su conductor hacía fila para cruzar la garita de San Ysidro.

Y mientras el padre de familia Juan Valle moría carbonizado, su desesperada esposa Rocío González se vio envuelta en las llamas en un intento por rescatarlo del vehículo prensado, al mismo tiempo que sus 3 hijos resultaban con quemaduras algunas de gravedad.

Si el accidente hubiera ocurrido al otro lado de la frontera, la conductora culpable aún estaría en la cárcel, donde son más severas las penas por conducir en estado de ebriedad que las que reciben muchos vendedores de drogas. Aquí hace falta que nuestros legisladores promuevan leyes que diferencien una muerte culposa de una provocada por conducir bajo los efectos del alcohol.

No olvidemos que apenas hace 8 meses, el 16 de junio del 224, dos jóvenes perdieron la vida en un cruce tan céntrico como el de la calle 10 y avenida Negrete también en el primer cuadro de Tijuana. En el sitio del accidente aún es posible ver una corona de flores en memoria de uno de los jóvenes que murió.

Ya no es posible seguir tolerando este tipo de delitos pues conducir en estado de ebriedad no es un accidente, es un homicidio en potencia tal como lo establecen las leyes del vecino país al que tanto admiramos pero del cual desdeñamos sus leyes cuando nos conviene.