Acusan nietas de Rolón despojo de su archivo musical

CIUDAD DE MEXICO (proceso).- Las herederas de la obra de uno de los grandes compositores nacionales del siglo XX, el jaliscience José Rolón (1876-1945), buscan donar su archivo al país, y resguardarlo en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical (Cenidim) “Carlos Chávez”… siempre y cuando recuperen el material que prestaron para su estudio hace poco más de 20 años.

Rolón, hijo pródigo de Zapotlán El Grande, fue autor de incontables composiciones mexicanas como “Bosquejos, tres danzas para piano” (1909), “Sinfonía en Mi Menor para grande orquesta” (1923), “Andante malincónico” (1915), y entre las más conocidas “Zapotlán” (1929), “Cuauhtémoc, poema épico para orquesta y coro” (1929), “El festín de los enanos” (1925), “Tres danzas indígenas mexicanas (jaliscienses)” (1928), y “Baile michoacano” (1929).

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Fundador de la Escuela Normal de Música de Guadalajara, profesor y director del Conservatorio Nacional de Música, del Departamento de Bellas Artes de la SEP, y profesor de Blas Galindo, Carlos Jiménez Mabarak y Salvador Moreno, Rolón es uno de los principales exponentes del movimiento nacionalista, al lado de Silvestre Revueltas, Carlos Chávez, José Pablo Moncayo, entre otros.

La obra del músico fue heredada a su hija María Luisa Rolón, y ésta a su vez a sus hijas María Luisa y Lorenza Martínez Sotomayor y Rolón, de 88 y 87 años respectivamente, quienes acusan a Ricardo Gerardo Miranda Pérez, maestro en Artes y doctor en Musicología, pianista, docente e investigador del Cenidim, de no devolver la obra que le prestaron hace dos décadas. El legado incluye partituras originales, incluye libros, textos, cartas de puño y letra, medallas y reconocimientos que recibió en vida, pero el musicólogo, quien aceptó a Proceso haberlo recibido, no teme al señalamiento, pues aseguró que de enfrentar un juicio la ley le asistiría.

Fue María Luisa, la mayor de las hermanas, quien explicó a Proceso que conoció a Miranda Pérez en 1976 y que le asombró el interés que tenía por la obra de su abuelo:

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“Después de años y muchas pláticas con él –a veces venía a la casa, otras nos veíamos en restaurantes–, me comentó en 1990 que iba a trabajar en su tesis de doctorado y que pensaba hacerla sobre Rolón.

“Accedí, y en la mesa de mi casa en Satélite comenzó a clasificar los materiales. Fue casi todos los días durante tres meses más o menos, iba, venía y guardaba todo diariamente, hasta que un día me comentó si era posible que le prestara el material porque perdía mucho tiempo en traslados. Él vive en la colonia San Jerónimo Lídice, incluso me dijo que si llevaba un notario, pero le dije que no era necesario. Veía su interés en la obra de mi abuelo y me conmovía, se llevó todo.”

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El material que recogió, sin inventariar, se encontraba en cuatro cajas de 60 x 60 centímetros aproximadamente.

Sotomayor explicó que fue en 1995 cuando Miranda Pérez entregó a ella y su hermana, en el contexto del homenaje por los 50 años luctuosos de Rolón que organizó el gobierno de Jalisco, el volumen “El sonido de lo propio. José Rolón (1876-1945)” editado por el Cenidim en 1993; al que le siguieron “José Rolón”, de la biblioteca Creadores Artísticos de Jalisco, editado por la Secretaría de Cultura de Jalisco (en el que se enlista una selección detallada de 46 obras del jalisciense), y “El sonido de lo propio, José Rolón y su música”.

Según se constata, en los tres volúmenes el autor estampó su agradecimiento a las hermanas en las primeras páginas, en el último de ellos se lee:

“En México, el apoyo de la familia del compositor a través de sus nietas, Sras. Malú Martínez Sotomayor y Rolón de Torres Izabal y Lorenza Martínez Sotomayor y Rolón, ha sido fundamental. El confiarme todo el archivo de su ilustre abuelo no sólo impulsó mi trabajo de manera sustancial sino también constituye una distinción que no merezco y que agradezco profundamente…”

–¿En qué momento le piden regrese los materiales?

María Luisa: Fue el 2015. Lo invitamos a comer a un restaurant a él y a su novia, y como yo lo entregué todo, yo se lo pedí. Le dije que cualquier día nos podíamos morir y queríamos donarla. No nos dijo que no, aunque primero nos pidió un mes, luego otro, y de ahí jamás nos volvió a contestar el teléfono.

–¿Han solicitado algún tipo de respaldo?

Lorenza: Le escribimos una carta a Rafael Tovar y de Teresa, pero como fue el año de la Secretaría de Cultura, pues yo creo que ni importancia le dio.

–¿Qué es lo que le pedirían al señor Miranda?

Lorenza: Ya tuvo mucho tiempo el archivo y lo queremos de vuelta para donarlo al Cenidim, donde también lo va a poder consultar. Por conocidos que tenemos nos enteramos que intentó venderlo en Jalisco, y hasta que buscaba fuera del país, creo Baltimore, Estados Unidos, pero es horroroso pensar eso, es patrimonio de la nación.