Al grito de ¡Fuera Peña Nieto!

Miles de bajacalifornianos, que sumados a los miles de sonorenses, sinaloenses, mexiquenses, oaxaqueños, yucatecos y todos los gentilicios de la República Mexicana, aunque no es casual que los grandes medios nacionales hayan callado ante este reclamo y lo redujeran a una protesta en apenas un puñado de entidades.

No es casual tampoco que se minimizara la protesta en las grandes urbes como la ciudad de México a fin de evitar que se dimensione un descontento que tenía años gestándose, pero que debido a la impericia del gobierno de Enrique Peña Nieto, terminara desbordándose en las calles.

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Es en redes sociales donde mediante contactos con residentes de otras ciudades, calibramos la magnitud del clamor porque Peña Nieto dimita de su cargo, ya que por el carácter de puesto de elección popular, no es posible que renuncie.

La pregunta es ¿quien lo sucedería en el cargo? Y la respuesta es que la Cámara de Diputados y la Suprema Corte de Justicia tendrían la pelota en sus respectivas canchas, dependiendo del carácter de la dimisión.

Pero lejos de las especulaciones, el hecho real y palpable es el descontento generalizado que las erráticas medidas de la administración priista ha despertado entre los ciudadanos.

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No hay clamor más grande para el pueblo mexicano en estos momentos que el de la solución a tantos y tantos problemas que la tibia, mediocre, gris y pusilánime administración de Peña Nieto dejó crecer.

Una corrupción galopante, una impunidad rampante y una desafortunada política económica que sencillamente ha puesto en la lona a la mayoría de los mexicanos.

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Peña Nieto pasó ya la historia como el mandatario más repudiado por los mexicanos, y no hace falta ver cómo termina su infortunado sexenio para darnos cuenta de que hasta aquellos que votaron por él, para sacar al PAN de Los Pinos a patadas, se arrepienten a cuatro años de su decisión.