Alcalde con dominio de Twitter encarna nueva diversidad canadiense

© 2016 New York Times News Service

CALGARY, Canadá – Oficialmente Naheed Nenshi, el alcalde de esta ciudad alimentada por petróleo, debe ser llamado Su Veneración, rígido título honorifico de la era colonial que ha logrado sobrevivir de alguna manera a la transformación de Canadá en una nación moderna y multicultural. “Es raro”, dijo Nenshi, rotundo hombre de cabello rizado y 44 años de edad, en una tarde reciente, mientras se sentaba detrás del gran escritorio de madera que domina su oficina.

En la práctica, es mucho más probable que Nenshi sea llamado @nenshi, su nombre en Twitter, mismo que esgrime con devoción obsesiva diariamente. En cualquier momento dado, él puede ser encontrado conduciendo las dudas de las bases populares hacia dependencias relevantes o disparando sarcásticas réplicas a sus detractores, quienes suelen estarse quejando sobre el uso de sus dólares de contribuciones fiscales. Su fe rara vez sale a colación, si acaso.

Para un musulmán que innovó cuando fue elegido alcalde de una importante ciudad norteamericana en 2010, Nenshi ha demostrado que muy pocos canadienses tienen algún problema con cómo venera efectivamente Su Veneración. “A nadie le interesaba”, dijo, recordando su primera victoria éxito que repitió en 2013, con 74 por ciento del voto.

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Hijo de inmigrantes de una etnia del sur de Asia de Tanzania y profeso nerd de tránsito público, Nenshi ha prosperado en una ciudad y país donde los ataques personales y temas culturales capturan poco del oxígeno político que ha inflamado a electores en Estados Unidos y Europa.

De hecho, después de que Londres eligiera a su primer alcalde musulmán, Sadiq Khan, en mayo en medio de una campaña con tintes de sentir islamofóbico, los habitantes de Calgary se sintieron más bien conformes de que su ciudad hubiera demostrado una predilección por la tolerancia largo tiempo atrás. Incluso al tiempo que los hijabs han llegado a superar el número de sombreros vaqueros en las calles de Calgary, ciudad de más de 1.2 millones en Alberta, a unas pocas horas al norte de la frontera con Montana, la oposición local se ha concentrado en temas como carriles para bicicletas y vivienda accesible, en vez de la ley sariá o la llegada de refugiados sirios.

El cambio demográfico de la ciudad es un microcosmos de la integración canadiense de inmigrantes, y Nenshi, quien ayuna durante el Ramadán y ha encabezado el desfile de orgullo gay de Calgary, encarna la población cada vez más diversa del país. De cualquier forma, Nenshi es el primer alcalde de Calgary que no es blanco y está entre los pocos en una nación que es 80 por ciento blancos, con base en un sondeo gubernamental de 2011.

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Después está la fijación de Nenshi con el púrpura. El color simboliza su compromiso con el gobierno incluyente, no-ideológico y domina su guardarropa profesional: camisas de vestir lavanda, corbatas violeta, agujetas moradas, pantuflas del color de uvas. Un rabino local le dio un gorro morado, traído de Nueva York, con su nombre grabado. En el vestíbulo de su oficina, una ilustración enmarcada describe al alcalde como un superhéroe con capa y traje elástico morado.

Nacido en Toronto y criado en un vecindario de Calgary que ya era una mezcla de culturas e idiomas, Nenshi creció sumamente al tanto de la necesidad de la participación cívica. Después de obtener una maestría en política pública por Harvard, trabajó como consultor para McKinsey Y Co. En Nueva York antes de regresar a Calgary, donde se convirtió en profesor universitario más adelante, enseñando administración y márquetin sin fines de lucro.

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La travesía de Nenshi en el gobierno se interpreta como una guía de hágalo usted mismo para alterar la política de costumbre. Durante años, él fue en pos de sus pasiones nerd estrictamente desde una distancia académica, escribiendo informes sobre cómo ciudad canadienses, incluida Calgary, podían volverse más sustentables ambientalmente y económicamente competitivas. Una postulación fallida para el Concejo en 2004 confirmó su papel como una persona ajena.

Pero cinco años después, con las elecciones por el concejo y alcaldía en el horizonte en 2010, él empezó a exhortar a directores ejecutivos de corporaciones, mamás del futbol y otros residentes de Calgary a que se postularan. “Fallé cada vez”, recordó.

Después, algunos amigos lo desafiaron a postularse para alcalde, idea que él rechazó al principio. “Me gusta investigar; me dedico a los datos”, dijo.
“No soy el tipo que besa bebés”.

Sin embargo, la campaña terminó siendo una tentadora oportunidad para que Nenshi pusiera en acción años de recomendaciones de política pública. A la par de un grupo de voluntarios que abarcaba la diversa población de Calgary, el profesor universitario creó una estrategia para las bases enfocada a controlar el potencial de medios sociales para captar la atención de los residentes tradicionalmente jóvenes y apáticos, así como residentes minoritarios, de la ciudad.

Catalogada como la Revolución Púrpura la campaña de Nenshi usó Facebook y Twitter para discutir temas directamente con residentes de Calgary. Los partidarios abrieron sus hogares para fiestas llenas de cafeína en las que el candidato hablaba, y organizaron enormes mítines para lanzarle vítores. Si bien ese tipo de tácticas pudiera parecer obvio actualmente, en ese momento eran novedades en la política canadiense. Lo mismo los resultados: Nenshi ganó casi 40 por ciento de los votos en un campo lleno, en medio de la mayor concurrencia en cuatro décadas.

El celo de Nenshi por el cambio ha impulsado la revitalización de la ciudad y elevado su perfil más allá del petróleo y la Estampida de Calgary, rodeo anual y festival que es el equivalente canadiense del Mardi Gras en Nueva Orleáns. A unas calles de su oficina, relucientes edificios residenciales de ingresos mixtos se alzan en el centro del barrio East Village, en otra época hogar de lotes vacantes y altas tasas de delincuencia. Pronto está programada la inauguración de una nueva biblioteca y Centro Nacional de Música allá, y docenas de camiones de comida recorren las calles actualmente.

Fuera de la ciudad, el Centro Fílmico de Calgary, que abrió en mayo y recibió fondos parcialmente del Ayuntamiento, presenta extensos escenarios de sonido y espacio de estudio enfocado a atraer más proyectos fílmicos y de televisión a la ciudad. El centro es un elemento importante en la estrategia de Calgary por diversificar la economía local más allá del petróleo y la industria del gas, que ha sufrido a medida que el precio del petróleo se ha desplomado en los últimos años.

Se han instalado más de 50 kilómetros de sendas para bicicleta a lo largo de Calgary desde 2011. Pese a la vocal oposición y una cerrada votación en el Concejo, Nenshi defendió un proyecto piloto de bici en el centro que fue construido el año pasado y ahora es favorecido por la mayoría de los residentes.

“Nenshi siempre ha sido el tipo que puede ayudarle a la gente a motivarse para producir el cambio”, dijo James Boettcher, empresario del gelato en Calgary que presentó la idea de los camiones de comida al alcalde en 2011.

Nenshi dijo que no alberga deseo alguno de buscar cargos mayores. Más bien, él ha acogido el papel del animador en jefe de Calgary. Ahí estaba en una tarde reciente, hablando en el lenguaje indígena Blackfoot ante un grupo de ejecutivos de la industria fílmica, después posando para autofotos en un bar al otro lado de la ciudad en el Día Nacional del César, que celebra una confección singularmente canadiense que incluye jugo de tomate, vodka, salsa Worcestershire y caldo de almeja. (Su cóctel era sin alcohol.)

El estilo personal del alcalde, del cual dice que es quizá demasiado espontáneo, viene con algunos riesgos. “Mi boca me sigue metiendo en problemas de vez en cuando”, dijo. Buena parte de la interacción con la población ocurre por Twitter, empezando cuando él se despierta en la mañana y continuando hasta que las luces se apagan.

“Nadie más tiene mi contraseña”, dijo, explicando sus más de 47,000 mensajes de Twitter como un medio vital de abordar las necesidades de las bases y mejorando el gobierno municipal. “Si a veces no conozco la respuesta, lo busco en Google”.

Nenshi quizá sea más famoso más allá de Calgary por sus “abofeteadas” en línea. Estas van desde darle un consejo cortés a un chofer que exigió acabar con las multas de estacionamiento (“No lo sé, quizá considerar no violar la ley”) hasta desafiantes insultos personales. (Su racismo casual puede ser divertido, pero realmente usted tiene que dejarlo antes de que la gente realmente lo note”.)

De cualquier forma, a él le alegra inspirar a sus detractores a que hagan más que solo perorar en línea, incluso si eso significa que lo expulsen del cargo. Como le dijo a un usuario de Twitter impaciente por su derrota electoral: “¡Ya tendrás tu oportunidad en 2017! Sin embargo, es mejor que empieces a organizarte ahora”.

Dan Levin
© The New York Times 2016