“Afirmación de un pasado ominoso”

 

CIUDAD DE MEXICO (apro).- En carta anterior a este buzón, servidor afirmó que, en los inicios de la Revolución Francesa, se dieron hechos que eran siniestras y trágicas premoniciones de lo que está ocurriendo en la globalidad neoliberal en la que nos movemos. La presente, estimado lector, es continuación de ese mi pensar.

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El que suscribe, no teniendo muy claro el significado del concepto de soberanía, siguió el consejo de Obama, el hombre más poderoso del mundo… un populista y reivindicador de la lectura y los libros… y acudí a un diccionario, que me aclaró que soberanía es el principio de supremo poder, y que en política, históricamente, hay dos grupos de doctrinas encaminadas a esclarecer y justificar el sentido de tal palabra: las teocráticas y las democráticas.

Según la primera, los gobernantes han recibido de Dios su derecho a gobernar, por lo que son representantes directos de la divinidad en la tierra. Esta concepción es la que prevaleció hasta el desarrollo de la democracia que germinó y creció con los hechos de la Revolución Francesa en 1789.

Las doctrinas democráticas de la soberanía, por su parte, se basan en la idea de la igualdad entre todos los hombres. Estas doctrinas de la igualdad, desde sus comienzos, sostienen dos vertientes distintas. Para J. J. Rousseau y sus discípulos revolucionarios (Robespierre, St. Just, Marat y otros miembros del club de los jacobinos), la soberanía reside en el pueblo… esta concepción lleva consigo la idea del sufragio universal.

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La otra corriente basa el significado de soberanía en la nación, expresado por primera vez en la Asamblea Constituyente francesa de 1789 por parte de los políticos burgueses ilustrados, líderes iniciadores y dirigentes en sus principios de la Revolución Francesa, el pueblo era asimilado al concepto de nación, considerada la misma como un ser real distinto de los miembros que la componían… no pocos de esos dirigente intelectuales… tanto los que argumentaban que la soberanía reside en el pueblo, como los que sostenían que reside en la misma en la nación… posibilitaron y hasta impulsaron… antes de perder la cabeza en la guillotina… estos dirigentes, digo, justificándose en que representaban a 96 por ciento de la población francesa, contra toda presión y obstáculo que se les opuso, tuvieron el valor de declararse en Asamblea Nacional el 17 de junio de 1789… y el 9 de julio del mismo año fueron más allá y se organizan y proclaman como Asamblea Constituyente y comienza a elaborar una nueva constitución para el reino de Francia… el 26 de agosto de 1789 dan a la luz y difunden “La declaración del hombre y del ciudadano”, documento clave en el posterior desarrollo de la historia de la humanidad… y hecho curioso… esos defensores de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad y del sufragio universal, de un hombre un voto, decretaron que la esclavitud se mantuviera en las colonias, prohibieron las huelgas y el derecho de asociación de los trabajadores y hasta rechazaron el sufragio universal al dividir a los ciudadanos en activos, o sea, con derecho a votar por pagar impuestos; y en pasivos, los que no tenían derecho a votar por carecer de bienes.

De los 25 millones de habitantes de la Francia de aquellos días de Revolución, únicamente eran activos 4 millones y lo integraban principalmente los llamados burgueses (financieros, negociantes, comerciantes) y un pequeño número de pequeños burgueses clasemedieros (universitarios, abogados, médicos), sólo ellos elegían a los diputados a la Asamblea Legislativa y a los órganos de administración urbana y sólo ellos podían ingresar a la Guardia Nacional.

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Esa situación ha llevado a estudiosos de esos hechos… y otros parecidos que harían interminable la presente… a afirmar que la Revolución Francesa es obra de la burguesía propietaria contra los privilegios de los que gozaban los nobles y el alto clero… de la ambición de obtener la mayor cantidad posible de los mismos… un “quítate para que yo me ponga”… sin tener cuenta los intereses ni las necesidades de las mayorías, del hombre masa… lo que dejó en herencia una lucha constante entre los pocos que lo tienen casi todo y la mayoría que poco o nada posee.

Estimado lector: usted dirá si esa situación es o no una realidad en esta globalidad en que nos movemos… y nos mueven.

Deseándole lo mejor de lo mejor.